¿Los peruanos nos tomamos la vida en serio, en juego, o como
vacilón?
Waldir Saenz, notable filósofo
blanquiazul, lo definió así en su corta
estancia en norte américa: “En EEUU se
trabaja mucho y se divierte poco. Acá (Perú) se divierte mucho y se trabaja
poco”. Los norteamericanos viven para trabajar; los peruanos viven para la
diversión. Los norteamericanos, como los alemanes o los japoneses, incorporan
una cultura del trabajo que atraviesa sus vidas. Eso los ha llevado a ser
naciones prósperas, pero también a problemas que nosotros no conocemos. Los
norteamericanos, como los alemanes, tienen millones de personas viviendo de programas de ayuda del estado, gente que vive debajo de una escalera, en
harapos. Esas personas son la vergüenza de esos países, ejércitos de gente
estirando la mano. La competitividad o la falta de ella lo permea todo. Eres
competitivo, ganaste. No lo eres, perdiste. Y la diferencia o la distancia
entre el que es competitivo y el que no, es enorme.
Pobreza en Alemania (también) |
La Vida en Serio
En Japón el problema son los suicidios. Tienen la tasa de suicidios más alta del mundo. Otro problema es la
soledad, el silencio, la rigidez. Llegar tarde una vez es malo. Abrazar a
alguien es una extravagancia de otros. Esa rigidez los lleva a la soledad, a una
vida plena de logros materiales en donde les es posible comprar toda la
tecnología que desean; pero no tienen ese querer que tenemos los latinos: una
sonrisa, un beso, un abrazo, apretar la nariz del otro, besarle la frente. Para
ellos la vida no es juego, es algo muy serio y así se lo toman hasta la
neurosis, es lo único que conocen.
La Vida en Juego
En el intermedio, entre nuestro
exceso y la visión japonesa, algunas de
nuestras costumbres nos salvan. Un plato de comida es importantísimo porque se
adora la comida y ésta salva, de la depresión, de la neurosis, del suicidio.
Pero también el abrazo, la caricia, una llamada telefónica entre parientes, la
reunión familiar a la que renunciamos más ahora último, todo eso nos llena de
un regocijo que nos alimenta y salva. A algunos los salva la pichanga de
fulbito. La pichanga en si es tomar la vida en juego, pero después de la
pichanga viene el trago, eso es tomar la vida en vacilón y allí ya hay un problema:
el juego tiene reglas, hay que jugarlo limpiamente, existe un ganador, o varios
ganadores. En el vacilón no hay reglas, no hay un ganador sino muchos perdedores.
Después de la pichanga viene el trago, que éste no nos beba debería ser lo más importante.
En el Perú nos hemos ido al otro extremo. Todo es diversión. Una fiestecita mediana o grande, una reunión de amigos donde se come y bebe a raudales, una pichanguita sazonada con algunas o muchísimas cervezas, todo es siempre diversión. Si se hace teatro, tiene que ser en plan relax; si se hace cine igual, mucha jerga, mucha criollada, y sobretodo, mucho vacilón. Allí está Asumare I y II: un cine adefesiero que sin embargo tiene el éxito de público asegurado y hasta se le quiere dar un cariz intelectual. Si es música también es diversión. Y así, el vacilón, la juerga, la francachela, la pichanga, la cuchipanda y la chupindanga; todo, es permeado por una forma de vida que jamás parece tomar en serio nada y más bien profundiza en la improvisación, en el desorden, la desorganización, la carencia de estándares mínimos de calidad en todo. El transporte público, por ejemplo, es un vacilón de seudo empresarios y autoridades para las que también el transporte y su normativa son un vacilón. El resultado son muertos por centenares en las pistas. Y ese parece ser nuestro destino escrito. Maktub. ¿Algún día cambiaremos? Yo creo que es posible. Hay que sembrar ideas, valores, ideales, en el suelo correcto. Como dice la biblia, “No tires perlas a los cerdos porque voltearán y os despedazarán”
Cómicos Ambulantes: la informalidad o la vida como juego |
La Vida como Vacilón
En el Perú nos hemos ido al otro extremo. Todo es diversión. Una fiestecita mediana o grande, una reunión de amigos donde se come y bebe a raudales, una pichanguita sazonada con algunas o muchísimas cervezas, todo es siempre diversión. Si se hace teatro, tiene que ser en plan relax; si se hace cine igual, mucha jerga, mucha criollada, y sobretodo, mucho vacilón. Allí está Asumare I y II: un cine adefesiero que sin embargo tiene el éxito de público asegurado y hasta se le quiere dar un cariz intelectual. Si es música también es diversión. Y así, el vacilón, la juerga, la francachela, la pichanga, la cuchipanda y la chupindanga; todo, es permeado por una forma de vida que jamás parece tomar en serio nada y más bien profundiza en la improvisación, en el desorden, la desorganización, la carencia de estándares mínimos de calidad en todo. El transporte público, por ejemplo, es un vacilón de seudo empresarios y autoridades para las que también el transporte y su normativa son un vacilón. El resultado son muertos por centenares en las pistas. Y ese parece ser nuestro destino escrito. Maktub. ¿Algún día cambiaremos? Yo creo que es posible. Hay que sembrar ideas, valores, ideales, en el suelo correcto. Como dice la biblia, “No tires perlas a los cerdos porque voltearán y os despedazarán”
En Perú, o más precisamente, en
muchas ciudades del Perú, comenzando por la capital, Lima, se ha confundido el juego con el vacilón y se convierte todo en
éste último: la política, el estudio, el deporte, el trabajo, el arte, la vida.
Ese es nuestro problema. No tomamos la vida en juego, con unas reglas, una
disciplina y una dimensión lúdica; no, la tomamos en plan vacilón, comer hasta
reventar, chupar hasta morir, bailar hasta que el cuerpo no aguante y nos echen
de la disco. Sin reglas. Vivir sin reglas, nos lleva por ejemplo a arrimarle la
basura al vecino, y no importa si se molesta, porque no se valora la amistad; sacar
la basura a cualquier hora es no tener reglas, pero también no tener cerebro;
zamparse en la cola del pan o en la bodega es no tener reglas; pedir o pagar
coimas, no sancionar lo sancionable, todo ello es llevar una vida sin reglas. Esa
es, como dirían los administradores, la debilidad y amenaza de nuestro FODA
nacional.
¿Cómo salir de esto? Con
disciplina. Enseñándola desde muy chicos. Para ello deberíamos convertirlo en
objetivo nacional. Menos días del chicharrón y el ron; aunque sea un día de la
disciplina.
Sangre en las Pistas: La vida como vacilón sangriento |
Pueblo Libre, 3 de abril del
2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario