miércoles, 30 de mayo de 2012

El Mural de Hastings en Trujillo

               En Rayuela, Julio Cortázar dice acerca de La Maga, “para verte como yo quería, había que empezar por cerrar los ojos”. Algo de eso hay en el Mural de Hastings en Trujillo. Es inhabitual encontrar arte de primera en la calle. Eso hallé de improviso al pasar frente a la UNT. El mural tiene un kilómetro de largo por 3.6 metros de altura. Su fábrica tomó 18 largos años. Hastings concebía en Lima o Piura (donde se armó un taller) los cuadros que comprendían el mural, los remitía a los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de Trujillo, quienes reproducían los bocetos sobre el cemento y luego se procedía a cubrir los trazos con los cerámicos. La dimensión de estos es de 1 cm cuadrado, lo cual da a las figuras un nivel de detalle impresionante. En un metro hay 10, 000 cerámicos, pegados uno a uno. Existen aproximadamente 36 millones en todo el mural. Yo, después de verlo, ya no quería que terminara el desfile cromático ante mis ojos.

             
                    Hay muchas historias generadas en torno a ésta obra a lo largo de sus 18 años de hechura. El autor se convirtió en abuelo, los jóvenes de Bellas Artes maduraron, la ciudad cambió. La historia dice que el mural corrió el riesgo de ser inacabado por agotamiento de recursos. También cuenta la historia cómo muchas veces los obreros y pintores tuvieron que deshacer lo avanzado porque no habían interpretado correctamente el mensaje del autor y de cómo los trabajadores hubieron de desarrollar toda la tecnología para sacar adelante la obra: cortado del cerámico, pintado con colores necesarios y que no existían en el mercado, fabricación de las cortadoras del cerámico. Todo desde cero.


                Pero esa historia del mural no opaca la historia que cuenta el mural. En él, los cangrejos son gigantescos, los hombres levitan asombrados y asombrosos; y los ángeles, al contrario de Bizancio, poseen sexo y son ángeles macho y ángeles hembra. Y está la historia del mundo con su Torre de Babel, pero también la nuestra, con los hombres blancos que llegaron en 1532 trayendo la espada y la cruz. Desfila nuestra flora y fauna, los campos de cultivos con sus campesinos, con sus arenales; las gaviotas, los volcanes que no tenemos, la megaciudad atacada por la naturaleza, las danzantes, el niño perdido que observa el horizonte y que puede representar al mismo observador del mural; la migración de las aves, los helicópteros al ataque, la vida, la muerte, la resurrección, lo etéreo y lo eterno. Todo está allí como una sinfonía visual que ingresa por nuestros ojos en una concepción poética, la de Hastings, que asombra y subyuga. Hastings es el que nos observa, es el otro, y a través de sus ojos nos miramos en el mural. A través de los ojos de la Maga, Cortázar descubría en él un ser que no conocía. A través de la mirada y pinturas de Hastings, nosotros, Trujillanos, pero humanos en general, y flora y fauna y mundo, podemos reconocer en nosotros a seres que desconocemos. Es entonces en que para entender a Hastings hay que empezar por cerrar los ojos. O tomar perspectiva. Porque como en el caso de las líneas de Nazca, de esos otros pintores del tiempo, el mural de Hastings no se aprecia desde cerca, hay que tomar distancia.


                Es una obra extraordinaria, épica, colosal. Todo lo que se pueda escribir será siempre insuficiente para narrar la belleza, lo descomunal, lo artístico, lo fabuloso y más, de este mural que nos concilia con las dimensiones que perdimos en la modernidad banalizada, hueca y frívola que se nos ofrece a diario. Hastings hizo esta obra, sus pinturas, sin cobrar un centavo. Porque el arte es universal y no puede negarse a los pueblos, hay artistas que lo dan todo. Eso tiene esta pintura, todo.


