Con el titular que acompaña este
post, el diario el Comercio llenaba su primera página del 10 de febrero
aludiendo a lo que toda Lima sabe: Que los niños bien de las familias más acomodadas
de la capital peruana se emborrachan y malogran desde que cae el Sol hasta que emerge en un nuevo día muchas horas después.
La periodista que ha hecho la nota, una nota bastante light dicho sea de paso,
no menciona para nada las drogas, que también toda Lima sabe que allí se
consumen (ver video más abajo), ni menciona las peleas de una violencia brutal (Rosa María Palacios
dixit), que allí se producen por quítame estas pajas y “mírame bonito” varios.
Nada, ese no es el tema de la nota, el tema es “la vista y paciencia de las autoridades” frente a los menores que se embriagan en Asia.
Foto del Diario El Comercio que acompaña la nota |
Pamela Sandoval, la periodista
que firma la nota, quiere que el alcalde de Asia haga lo que los padres de los mozalbetes
no hacen: educar, cuidar, corregir, vigilar a sus hijos. ¿Qué responsabilidad
tiene el alcalde asiático de lo que estos jovencitos hacen con sus dineros y de que se embriaguen en Asia?
Ninguna. Son los padres los que proveen con dineros a esos jóvenes que luego lo
gastan con desdén en intoxicarse y destruirse a sí mismos. ¿Es que acaso la
periodista ignora que los padres de esos jóvenes saben perfectamente a qué van
sus hijos a Asia? Son padres
consentidores que han renunciado a educar a sus críos y que probablemente
disfruten en otros ámbitos de los mismos desafueros de sus vástagos. Hasta es
posible que les den el dinero para deshacerse de ellos por unos ratos.
La autoridad municipal es el
último eslabón de importancia en una cadena de la que forman parte primerísima
los padres que renuncian a serlo; también los policías que deberían perseguir
el tráfico de drogas y no lo hacen; y muy importante, una educación privada que
estos adolescentes reciben y que se autoproclama la mejor educación del mundo,
pero que en la práctica sólo bota jovenzuelos frívolos, juergüeros, incultos y
derrochadores.
El problema de la nota del diario
El Comercio, es que agita el dedo y señala falsos culpables, pero no identifica
el problema principal. Cuando menciona la "vista y paciencia de las autoridades", está señalando al falso culpable. Nos estamos acostumbrando a señalar culpas ajenas y no
asumimos las propias. Con todo su terror, la tragedia de la Discoteca Utopía y los jóvenes
allí fallecidos, señalaron hacia el empresario del establecimiento incendiado, pero
dejó intocada la responsabilidad de los padres de los mismos fallecidos, que
ingresaron al local sabiendo perfectamente que en esa discoteca se jugaba con
fuego.
Los jóvenes seguirán bebiendo,
drogándose y peleando en Asia y en muchos lugares de esta Lima que disfruta de
una bonanza económica impensada, mientras los padres sigan abdicando de su
función, dejándolos de su cuenta y proveyéndolos con los dineros que les sobran.
La nota del diario El Comercio
tiene la misma función ya vista en otras campañas, de arrinconar a los
políticos sin tocar las causas de los problemas. En el periodismo hay un afán
parricida o la cocción de un negocio de chantajes. Parricidio porque ven al
poder como al padre al que el adolescente quiere vencer. Por ello las campañas
antiparlamentarias o anti tal o cual ministro. Negocio de chantajes porque el
medio de comunicación se convierte en arma que tuerce voluntades de los que
toman las decisiones.
Lo malo es que problemas como el
de los jóvenes de esta nota, que ven el
desperdicio de sus tiempos y salud como meta, siguen siendo pasados por agua caliente.
En tanto ello ocurre la ciudad se llena de tranqueras y crímenes.
24 de febrero del 2013
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