martes, 31 de diciembre de 2013

El hombre del Año 2013 en el Perú

Juan Carlos Tafur preguntaba hace unos días en su programa de radio quién había sido el hombre del año en nuestro país. Para orientar un poco la elección, o proponer posibles candidaturas, narró una encuesta  de El Comercio, según la cual el Hombre del Año era Natalia Málaga, la entrenadora del equipo de voleibol peruano que había obtenido el cuarto lugar hacía poco en algún campeonato.

Señalaba Tafur, y yo coincido, que no le parecía un gran logro. El Perú en otros años ha disputado primeros lugares, no cuartoS. Durante los minutos que duró la encuesta, la audiencia no pudo erigir un ganador claro, más bien no existieron muchos candidatos. La conclusión es que a diferencia de otros años no hay hombre destacado en nuestro país. Esto va a contrapelo de una situación económica que parece ser buena, al menos en el discurso oficial y en los centros comerciales que han brotado por doquier.

Un país que de pronto se ve en una llamada bonanza económica, cierta o falsa; que no tiene líderes visibles, que carece de derroteros, que no puede elegir entre 30 millones un hombre destacado; es un país que se encuentra en un problema gordo. Nos faltan líderes e idealistas. El año 2013 vio derrumbarse las figuras de los ex presidentes AlejandroToledo y Alan García sepultados por escándalos de corrupción. Además KeikoFujimori ha sido absorbida por la imagen del padre llorón, despeinado, ajado, que esté ha querido crear en sus juicios. También la han afectado los hallazgos de drogas en las empresas de su hermano y las donaciones recibidas por su partido de cabecillas del tráfico de drogas. No obstante cualquiera de ellos podría ganar la elección del 2016,  lo que no cambiaría nada, es el fango.  El triunfo electoral de ellos representaría una mayoría de votos, no una superioridad moral, ni una propuesta diferente; tampoco la incorporación de reclamos de grandes mayoría olvidadas.

Las elecciones de Toledo y Humala, que exigían cambios de fondo, fueron burladas tan luego llegar estos al poder. La elección de García fue una elección decidida por Lima, en la que  el resto del país exigía y no obtuvo cambios importantes. Esas traiciones visibles de los candidatos elegidos, a su oferta electoral, y el soslayo de los medios de comunicación de los reclamos de las mayorías, en aras de una “sensatez” que tiene color político e impone a una minoría que nadie elige, son la primera piedra de la corrupción nacional. Estamos tan mal que frente a este tipo de traiciones la gente calla, se resigna, se conforma. Los medios de comunicación doran la píldora y justifican comprensivamente la traición y la explican con “hojas de ruta” aparentemente mayoritarias, en un ejercicio adivinatorio más propio de Josie Diez Canseco que de comunicadores serios.

Hombres mejores que reemplacen a los anteriores no se vislumbran en el horizonte. Nadie quiere vivir un ideal, levantar una bandera, encabezar una transformación, enfrentar el obsoleto sistema político de nuestro país. Sin ideales que defender ni levantar, cada cual está en lo suyo, hablando de la bonanza, aburguesados por completo.

Podemos vivir así, pero nos hemos convertido en una nación vulnerable. Un país carente de líderes e ideales, aplacado, es fácilmente vapuleado por otro o aún por sí mismo. Los escenarios vividos en años luctuosos de nuestra patria, están recreándose peligrosamente en un momento en el que cosas grandes están por definirse. La efervescencia de la bonanza económica  puede terminarse de pronto de forma inimaginable. La esperanza como otras veces, son los vastos sectores de gente olvidada en las regiones y en el interior del país. Desde allí quizás venga el hombre providencial que siembre las nuevas ideas y derroteros que hoy nos faltan. Desde ese Perú que Humala prometió incorporar, García Pérez insultó, Toledo ignoró y Fujimori expolió. Hoy por hoy en el Perú no existe un hombre del año y nos hemos nivelado todos hacia abajo.