Pueblo Libre, 27 de mayo del 2012
       

lunes, 14 de mayo de 2012

Ventanales de Hierro Forjado en Trujillo del Perú: El Origen


               Hace ya varios años los trujillanos mirábamos llegar a nuestra ciudad unos tipos inmensos, rubios, barbudos. No eran los Españoles de Pizarro, que llegaron mucho antes. Estos eran turistas mochileros: gringos y europeos que venían a conocer nuestra ciudad; cientos, miles de ellos. Habían burlado a la propaganda que les hablaba sólo de Cuzco y la maravillosa Machupicchu; también habían escapado a la mención excluyente de Arequipa, la Ciudad Blanca. Y habían llegado hasta el norte peruano atraídos por la curiosidad, en un tiempo en que no existía la mal llamada “Ruta Moche”, ni el Señor de Sipán, ni La Dama de Cao, ni El Degollador. Nada de eso existía. Apenas nos sonaba un poco Chan Chan y la fama de una playa de ensueño que era Huanchaco. Los turistas jamás traían niños. Vestían pantalones cortos -casi siempre de color caqui- camisas muy ligeras, botines explorador o unas gastadas hawaianas, lo mismo les daba. Cargaban sobre sus espaldas unas mochilas inmensas, tan grandes como ellos mismos. 

                Estos turistas no pagaban hotel. No había Westin, ni Meliá, ni Hotel Libertador, ni Hotel Turismo, ni Hotel El Brujo; no, nada de esas cosas. Se hospedaban en el piso o en algún jardín, que para eso era la enorme mochila, para el sleeping y todas las cosas de vivir. Luego aparecían por la plaza de Armas. Esa que hace enmudecer y produce crecimiento de los ojos. Y se ponían a sacar fotos. Fotografiaban los monumentos, EL MONUMENTO, los árboles, las casas, pero más que nada fotografiaban los ventanales de hierro forjado. Nosotros los mirábamos apuntar aquellas cámaras tan grandes que parecían bazookas hacia nuestros ventanales. ¿Qué les veían? 

Ventana de Hierro Forjada C.C. Haya de la Torre (Trujillo del Perú)
             Hasta que me pasó dejar la ciudad y volver varios años después para comprender que lo que no comprendíamos era la belleza que estaba frente a nosotros. Lo bello pierde encanto si lo vemos todos los dias; la distancia se lo devuelve. Esos ventanales con sus formas caprichosas eran únicos, singulares, hermosos. Y no lo veíamos. El tiempo pasó. Ya no hay más gringos mochileros. Hoy todos traen tarjetas de créditos y se hospedan en hoteles y hostales. Se van de frente a Cao, el Brujo y otros lugares. Nuestras ventanas siguen allí. Esperando por nosotros que ahora sí les sacamos fotos.

                 Nunca nos preguntamos de donde salieron. Están y eso basta.  Búsquelas en Lima, Arequipa, Cusco, Cajamarca, en donde quiera y no las encontrará, son exclusivas de Trujillo del Perú. En la exposición de Trujillo de Extremadura que reposa en casa de Haya, observé una foto. Es una reja muy antigua en las paredes de un viejo palacio del Trujillo transoceánico, el Palacio de Piedras Albas. Allí esta, atravesando el océano, el antepasado antiguo, herrumbroso, pero idéntico, de nuestros ventanales de hierro forjado. De allí es de donde vinieron. En España están los aceros, los hierros, también están nuestros abuelos remotos.
Reja de Hierro Forjado - Palacio de Piedras Albas - Trujillo de Extremadura


Casa de la Emancipación - Trujillo del Perú
               



Pueblo Libre, 13 de mayo del 2012

sábado, 12 de mayo de 2012

La Casa de Haya de la Torre en Trujillo


Ingreso a la casa en la que en 1,895 nació Haya de la Torre. Sí. El hombre que conoció a Einstein y dialogó con él. El que estuvo en la URSS revolucionaria. Haya, el joven líder que se enfrentó a Leguía y su dictadura, el ideólogo, el orador electrizante, el hombre que por 50 años protagonizó la política de este país y creó el partido político más importante. El que encarnó el carisma, el que sufrió el veto de los militares en 1,962 y fue desagraviado por el voto en 1978. A la casa de ese hombre ingreso hoy, primero de mayo. Otras veces él recibía éste día junto a los trabajadores. ¿Que hicieron hoy nuestros políticos?  ¿Contaron sus doblones? ¿Contaron sus tarjetas doradas? ¿Contaron sus cuentas en Suiza? Quizás descansaron, no lo sé. Volvamos a la casa de Haya. Hasta hace poco fue cuartel de la Guardia Republicana; recuerdo su fachada gris bañada por el Sol, sus dos escalones custodiados por un guardia armado y un camión portatropas. Pero ya no más. Hoy es un centro cultural dirigido por el Banco de la Nación. He llegado como de casualidad en uno de mis tránsitos por el centro histórico trujillano. Me ha llamado la atención lo bien cuidada de la fachada. 

