Novecientas (900) personas
murieron hace algunos días en el Mediterráneo, convertido desde hace algunos
años en tumba de miles de gentes que huyen de Africa. Llama la atención. Ha
pasado menos de una semana y la noticia ya no está más en los medios y casi que
ha sido olvidada. Ha sido cubierta por otras noticias más novedosas. Pero… ¿Y
los muertos? No importan, son malos tiempos para los muertos, nadie que se
ocupe de ellos. Es que, no me malinterpreten, no es que se pueda hacer algo por
ellos. Fallecieron y ya. Es verdad. Pero digo, cuando ocurrió lo del Costa Concordia se armó un despelote
que duró varios días y se investigó al Capitán y tal y tal. Al tipo le dieron
16 años de cárcel por los 32 fallecidos. En cambio ahora, mueren 900 negros y
no pasa nada. Bueno, era eso, son
negros. Qué terrible. Si mueren unas decenas de blancos se habla una semana y
se investiga hasta agotar posibilidades buscando culpables hasta incurrir, sí,
incurrir, es una palabra bonita, incurrir en teorías conspiranoicas del tipo
“han sido los rusos, los perversos”. Pero si mueren 900 negros parece que no
hubiera muerto nadie.
Inmigrantes africanos en Italia |
Recordando a los "Balseros Cubanos"
Recuerdo un tiempo en que cuando
alguien a bordo de una nave moría en el estrecho de la Florida, o se lanzaba a
la mar, se hacía un escándalo tremendo. Si
la nave salía de Cuba era que huían del Comunismo, ese sistema perverso,
de los lavados de cerebro, el totalitarismo comunista, y los Castro, claro;
todo lo justificaban los Castro. En cambio ahora salen todos los días cientos
de negros de áfrica y nadie dice que huyan del Capitalismo totalitario, de los
lavados de cerebro, del sistema perverso ¿Entonces de qué huyen? Huyen de la
pobreza, del hambre, de una vida sin ningún futuro. Es decir huyen del
capitalismo. Pero, dirán algunos, se van a un país capitalista. Hombre y
claro, a un país capitalista que los recibe a balazos, donde probablemente harán
los trabajos que nadie quiere. Y se van a un país capitalista de arriba, porque
si fuera, por decir algo, en Sudamérica, vamos
ver si huían. Que no, que sería cambiar mocos por babas. Nadie huye de
Bolivia a Perú ni viceversa, todos huyen a los EEUU.
La Inmigración Mexicana y Latinoamericana
Volviendo a las balsas; son malos
tiempos para ser balsero, o para huir del capitalismo, como se quiera; porque
los mexicanos no son balseros, ellos son treneros, huyen en tren, y los
salvadoreños, y los guatemaletecos, y los ticos, y los nicaragüenses, y
peruanos, y ecuatorianos. Que todo el
mundo está huyendo y EEUU los recibe (decir que los recibe es un decir),
en realidad no los recibe y les han puesto un muro de cemento de 1,125 kilómetros de extensión, custodiado por helicópteros artillados para impedir la
llegada de la gente. Qué diferencia con el trato a los “balseros cubanos” que
eran recibidos como héroes, se les daba mucha cámara y micrófonos para hablar
contra Cuba y se les ofrecía trabajo y dinero. Lo dicho: malos tiempos para ser
balsero.
Los Fallecidos del Mediterráneo
En el caso del Mediterráneo el
año 2014 murieron más de 3,200 personas en las aguas. No es poca cosa y se dice
rápido, pero si mañana se produjera un terremoto en Perú y murieran 3,200
personas hablaríamos de ello quince días. En el primer trimestre del 2015, cincuenta y siete mil (57,000) personas han llegado a Europa procedentes de
países africanos o árabes en busca de un mejor futuro. Eso proyecta una cifra
anual superior a 200,000 personas. Es mucha gente y la cifra triplica la del
año anterior. No los detienen ni las balas que les disparan en Italia, España o
Francia, ni los naufragios. Es un problema que va para largo. ¿Qué hacer?
Como siempre el problema no es la
gente. El problema es que las costuras del sistema están que revientan. No se
pegan ni con Terokal. El sistema es como esos gordos de ahora, están hinchados,
pero están desnutridos. Si el norte rico (y ni tanto) condena al sur a la
pobreza, a la miseria y a morirse de hambre, mientras la tecnología muestra
imágenes de un paraíso terrestre en el que se come y se toma sol y se derrocha
como si el mundo no tuviera fin, obvio que la gente condenada a la miseria
querrá participar de la fiesta.
Y la solución no estoy sugiriendo
que sea que la gente no vea la fiesta, la solución pasa por un reparto más
justo de la riqueza, pasa por llevar tecnología y educación a todos los lugares,
pasa por que toda la gente lleve una vida más digna en sus lugares de origen. Al
final, el planeta es de todos. Lo sé, no estoy pidiendo casi nada. Utopías
mías, pero mi misión es decir la verdad y no lo que la gente quiere oír. Los
ricos no comprenderán esto hasta que sientan que tienen, ellos y no los
africanos, el agua hasta el cuello.
Pueblo Libre, 28 de abril del
2015
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