Pueblo Libre, 31 de diciembre del 2013

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ética y Honestidad: Pasar de los Fans a los Devotos


Es innecesario mencionar que los estudios de opinión en nuestro país arrojan inéquivocamente un rechazo generalizado a los políticos, a los que se sindica, muchas veces sin ninguna prueba, como ladrones, corruptos, mediocres, o cosa peor. Ejemplos de la furia ciudadana abundan en las redes sociales y en los foros de noticias de los principales diarios capitalinos.

A pesar de las encuestas que citamos arriba, la población limeña confiesa en las encuestas hasta en 44%, desear autoridades que “roben, pero hagan obras”. Para que no hayan dudas de que así son las cosas, en las elecciones del 2010 los vecinos del distrito de magdalena, uno de los más tradicionales de Lima, eligieron alcalde al señor Francis Allison, quién meses antes había sido detenido ingresando a EEUU con 30,000 dólares no declarados, y por los cuales obtuvo una condena benigna en ese país. Antes de ello, Allison había destacado por ofrecerse de organizador de mítines a favor del presidente Alan García, en “defensa de la democracia”, servilismo que el presidente García premió convirtiéndolo en ministro de estado.

Un amigo mío tiene un próspero negocio con equipos médicos. Sin embargo sufre pensando que todos sus empleados, incluidos algunos familiares, le roban. Sospecha aún de su sombra y ha llegado a denunciar robos de objetos que luego aparecen entre los cajones de su escritorio y aún, olvidados en su casa. Es un hombre que exige honestidad y lealtad a los suyos; pero que no duda en despojar de sus derechos laborales (feriados incluídos) y dineros a esos mismos trabajadores, o en descompletar los equipos que importa para venderlos como piezas separadas, y aún, en defraudar al estado pasando por laptop personal un equipo que parece laptop, pero que no lo es y cuyo destino es la venta.

¿Devotos o Fans? Devoción según el diccionario es la “reverencia sagrada llena de admiración que se demostraba a través de las acciones, la reverencia y la contemplación” también “la entrega total a una experiencia, por lo general de carácter místico. Es también la irresistible atracción hacia una idea, una persona, un rey, un santo, una persona amada o un ser vivo”. Obsérvese que se menciona la admiración y atracción, por persona o concepto, pero que se demostraba a través de las acciones. Devoción es una costumbre buena. No es sólo rollo, declaración lírica, sino acción. Un Fan en cambio se define como “Un fan, simpatizante, aficionado, seguidor, admirador o fanático es una persona que siente gusto y entusiasmo por algo. El término se utiliza en particular en el deporte y el arte, para referirse a admiradores de una persona, grupo, equipo u obra.” Es más bien una cuestión sensorial, algo te gusta, persona, idea o cosa, pero no implica consecuencia. Se puede ser fan de un equipo de fútbol o de un rockero, se puede asistir al partido o al concierto, pero no se les debe obediencia, devoción, ó acción consecuente. No hay una involucración del fan con el objeto de su admiración. Hasta Rin Tin Tin tenía fans, pero estos no seguían sus dictados, no se convertían en devotos del magnífico perro televisivo.

Entonces nuestro país necesita devotos y no fans de la honestidad. Nos gusta que los demás sean honestos en provecho nuestro, pero no estamos dispuestos a serlo. Es la mentirita blanca, el semáforo rojo al que le metemos el auto, la miradita de soslayo para no cumplir nuestro deber, la falta de compromiso, la cola del supermercado o el banco, en la que nos metemos sin respetar el orden. Todo ello nos acusa.  Ser honesto implica practicar nuestro discurso, luchar por él, dar la vida por él aunque nos quedemos solos en su defensa, en un país cretinizado por medios cretinos y líderes de opinión aplastados por su simpatía, no por su devoción a la ética u honestidad. Sólo cuando hagamos de la honestidad carne en nosotros, podremos seguir exigiéndola en los demás y nos encaminaremos a ser una sociedad más libre, más justa, más equitativa y practicante. Lo contrario es comodismo, demagogia, sueños intoxicados de un mundo onírico, y nada más. Hay que pasar de ser fans a ser devotos. La ética y la honestidad no se negocian con uno mismo, aunque no estén de moda. 


Pueblo Libre, 30 de noviembre del 2013