Fachada principal de la casa de Haya en Trujillo
Como toda casa colonial, la de haya de la Torre cuenta con un zaguán, desde el cual se accede a un patio columnado con tres escaleras, una a cada lado. Por la escalera principal accedo a un primer ambiente en el que se expone sobre Trujillo de Extremadura, la patria del conquistador español Francisco Pizarro, que ordenó la fundación de Trujillo del Perú. Hasta hay un mensaje del alcalde de la ciudad homónima. Y mucha información. Me entero de cosas. Por ejemplo, que la primera dama española que se afincó en nuestra ciudad fue una tal María de Escobar, esposa de Miguel de Estete; hicieron fortuna desenterrando tesoros incas y pre-incas. También descubro algo inesperado: las casonas de Trujillo de Extremadura tienen ventanales idénticos a los que lucen nuestras casonas. Y lo tercero, una teoría descabellada acerca de la fundación de nuestra ciudad. Quieren datarla en 1435. ¿Pruebas? Ninguna. Nada, no les creo, ya veremos porqué. Después de este ambiente hay otro de idénticas dimensiones, con más información de Trujillo de Extremadura, Tierra de Conquistadores, así la llaman, información de sus festividades, sus edificios, su gente. Igualitos a nosotros. Bueno, no tanto. Pero es fácil sentir una identidad común. Si hay peruanos en Nebraska, ¿Por qué no trujillanos en Europa?

Patio principal de la casa de Haya
Después del primer ambiente existe un segundo patio columnado que ahora funciona como Sala de Conferencias. Enseguida, en un tercer ambiente hay una exposición, una más, acerca de Machupicchu. Es una exposición que cuenta con el respaldo y material de la comuna cuzqueña. Por ello mismo reivindica el descubrimiento de Machupicchu por Agustín Lizárraga y no por Hiran Bingham. Es justo. Este ambiente comunica a el que sería patio de labores, con su pozo de agua y sus jardines.

Patio interior convertido en sala de Conferencias
Finalmente, en lo que sería el ala derecha de la casa, hay un sector bastante amplio dedicado a Haya de la Torre. Sus inicios como estudiante en San Marcos, sus viajes y destierros, la fundación del APRA,  sus vicisitudes y sueños. ¿Qué hubiera pasado si Haya hubiera sido presidente? ¿Habría sido una especie de Francois Miterrand latinoamericano? Imposible saberlo. Hay una foto del Grupo Norte en el “Casino de Buenos Aires”, el  que luego sería el restaurante Morillas y hoy no existe más.  En esa foto están todos los personajes que hicieron la historia política y cultural del país. Una auténtica joya. También está expuesto el  carnet del militante 001 del APRA. Fotos familiares, del destierro, la amistad con César Vallejo y otros.  

Zona de Exposicion
Más. Recuperar las casas es recuperar y reconocer la historia; reconociéndose en ella. Varias casas y casonas han sido recuperadas en las últimos años en Trujillo: como la casa en donde vivió Vallejo, o lo que fue el internado del Colegio San Juan, Que el empeño perdure y se extienda en toda la ciudad.

Vista frontal de la parte trasera de la casa

El famoso carnet 001 del jefe del APRA

El Grupo Norte con Haya de la Torre en Buenos Aires

Efigie de Haya



























martes, 8 de mayo de 2012

Sharon Terry: Marinera con ángel



          Sharon Terry tiene 15 años. Es una adolescente inquieta. El año 2011 se coronó Campeona Mundial de Marinera con su pareja de Baile: Juan Pablo Espinoza, en Trujillo-Perú, el concurso más importante del país. Es la Nadia Comaneci de la Marinera: 10 puntos. puntaje perfecto. La conocí en el 2009 y ya dejaba traslucir seguridad y simpatía. Ahora lo confirmo, es de una simpatía arrasadora. Y tiene ángel. Sorprende su amabilidad. Al conversar con ella, va construyendo las frases y expresándolas como si de bailar Marinera se tratara, con elegancia y pulcritud. Su madre me confiesa que Sharon también ha sido campeona de oratoria. ¿Niña genio? Para nada. Esfuerzo y dedicación. Ha debido llorar para conseguir sus triunfos y no han sido pocas las frustraciones. Pero todo llega, y ahora es toda una Campeona. 

