Cuando peor vayan las cosas, más burro tienes que estar. Hace algún
tiempo oí decir esto a Miguel Ángel Cornejo cuando se burlaba de la forma de
encarar las crisis que teníamos en Latinoamérica, entre otros, quitando
financiamiento a la educación. Hace algunos meses atrás conversando con una
amiga, recibí de ella unos consejos. Me decía que en el caso del blog,
debería bajar el nivel. “Es difícil para nosotros”, dijo, “Pero cuando bajas el
nivel, alguien de abajo te puede ver y hasta quizás te llaman”. Se refería ya
no sólo al blog, ella hablaba de todo en general. “Mira”, dijo para probarme su
aserto, “La gente ignorante, es la más feliz. Y nosotros, cultos, con nuestras
paltas no atinamos a nada”. De verdad parecía un razonamiento sólido. No le
dije ni sí, ni no. Me parecía que algo fallaba en semejante razonamiento.
Unos días después cayó en
mis manos un diario en el que leí un lamentable artículo escrito por un tal
Eloy Jáuregui. Creo que es uno de opinólogos del medio que se han hecho un
nombre a base de esfuerzo, pero han terminado por poner su talento al servicio
de lo que vende y ya. En el artículo, Jáuregui contaba con detalle sus impulsos
masturbatorios en los cines limeños contemplando a las beldades del celuloide de
su época, una por una. El tema no esta mal cuando se trata bien, pero cuando se
quiere pasar por achorado, por desprejuiciado, y se busca escandalizar, entonces
la cosa anda bastante mal. Si Jáuregui había conseguido eso bajando su nivel y lo habían llamado para eso,
había que pensarlo. Beto Ortiz es otro tipo talentoso. Quizás más que Jáuregui.
Pero también a Ortiz se le da por bajar a niveles abyectos muchas veces. No hay más que recordar
algunos de sus programas de TV y su predilección por entrevistar
bataclanas sin detenerse a pensar un segundo en lo vulgar, frívolo y morboso que
terminaba siendo aquello. La faceta de periodista político le sale mucho mejor,
pero parece pesarle como una loza. Jaime Baily es otro caso. El niño terrible,
devenido en joven maravilla y tío procaz finalmente, es otro tipo de nuestras
pantallas que hacía un periodismo impertinente, pero cerebral. Verlo y oírlo hasta
principios de los noventa era una obligación. Se autoexilio cuando el golpe de
estado de Fujimori de 1992 y a su regreso de Miami volvió afirmando que estaba para
divertirnos. Puro estiércol, o estrategia de la cucaracha. Baily devino en productor de escándalos baratos, besador
de hombres en pantalla y sicario
mediático a pedido. La lista de personas absolutamente talentosas que han
bajado su nivel para mercadearse es interminable y quizás a ellos les debamos bastante el
espectáculo triste de mirar señoras que llevan a sus perros a defecar en los
parques, en los que deberían jugar los niños. O quizás el espectáculo de
gente miccionando a plena luz del día en las principales avenidas y calles limeñas.
Jamás sin esfuerzo y siempre lo mejor |
En nuestra TV, César Hildebrant jamás
bajó su nivel y es recordado con admiración, cariño y añoranza. Digo ¿Qué sería del
arte universal si Miguel Ángel no hubiera dejado su mejor esfuerzo en la Capilla
Sixtina o El David; o si Da Vinci no hubiera puesto lo mejor de sí mismo en La
Gioconda? ¿Qué del mundo si Pasteur no hubiera dado todo para hallar la cura de
la rabia o Alva Edison no hubiera hecho sus 5,000 intentos para crear la
bombilla eléctrica? Cuando pienso en tanta y tanta gente que nos ha legado su
mejor esfuerzo para hacer crecer un poco al género humano: Galileo, Volta,
Newton, Einstein, la Madre Teresa, Gandhi…Pienso que ese esfuerzo vale la pena
en cualquier campo: el deporte, las artes, la ciencia, la política, la
religión. No vale la estrategia de la cucaracha que mientras más baja está
mejor, porque se encuentra el fango denso, el moho irrespirable, lo putrefacto. Vale el
empeño, el sacrificio, la disciplina, y buscar siempre entregar el máximo esfuerzo. Eso es lo
que debemos practicar y enseñar a los niños y jóvenes. Entonces dejaremos atrás
la tontería de invertir menos en educación cuando las crisis empiezan a asomar.
De nosotros depende.
Pueblo Libre, 23 de febrero del
2013
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