viernes, 25 de marzo de 2011

La hora del Planeta ó el autoengaño del Planeta


             Este sábado 26 de marzo se celebra la llamada “Hora del Planeta”, iniciativa que tiene como objeto sensibilizar al mundo acerca del cambio climático. Se  celebró por primera vez en el 2,007 en Sydney, Australia; desde entonces decenas de países y cientos de ciudades se han sumado a la acción. Hasta allí todo bien. El hecho es loable, pero no nos engañemos. Les diré porqué.

Cambiar o morir, sin mentiras.

            En el blog de la  FIAT peruana dice: “El año pasado el Perú obtuvo uno de los resultados más impresionantes con 8 millones de personas participando….” Eso es como si en todo Lima se hubiesen apagado todas las luces durante 60 minutos. No fue así, se apagaron poquísimas luces, acaso las más indispensables en algunas casas, el sector comercio funcionó a plena luz, sin complejos. En el resto del país la participación fue mínima. Lo que sí menudearon en los días previos fueron las estrellitas mediáticas necesitadas de promoción que aparecieron para la foto para “sumarse a la iniciativa”. También contribuyeron algunos periodistas deseosos de notoriedad. Si para curarnos mentimos, no nos curaremos.

            Las luces se apagan un día sábado, entre las 20.30 y las 21.30 (¿y si a la medianoche?). A esa hora y ese día el sector industrial está apagado y la parte de él que está funcionando no deja de hacerlo. El enorme sector estatal no trabaja los sábados, y el sector comercio ya lo dijimos, trabaja sin complejos, money is money; sólo nos queda el sector doméstico y allí no pasa nada.  

            El año 2010 y también en años anteriores, los alcaldes de la capital peruana han sembrado masivamente postes con luces ornamentales de entre 20 y 50 centímetros de altura, por cuanta avenida vistosa existe en sus distritos, con propósitos más bien electorales. Luces absolutamente innecesarias que harán las delicias de hormigas y chanchitos, pero que no suman a la seguridad de las calles. Esas luces suman al cambio climático, contaminan, y nadie dice nada. Son miles y miles de luces encendidas innecesariamente todos los días del año.

            Si las luces se encienden en el planeta un promedio de 10 horas diarias, en un año estarán encendidas por 3,650 horas. Ya sé que es un cálculo arbitrario, hay fábricas que funcionan 24 horas sin parar y no con un foco, pero no tenemos un cálculo mejor. Si de esas 3,650 horas apagáramos el planeta entero (cosa que no ocurre) por una hora, estaríamos ahorrando 1/3,650 avo de energía y evitando esa misma cantidad de cambio climático anual. En 3,650 años avanzaremos un año.

            Vamos, ¿a quién queremos engañar? No hay que inundar noticieros como si hubiéramos evitado la colisión con el planeta Hercóbulus. La iniciativa es buena pero necesitamos hacer ajustes. Menos estrellitas para la foto y más conservacionistas y verdes y ecologistas y ambientalistas que digan su palabra y expliquen el porqué y el cómo. Menos figuritas de sociales diciendo “súmate” y más conciencia en colegios, universidades y hogares. Menos periodistas cómplices y ciegos y mudos y sí otros que les digan a los políticos que no pongan luces innecesarias. Finalmente, más batalla  por un cambio de mentalidad sobre todo en el sector industrial, que es el que más contamina y nos orilla a una catástrofe global a pasos agigantados, como en Fukushima. El cambio es necesario, las mentiras y el autoengaño con parafernalia sobran.

Pueblo Libre, marzo del 2011


No hay comentarios:

Publicar un comentario