Los 15 años de una Campeona Mundial de Marinera
  JU:  Cuéntanos ¿Cómo empiezas a bailar la marinera? ¿Te gustó desde el principio?
  
Sharon: Empiezo cuando tengo seis años. Empieza todo como un juego. En el jardín (kinder) teníamos un taller de danza y allí me enseñaban Marinera. Cuando llegaba a casa le enseñaba a mi mamá los pasos que aprendía y siempre le tomaba bastante interés a este baile. Un día un amigo de mi mamá nos contó que  dictaba un taller en una instalación de la policía y mi madre me dijo “Hay que matricularte a ver cómo te va”. Este amigo era profesor temporal. Cuando llega el profesor titular, es Beto Pinedo, que es quien me ha enseñado desde que comencé hasta ahora. Así empecé a bailar. Y sí, me gustó desde el principio. 

JU:  Cuando campeonaste en el 2011… ¿En qué momento sentiste que podías campeonar? ¿O no lo sentiste hasta que dijeron que eras la ganadora? 

Sharon: En realidad los años te van dando experiencia. Yo la tenía, era mi último año en esta categoría y como que te sientes más segura, sabes lo que vas a hacer, lo que vas a entregar en la cancha. Conforme iban avanzando las fechas y veía que yo iba punteando, tenía los máximos puntajes; en la final, yo ya me sentía ganadora, sabía que me merecía ese triunfo, y que realmente si daba todo de mí, realmente yo podría ganar. 

JU:  El atuendo con el que concursaste no es muy usual (es corto). ¿En algún momento pensaste que podía restarte posibilidad de obtener el campeonato o sabías que no iba a ser así? 

Sharon: Tenía conocimiento de que no me iba a restar puntaje. No es un atuendo común, pero esta dentro de lo tradicional, porque en Moche usan ese tipo de trajes que son Anacos o Cotos. Que llegan a la altura de la pantorrilla o de la rodilla. Cotos es el que usé, que es pegado -el Anaco tiene más vuelo- y lo usan con bordados en Moche; y éste, que es más piurano, con camisones bordados y acompañado de una faja. Está dentro de lo típico, sino que mayormente se suele usar faldas largas y camisones 

JU:  ¿Y porque elegiste ese atuendo? 

Sharon: Me sentía más cómoda. Y se podía lucir más el zapateo, que es mi fuerte. 

JU:  Cuando tú ganaste muchas personas que no conocías, incluidos familiares, se alegraron por tu triunfo. ¿Que se siente que te quiera tanta gente que no te conoce? 

Sharon: Es algo que te llena de alegría. Saber que tú con tu baile, haciendo algo que es muy bonito y que es típico de tu país, llenas de felicidad a otros y les transmites un sentimiento muy bonito, eso te llena de orgullo, porque piensas que esas personas sin conocerte admiran lo que tú haces. Eso te da más ganas de seguir haciendo bien lo que sabes hacer.

JU:  A las reinas de belleza se les escucha decir que cuando ganan un concurso éste les cambia la vida. Tú ganaste el concurso de Marinera más importante en nuestro país. ¿Qué cosas han cambiado para ti? 

Sharon: Bueno, eso es muy cierto, un triunfo cambia bastante. Porque es algo que logras, y adquieres más experiencia y nuevos conocimientos que te ayudan a formarte mejor; y sobre todo en el concurso que organiza el clubLibertad, que es el más importante.  Allí aprendes muchas cosas: aprendes a ser segura de ti misma, a no dudar de lo que sabes hacer, a depender de ti misma. No puedes dejarte influenciar por otros. Y esto te hace más segura, hace que tu baile de cierta manera pase a otro nivel. Además trae orgullo a tu vida y no sólo a ti, sino a toda tu familia y a los que te rodean. 

JU:  También has tenido más presentaciones ¿Has viajado más?

Sharon: También en eso porque tienes el título más importante, tienes más presentaciones, más personas quieren verte bailar. Te haces más conocida. 

