“Bajo las condiciones actuales, además de dejarme desnudo por las noches, se me mantiene en régimen de aislamiento. Durante 23 horas al día me siento a solas en mi celda. Los guardias me controlan cada cinco minutos durante el día, preguntándome si estoy bien. Debo responder con algún gesto afirmativo. Por la noche, si los guardias no pueden verme con claridad, porque me he cubierto con una manta o estoy acurrucado contra la pared, me despiertan para asegurarse de que estoy bien. No puedo tener sábanas o almohada. No puedo tener mis enseres personales en mi celda. Solo puedo tener un libro o una revista a la vez para leer algo. El libro o la revista se me quitan por la noche, antes de dormir. Tampoco puedo hacer ejercicio en mi celda. Si intento hacer flexiones, sentadillas o cualquier otro tipo de ejercicio físico, los guardias me obligan a detenerme. Finalmente, solo puedo hacer una hora de ejercicio fuera de mi celda cada día. Ese ejercicio consiste en caminar en círculos, haciendo ochos, en una habitación vacía".
Lo anterior es transcripción de la carta enviada por el soldado norteamericano Bradley Manning a Daniel J. Choyke, jefe de la base militar de Quantico, en Virginia, donde se halla recluido (fuente: Diario El País). El soldado Manning no tiene por ahora -como el soldado Ryan- un pelotón buscándolo entre las balas en Normandía para llevarlo a recibir una condecoración por sus hermanos muertos en combate. Manning sólo tiene unos pocos admiradores que se animan a decirlo abiertamente, seducidos por su valor –o locura- para enfrentarse a los amos de este universo.
Como analista de inteligencia, Manning pudo enterarse de cosas no santas que hacía en sus guerras el ejercito del que formaba parte: crímenes, torturas, asesinato de civiles desarmados. El soldado de cara de niño decidió hacer justicia por su propia mano. Backapeó la información y la pasó a Julián Assange, el hombre de los Wikileaks. Después le contó esto a Adrian Lamo, un hacker reputado, devenido en un Judas Iscariote de aquellos, el cual denunció a Manning con el ejército de EEUU. La milicia con presteza echó mano de Manning y lo sometió a las condiciones de carcelería que leímos arriba y que han sido en verdad mucho peores. Amnistía Internacional ha elevado su voz de protesta, un portavoz del departamento de estado discrepó públicamente con el trato al soldado y debió dimitir tres dias después.
¿Que cosa tan horrenda ha hecho este soldadito de pequeña estatura y cara redonda? Pues permitir que conozcamos las verdades que algunos desean ocultas. Wikileaks mostró el video de un helicóptero Apache asesinando a 11 civiles (entre ellos un fotógrafo y dos niños) en Irak. Esta aeronave atacó a un primer grupo y luego a los tripulantes de un vehículo que se acercó a socorrer a las víctimas del primer ataque. ¿Más salvajes? Ni Hitler. Los documentos de Manning también permitieron saber que en la guerra de Irak han muerto en seis años 109,000 personas; de las cuales 66,000 eran civiles. En el mismo periodo en Afganistán murieron 20,000 personas. La tortura como metodología es revelada por la documentación oficial norteamericana. Más recientes son los documentos de las embajadas, y finalmente Los Papeles de Guantánamo con sus presos sin juicio, sin abogados, torturados, presos inocentes, y situaciones propias de las mentes más refinadas en sadismo y locura, contra seres humanos privados de su libertad, generalmente engrilletados y rotos moralmente.
El asunto para los norteamericanos no es castigar a Manning, es hacer escarnio de él, es que se vea lo que le pasa al que desafía al sistema. Cuando somos pequeños se nos dice en la casa y en la escuela que no se debe decir mentiras. Eso hace el soldado Bradley, decir verdades, sacarlas a la luz, difundirlas. “En una sociedad libre se supone que sepamos la verdad”, ha dicho el congresista norteamericano Ron Paul al solidarizarse con Wikileaks. Daniel Ellsberg, el hombre que divulgó Los papeles de la Guerra de Vietnam haciéndola más impopular, ha salido en defensa de Manning. Como él cada vez más personas empiezan a abrir los ojos.
"Quiero que la gente vea la verdad, independientemente de quienes sean, porque sin información no podemos tomar decisiones serias como ciudadanos. Si hubiera sabido hace tiempo lo que sé ahora... o a lo mejor solo soy joven, inocente y estúpido". Continuó diciendo Manning.
La gran prensa mundial en general y la norteamericana en particular, han silenciado el caso de este soldado. El discurso de la libertad de prensa y de mantener a la gente informada se vacía de contenido. Los medios de comunicación defienden intereses cada vez más protervos y se alían con aquellos a los que deberían fiscalizar. Lo hacen en defensa de intereses subalternos y asesinan la verdad o la entierran. Quién sabe si el soldado Manning debería estar fuera de esa cárcel. Quién si sabe si quienes deberían estar encarcelados no son otros y llevan galones y kepies; y quién sabe si con ellos no deberían estar en esas cárceles algunos que ponderan la libertad pero la asesinan cada mañana, tarde y noche.
Pueblo Libre, 29 de abril del 2,011
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