Los trujillanos adoramos
nuestra ciudad al punto de hacerle daño. Estamos tan convencidos de su belleza
que deseamos que nada en ella cambie. Es más, no queremos ni enterarnos de sus
males y aquel individuo que los señalare es considerado un mal trujillano, un
apóstata, hereje, traidor.
En medio de tanto amor los
problemas se acumulan. Por ejemplo, la dotación de agua en el centro de la
ciudad, tan insuficiente como carente de presión; o el servicio eléctrico,
deficiente por décadas y sin intensidad, para una ciudad que ahora crece a ritmo
acelerado; y aún, la llegada a nuestra ciudad de ejércitos de foráneos, que carentes
de educación la ensucian abundantemente. Ninguno de estos problemas se discute
porque cegados por un orgullo tonto, los trujillanos se han convertido en
enemigos de su ciudad. ¿Dónde está la verdad y dónde la mentira? ¿Cero problemas?
El Verdadero Problema
Para nada. Sin embargo, el gran
problema de Trujillo no es alguno de los mencionados antes, sino uno que afecta
su viabilidad como ciudad moderna, incluso su derecho a un lugar, el peligro de atraer sólo a gente sin capacidades y a sectores terciarios de la economía. Algo de eso se nota ya en la elección de autoridades. En unas décadas hemos pasado de la dirección municipal de los ingenieros Guillermo Larco y Jorge Torres, que llevaron adelante municipalidades de vanguardia, a la dirección municipal del Ing. César Acuña, auténtico analfabeto funcional, que se jacta de "no leer ni escribir" y cuya comunicación verbal es abochornante para cualquiera que lo escuche. Ese es el riesgo de atraer a gente que no entiende el mundo actual, circunscrito a su cacicazgo local, peleado con la modernidad y las nuevas tecnologías y el aprovechamiento que éstas pueden darnos de las ingentes riquezas que la región produce. Eso llevará a Trujillo en cambio a hacer suyo un destino de ciudad banal, estacionada, de evocación frívola, sin
mañana y moribunda.
Catedral de Trujillo |
¿Frente a esto, qué hacer?
¿Cómo hacer viable nuestra ciudad? ¿Cómo hacer que los sueldos crezcan de modo
que la ciudad sea atractiva para sus hijos desde unos sueldos dignos y una
generación de empleo que garantice la empleabilidad de la gente.
¿Qué Hacer?
Para empezar hay que mirar
nuestros recursos y qué tan bien son utilizados: la pesca, minería, agricultura,
ganadería, agroindustriales, servicios, comercio, industria. Hay sectores como
la industria, verdaderamente incipientes y donde más bien se han producido
retrocesos, caso Pilsen Trujillo, o bebidas gaseosas hoy desaparecidas. En
cambio, la fruticultura y aún la agricultura, son nuestra joya de la corona
¿Pero, estos sectores benefician a los trujillanos? ¿Con qué sueldos? ¿Y en
exportaciones cómo vamos? ¿El dinero se queda en la ciudad o va a enriquecer fortunas limeñas? ¿Hay reinversión? Es un misterio
que deberíamos resolver. La tercera etapa de Chavimochic, debería posibilitar
que decenas de miles de trujillanos se conviertan en propietarios de la tierra
y no como parece, que unas pocas empresas se harán con ellas, convirtiendo a
los trujillanos en sus empleados.
Por otro lado, el tonto orgullo
nos tiene tan atontados que nos impide ver lo obvio. Por ejemplo la
desaparición virtual de las pocas industrias y algunos comercios importantes de
la ciudad y región. El banco Nor Perú, la Pilsen
Trujillo, Merpisa, son empresas que han cerrado sus puertas entregando sus
respectivos mercados a firmas limeñas o entranjeras, que pagan a sus empleados
trujillanos sueldos miserables; que como la Pilsen Trujillo ya nada tiene de
trujillana, ni el agua, pero explota comercialmente el nombre, para seguir
desvalijando a los trujillanos con el beneplácito de estos..
Ante lo anterior cabe la pregunta ¿Qué
han hecho las nuevas universidades trujillanas y sus graduados para generar las
nuevas industrias y actividades económicas? O es que como parece ocurrir, ¿las
nuevas universidades están generando profesionales clientelistas en busca del
nombramiento en alguna dependencia del estado central o local?
Toda la estructura, como se ve,
apunta a eso, la pauperización de las familias, el PBI regional estancado o disminuyendo. Frente a ello un orgullo de
dientes para afuera, pero que no materializa en planes y acciones que
solucionen el problema. Cabe preguntares nuevamente ¿Trujillo, cero problemas?¿Somos una ciudad viable?¿O
futuro incierto? ¿Nos interesa nuestra ciudad o sólo jugar a la comidita? El debate está abierto.
Pueblo Libre, 21 de setiembre
del 2014.
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