JU:  Tú triunfo es producto de tu esfuerzo antes y durante el concurso. Sin embargo ¿Qué otras personas han influido o contribuido a tu triunfo y te han animado a seguir adelante cuando tú decías “Ya no”?

Sharon: Si bien es cierto tú eres de quien esto más depende, porque tú eres quien sale a bailar y enfrentarse a los demás en la cancha, pero no sólo es esfuerzo tuyo; esto también depende de  tu pareja porque es quien te acompaña en el baile, de tu familia porque son quienes más te apoyan y están más cerca de ti. De tus profesores, por supuesto, porque ellos son quienes te enseñan todos los pasos y de los cuales depende tu nivel de baile, aparte de tu práctica personal y el empeño que tú le pongas; pero no es sólo esfuerzo tuyo, es también de todos los que te rodean y los que te están apoyando para que puedas obtener el título, que es algo que sigues por años, porque se necesita mucho esfuerzo para conseguirlo. 

JU:  Aparte de la Marinera ¿Qué otras inquietudes o gustos tienes? 

Sharon: Siempre quise practicar ballet, pero todavía no he tenido la oportunidad de hacerlo, me parece que este año voy a hacerlo; por que tenía en prioridad la Marinera y cuando tienes una prioridad las demás cosas las dejas bastante de lado. Ahora que he obtenido lo que quería y con lo que todos sueñan, creo que le voy a dar espacio también a otras cosas 


 JU:  En todos estos años practicando la Marinera, concursando y ahora obteniendo el triunfo, ¿De que manera ha influido tu madre? 

Sharon: Bueno, mi mamá ha sido mi mayor apoyo después de Dios. Ella siempre ha estado conmigo llevándome a los concursos, a los ensayos, viendo de que siga avanzando, de que esté bien, y como que si tú necesitas...Siempre necesitas un empujón para seguir avanzando, mi mamá ha sido siempre la que me ha dado ese empujón, ella siempre ha estado pendiente de cualquier cosa que pueda mejorar…Y las críticas de parte de tu madre siempre son buenas, porque son críticas constructivas, que te ayudan a superar esas cosas para que puedas ser aún mejor. Y ella siempre ha estado pendiente de mis ensayos, ayudándome en lo que necesitaba, diciéndome “Sharon puedes mejorar en tal cosa, yo te ayudo, vamos a practicar”. Y siempre apoyándome y llevándome de la mano. 

JU:  ¿Volverás a concursar en otras categorías en los siguientes años? 

Sharon: Claro. Ahora estoy descansando de mi campeonato, recién acaba de ser mi presentación de entrega como campeona y de aquí pienso volver a practicar porque me gusta bastante la Marinera, me gusta la danza, me gusta el mensaje que da, y pienso volver a participar en la siguiente categoría que es junior. Eso ya puede ser el próximo año. 


           Y allí se queda Sharon Terry, con sus 15 años, la luz de su mirada y las inquietudes de su edad, preparándose para ir al cine. Si todo sale bien dentro de un año se preparará para ir a la universidad y seguirá bailando para deleite de todos.

Sharon Terry con su banda de Campeona
Trujillo, 1 de mayo del 2012 

domingo, 6 de mayo de 2012

Buenos Aires-Trujillo: Las playas no mueren de pie; las devora el mar


               En la vida o fantasía de cada niño existe una playa en la que construye castillos de arena, o recoge muimuyes de entre la arena humedecida de la orilla, o persigue carreteros que emergen de las entrañas de la tierra, saliendo de orificios que parecen cueva de mineros o duendes.
Buenos Aires y la erosión costera en la Libertad
¿Normandía en el día D? Buenos Aires, Truillo - Perú, las playas no mueren de pie
                Los bonaerenses y una parte de trujillanos hicieron de Buenos Aires esa playa. En las mañanas del verano, cuando el Sol brillaba en oriente abriéndose paso entre los cerros que cubren las espaldas de la ciudad, mientras estiraban sus cuerpos o construían castillos sin dragones, veían cruzar barcos y gaviotas en el horizonte. Los barcos eran un misterio de destino ignoto, se iban para nunca volver; las gaviotas daban vueltas en el aire con sus gritos, volando a vuelos rasos, robando gotas del mar.

