Un sábado del 2011, llegué a casa después del trabajo.
Encendí el aparato maquinalmente. Daban una película de guerra, de guerra en
Vietnam. De pronto del interior del TV sonó como si reventaran cancha. La
imagen se fue. Tomé el control remoto y lo encendí de nuevo. La imagen volvió
un segundo, dos, tres. Otra vez reventó algo y la pantalla se oscureció. Me
dije “lo mandaré a arreglar”. Luego me pregunté “¿Para qué arreglarlo?”. Me
dije “Lo dejaré allí un tiempo”. En ese momento no podía imaginar las ventajas que acarrea no ver TV. Han pasado tres años que se cumplen el 11 de
octubre y no la echo de menos.
Confieso que al principio fue
difícil. Es una adicción como el tabaco o el alcohol. El sonido, la necesidad
de acompañarnos de algún sonido es lo primero que hay que soportar. Se llega a
la casa y se enciende un sonido, no necesariamente una película, una serie, un
programa de concurso, se enciende un sonido que nos haga sentirnos acompañados.
Lo soporté. Eran los tiempos en que habían botado a Rosa María Palacios del
canal 4 y en el horario de las 11 pm quedaban Carlos Carlin, Beto Ortiz y Aldo
Miyashiro (me la pusieron fácil, es verdad). Los noticieros, que eran lo poco
que yo veía, ya eran unos bodrios lamentables, pero menos que ahora.
Pues bien, la TV que ahora veo se
limita a la que capto en los restaurantes a la hora del almuerzo, o
eventualmente en alguna reunión social. Nada. Ni la extraño, es más, me parece
surreal ver la fruición con que la gente mira la TV en los restaurantes. Es
inaudito cómo soportan a ese Doctor que les muestra vómitos y otras excrecencias a la hora del almuerzo. No ver TV es muchas ventajas y beneficios.
Algunos de ellos muy valiosos. Veamos algunos.
Tiempo
Digámoslo claro, la TV roba
nuestro tiempo de un modo brutal. Una serie, un noticiero, un reality, toman
una hora de nuestro valioso tiempo. El caso es que nos acostumbramos a que nuestra
vida transcurra frente a la pantalla de un TV. En países como EEUU se calcula
que las horas diarias que una persona pasa frente al TV son más de cuatro. Pues
bien, yo pasaba alrededor de dos horas diarias frente a la pantalla. Hoy ese
tiempo es mío, pero no para perderlo de otra forma, sino para aprovecharlo de maneras
provechosas. Por ejemplo aprendiendo algo de inglés en Youtube, mientras tomo
el desayuno. O repasando en el mismo youtube temas de mi profesión. Mirando entrevistas
interesantes a personajes históricos y aún mirando u oyendo temas de mi agrado,
elegidos por mí y no por algún programador de TV interesado en convertirme a
sus dudosos gustos.
Cero Preocupaciones
Bueno, no tanto como cero
preocupaciones, pero al menos las preocupaciones que la TV podría inocularnos,
están conjuradas. A veces en las redes sociales miro algunos mensajes de mis
contactos hinchando con verdadero ardor por el grupo “rojo”, o el grupo
“verde”. O por los “leones”. En fin, se compran el pleito. Viven verdaderos
dramas junto a sus ídolos de barro. La TV actual ha convertido en culebrón telenovelero a todo. Los últimos días que miré TV los culebrones eran Alicia Delgado y Abencia
Meza. Dos semanas completas hablándose de ello en la TV peruana y en los hogares.
Luego fue el caso de Ciro Castillo. La TV nos vende preocupaciones que nada
tienen que ver con nuestras personas, pero que se superponen sin que nos
percatemos. Apagar el TV en mi caso ha significado no tener ese tipo de
preocupaciones. Eso me ha llevado a una vida de más tranquilidad de espíritu,
menos pleitos, mayor y mejor concentración.
Mayor Creatividad.
Desde que dejé la TV apagada, mi
creatividad se ha desatado. Debe ser el efecto purificador que tiene el volver
a pensar con nuestros pensamientos y no con el guión de los programadores
televisivos. Cualquiera que vea programas como “Al Fondo Hay Sitio” o “Magaly
Medina”, debe tener un serio problema de poca inteligencia, son programas
hechos para tarados. Pero eso no siempre es tan evidente. Hay programas como el
Dr. TV que vienen con una aureola de
gran cosa. El resultado puede ser hasta peor que un programa como el de la
Medina. El miedo que infunde el susodicho doctor con sus terribles enfermedades,
crea seres apocados, débiles, miedosos. Y como ese hay muchos programas que
ingresan a nuestros hogares sin anunciar sus terribles consecuencias. Mi creatividad
desatada me ha llevado a concebir canciones, escribir más y mejor en éste y
otros blogs, y tener en escritura un par de libros. Si eso no es creatividad desatada,
¿entonces qué lo es?
Mayor Felicidad
El solo hecho de saber que he
podido vivir sin TV por tres años me hace sentirme diferente y ese hecho me
hace más feliz. Hay que tener fuerza de voluntad y la he tenido. Pero eso no es
todo. La distancia con la TV parece renovarnos, llenarnos de energía. En ese
tiempo he podido retornar al gimnasio, conocer gente, ponerme en forma, estar
más alegre y ver la vida de manera diferente. Más vital, más libre. La gente de
la TV es parte de un sistema que nos esclaviza. Digo bien, un sistema. La TV
funciona en base a la publicidad, ese es su negocio. Para que el negocio
funcione nosotros somos convertidos en parte del objetivo. Debemos convertirnos
en consumidores. Entrar en la ruedo del consumismo. No del consumo, sino del
consumismo. Nos inflaman de consumo. La felicidad se mide por cuan capaces
somos de comprar lo que la TV dice. O que tan cerca estamos del estereotipo que
nos venden. Como no miro TV sus estereotipos no cuentan. He escapado a la rueda.
La felicidad depende de lo que yo decido, no de las propagandas ni del sistema.
Estas son algunas de las ventajas de no ver TV. Y hay más, pero por hoy es suficiente. ¿Y tú
qué opinas? ¿Podrías vivir sin TV un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿Piensas que la TV
es imprescindible en tu vida?
Pueblo Libre, 08 de octubre del
2014
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