¿Un kamikaze en Perú? En la semana del 28 de marzo al 3 de abril, Alejandro Toledo ha usado sus apariciones en los medios para fustigar y atacar al candidato Ollanta Humala, siendo superado en este propósito sólo por Luis Castañeda, quien con un spot televisivo bastante nauseabundo, ha llevado las palmas en la materia. La diferencia: Castañeda es un postulante cadáver; Toledo, un postulante con opciones.
Toledo gustaba presentarse como un error estadístico |
El Alejandro Toledo del 2,011 ha querido ser el Alan García del 2,006. Este último demonizó a Humala en esa elección y se vendió como salvador en la segunda vuelta electoral. Pero Toledo no es García ni estamos aún en segunda vuelta. Con rápidos reflejos Keiko Fujimori ha dicho que ni Humala es el diablo, ni Toledo el Salvador. Kuczynski y Castañeda han respondido cosas similares.
En el afán de ser García, Toledo ha olvidado la historia, también el factor Fuerza Social, y no ha comprendido el cambio del mapa político peruano. En historia, la izquierda a la que hoy ataca con adjetivos le dio a Toledo su apoyo y votos en las elecciones del 2,000 y 2,001 y lo miraba como el más amigo de los candidatos de la derecha. Toledo ha ignorado que apenas en octubre del año pasado, Fuerza Social logró 1’750,000 votos sólo en Lima. Si apenas el 10% de esos sufragios fueran ideológicos, don Alejandro se ha peleado con 175,000 votos cuando más los necesitaba. Y no ha percibido que el ejemplo de Brasil y Chile ha llevado a mucha gente a un giro ideológico que mira con gran simpatía a la izquierda.
¿Toledo tenía opciones mejores que anti humalizar su discurso? Si. Un gobierno llevado bastante bien en lo económico y con pocos señalamientos en lo moral, más allá de unos familiares discutibles. Sacó al Perú de la recesión heredada del fujimorismo y reivindicó lo autóctono y nacional. Además encarceló a la mafia fujimontesinista y legisló al respecto. ¿Se puede prescindir de tantas estrellas en una campaña electora como lo ha hecho Alejandrol? Pero además el toledismo no ensayó una respuesta seria frente a un PPK usurpador que se adjudicaba los logros de su jefe habiendo sido uno más y nada más. Los analistas coinciden en que Toledo no sabe lidiar con el éxito. Cuando estaba más alto en las preferencias electorales decidió pelearse con el quinto candidato, y con el secretario del presidente García. Ahora, hoy, en el momento decisivo en que debe enfatizar los logros de su gobierno para diferenciarse de sus clones de derecha, se convierte en el candidato anti-Humala, hacedor de guerra sucia, bonzo, capataz de demolición de la derecha.
¿Perdió Toledo? Ese parece ser el resultado. Después de una semana de guerra sucia la encuesta de El Comercio del 3 de abril dice que en la última semana el cholo ha bajado de 20% a 17% y Castañeda de 15% a 11%, mientras Humala pasa de 21% a 26%. El mensaje es claro, la población rechaza el barro y el maniqueísmo que los medios de comunicación le proponen y estos candidatos encarnan. PPK y la Fujimori con algo de olfato han sido mesurados frente al nacionalista. Por ello es difícil entender esta versión de Toledo disparándose a ambos pies. Esa terquedad de inmolarse nos acerca a la posibilidad de que pasen a segunda vuelta Kuczynski o la Fujimori. Ambos representan a la ultraderecha peruana y serán rechazados en segunda vuelta por una izquierda que en cambio hubiera elegido a un Toledo más conciliador. Decenas de miles, quizá cientos de miles de electores votarían sin dudas por Toledo frente a Humala en la repesca, y no lo harían jamás por Keiko o PPK. Pero este Toledo ideologizado que prescinde de los modales y se centra en una campaña de miedo y exclusión del otro, no convoca, ahuyenta sin quitar un voto a sus adversarios directos. El domingo 10 sabremos si la estrategia toledista de mono con metralleta lo hunde; o si el temor más que las propuestas, hace que los electores de PPK y Castañeda, retornen al lado de Toledo.
Pueblo Libre, 3 de marzo del 2,011
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