En un cuento de Edgar Allan Poe hay una playa en la que cada mañana aparece de la nada un cerro de arena; lo limpian y vuelve a aparecer. En Buenos Aires cada día una cantidad de arena como un cerro desaparece sin que se sepa a donde se va. Fue la playa más amplia en toda la ciudad, pero fue la playa pobre, la del último minuto, la más a la mano. Estos últimos años junto con la arena, el mar se ha llevado decenas de metros del litoral. Es muy poco lo que se ha salvado momentáneamente; ni nadar, ni jugar, ni mirar, ya nada se puede hacer en esa playa a   no ser que se miren los recuerdos. 

Buenos Aires - Trujillo . La playa que se va.
Hilera de bloques de cemento caídos como soldados muertos
              He llegado cerca del mediodía a Buenos Aires. En la parte central de la playa se reúnen los curiosos: turistas al paso que desean mirar cómo se muere una playa. Se paran sobre un borde y miran el horizonte como si no alcanzaran a creer lo que ven. Luego inician el peregrinaje hacia el norte o el sur. Miran como el mar ha comido las arenas, como si hubiera dado una gran dentellada arrancando trozos de un pastel. Hacia el norte, una franja de rocas intenta ser una barrera para el mar; hacia el sur, una hilera de bloques de cemento han caído como soldados muertos en una guerra. Sólo unos pocos se mantienen en pie. El mar se estrella contra las rocas con fuerza, revienta, nos moja con una suave llovizna. Cuatro curiosos parados sobre una plataforma se cruzan de brazos y miran: un cañón de hierro varado o tirado en la orilla librando una última batalla; una lengua de mar que ha ingresado en la arena como una medialuna, un sector de la playa que semeja las arenas de Normandía en el día D. El mar vuelve a estallar y muestra las espumas blancas de toda la vida. Acaso más limpias que antes y esa sea la única ventaja de tanta devastación. Una tenue neblina se infiltra en el ambiente y la sensación de final se vuelve aún mayor.

La Erosión Costera en Buenos Aires- Trujillo
Cuatro curiosos parados sobre una plataforma se cruzan de brazos y miran: no creen lo que ven
                   ¿Las autoridades? Nada, ya nadie les cree nada. Dos niños de la zona han pasado corriendo junto a mí, se han detenido a mirar el mar, uno ha probado a entrar al agua, retrocede, se van. Miro el agua coronando las rocas con sus espumas y pienso que falta muy poco para que logre rebasar. Las rocas quedaran en el fondo del mar y este seguirá avanzando. Hoy es un día normal. Hay días de mar encrespado en uqe las aguas salen aún más hacia la ciudad y la gente asustada reza su mejor oración.

El mar va comiendo la playa de Buenos Aires
Una lengua de mar ha ingresado en la arena. Los niños ya no construyen castillos.
                  Que desaparezcan dineros en las arcas del estado es normal; que desaparezcan personas en las guerras intestinas es normal. Que desaparezca una playa no. Decido que hoy no desaparecerá. Me marcho preguntándome cómo veré la siguiente vez lo visto hoy. La silueta de un barco se dibuja en el horizonte, pero  los niños ya no construyen castillos. A la playa la devora el mar. 

Buenos aires como era hace pocos años
Buenos Aires hace algunos años
 San Isidro, 3 de mayo del 2012 


PD.: Este es el relato de lo que encontré al retornar  a Buenos Aires en el 2014
 

sábado, 5 de mayo de 2012

En Trujillo del Perú, de viaje


El peligro de volver a Trujillo y andar sus calles con los ojos bien abiertos, es que uno se convierte en juez. Además está el odio y el amor, y las inevitables comparaciones y las preguntas sin respuestas. Yo camino preguntándome a qué hora me caerán encima los delincuentes que la prensa limeña ensalsa como los más temibles del planeta y que parece que tienen la ciudad controlada al milímetro  y a todos los trujillanos entonando Pedro Navaja hampón de esquina. Pero nada de eso encuentro que no sea la ciudad apacible y los rostros amables de toda la vida y de toda la historia porque así ha sido por los siglos de los siglos. Amén. ¿Y lo que dice la prensa limeña? Nada, algo tienen que inventar, porque de algo tienen que vivir y una buena mentira les ha ayudado a vivir. Y es verdad, aquí no hay huachimanes, ni rejas en las bocacalles de los barrios, ni tranqueras electrónicas, ni perros asesinos como en Lima.

                El amor. Caminar el centro de Trujillo es iniciar (o reiniciar) el amor con la ciudad  solariega y limpia de atmósfera, en la que uno dió los primeros pasos; es descubrir con asombro la belleza de los colores de las casas de la plaza mayor, únicos; pero también redescubrir la belleza de las casonas coloniales con sus ventanales de hierro. Descubrir su origen. Saber que aunque no se visite, al norte se tiene a Chan Chan y  al sur las Huacas del Sol y la Luna, que cada día convocan a más maravillados turistas; huacas que siguen develando sus misterios, para sorpresa del mundo, como el rostro del Degollador, que se ha convertido en un nuevo ícono de la ciudad. Es visitar el mural de Hastings y convencerse de que Trujillo sigue creando formas de maravillar a sus visitas.
Casona colonial en Trujillo
                El odio. Mirar Trujillo es también preguntarse por qué los trujillanos han elegido como alcalde al señor Acuña. Mi impresión siempre fue que ese caballero no da la talla para una ciudad tan importante y que la cultura no le alcanza para saber en dónde está sentado. Los brotes de basura en algunos barrios y algunas calles, la invasión ambulatoria, el desorden del tránsito en algunas zonas y la nula presencia ordenadora de las autoridades parecen confirmar mi impresión. Pero culpable no es acuña, sino aquellos que lo eligieron. También viene del amor y el odio el preguntarme en donde está el producto de las nuevas generaciones de trujillanos salidos de las nuevas universidades; como la Vallejo, de Acuña. En donde están las nuevas industrias, con y sin chimeneas, que deberían dirigir esos nuevos profesionales. No las veo. Si bien la ciudad ha cambiado considerablemente, corre el riesgo de calcutizarse porque es un crecimiento y cambio que no es dirigido por sus profesionales, sino por la irrupción de economías de subsistencia que saturan cada metro cuadrado. 

Tampoco veo los nuevos los nuevos liderazgos, las artes ni la gran cultura. Qué fue del Grupo Norte que marcó una época en el país? ¿Dónde están las inquietudes? Se habla  mucho de capital de la cultura, pero habría que pensárselo dos veces. Cultura no es el desorden, los colorinches, la saturación de los espacios.
Colorinches, saturación y desorden
               El amor. Caminar las calles de Trujillo es volver a tomarse un jugo en la San Agustín, probablemente el jugo más exquisito que se pueda beber en todo el país. Es comerse un pollo a la brasa en los Pollos Bolivar, para revivir la tradición; es buscar y casi no encontrar el King Kong de Castañeda, tan rico y tan exclusivo a la vez, y desear comérselo por la tarde con un café, o una cola, igual de sabroso lo uno y lo otro (nada me digan de Kinkones lambayecanos que saben a suela). Es comprar calzado bueno bonito y barato; buscar las contundentes yuquitas fritas del 24 horas, tan ricas y buenas que tres de ellas son demasiado. Es observar en el mercado central la fruta más maravillosa y colorida de todo el país; es mirar con angustia el colegio San Juan en el que fuimos felices, ver que lo han ensuciado; es mirar y no tener tiempo para entrar a comer helados en “El Chileno”; ni tener tiempo para 100 cosas más, porque llego a la conclusión de que esta ciudad es tan grande y posee una riqueza cultural visitable mayúscula, que ya no alcanzan 4, 7 ó 15 días. Entre museos, casonas, distritos, monumentos, comercios, se necesita más tiempo y no hay.

Pequeña muestra del enorme Mural de Hastings (UNT)
Apenas puedo ingresar a conocer la casa de Haya de la Torre, hoy restaurada y convertida en museo; visitar por segunda vez el balneario de Buenos Aires, para verlo convertido en lugar turístico de quienes desean ver cómo increíblemente se muere una playa; visitar una parte de la familia, reconocer a los primos viejos y conocer a los nuevos; en fin, Trujillo es el lugar del odio y del amor. Una ciudad hermosa que estremece por su belleza invisible y la calidez de su gente y su historia tan rica; pero que angustia por sus problemas no resueltos, porque no se le descubre el norte, y porque sus mejores hijos no están a la altura o están en otra parte.

Recuperada casa de Haya de La Torre


San isidro, 04 de mayo del 2012