Si mañana se descubriera un virus
que amenazara con exterminar un tercio de la humanidad en 30 años, seguramente
nos preocuparíamos. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud y
de la Organización Panamericana de la Salud indican esa dirección. También
vaticinaba la OMS en el 2010, cuando había 1,000 millones de obesos en el
mundo, que hacia el 2015 habría 1,500 millones de obesos. Quizás la obesidad no mate a la
gente visiblemente, pero la OMS informa que la obesidad mata cada año a 2,6
millones de personas. Sin mencionar que la calidad de vida de los que
sobreviven, se verá mermada sensiblemente con las enfermedades que sufrirán. La
cosa va desde artrosis y males cardiacos que inician a edades cada vez más temprana, hasta enfermedades “menos graves” como la diabetes 2, que
disminuyen el rendimiento de la gente en el trabajo y prácticamente de todas
sus actividades.
En EEUU la gordura entre los años
2010 y 2011 atacaba al 30% de su población. No hay indicios de que esto
disminuya pues esta tasa de gordura se mantiene estable desde hace 10 años. En
Francia hoy existen casi 7 millones de obesos, cantidad que duplica la
existente hace 15 años. En Dinamarca se ha creado un impuesto de 20% a los
insumos con que se prepara las comidas grasosas. En México recientemente se ha
prohibido la venta de comida chatarra en los kioskos de los colegios. Este país
tiene el primer lugar de obesidad infantil en el mundo. El Perú, ocupa el octavo
lugar de obesidad infantil en el mundo, con un 18% de población infantil obesa.
Una investigación edil en el distrito limeño de Miraflores reveló que un 37% de
los estudiantes sufre obesidad. El costo de enfrentar la aparición de
enfermedades en la población adulta e infantil, será cuantioso para los países.
No hay ropa que resista tanto |
Un dato curioso de las
estadísticas indica que la obesidad y gordura, que antiguamente se atribuía a
países desarrollados, hoy está presente en los países en vías de desarrollo con
el mismo destructor impacto en la salud de las personas. Del gordo de la
patota, que generalmente era un individuo, hoy hemos pasado a los varios gordos
orgullosos por patota, que ostentan la gordura como robustez saludable, por lo
menos en tanto esta no dificulta visiblemente sus movimientos. Cuando llega la
lentitud suele ser demasiado tarde para actuar. Pero lo paradójico es la
gordura de los pobres. ¿Cómo se puede ser gordo siendo pobre? Hay varias
explicaciones. Malos hábitos alimenticios inducidos por la propaganda
comercial. Poblaciones que salen de la pobreza asiendo suyos estilos de vida
que suponen “de clase alta”. Sedentarismo propiciado por chucherías
electrónicas tipo PC, TV, Smartphones y situaciones de inseguridad ciudadana.
La doctora Patricia Aguirre, argentina, antropóloga,
autora del libro Ricos Flacos y Pobres Gordos, lo explica así: “La madres de
hoy no saben alimentar a los niños, es la publicidad la que impone los gustos
alimenticios de los infantes de hoy. Cedemos el control de lo que comemos a un sistema
experto (publicidad), un sello”. Considerando las aglomeraciones que se observa
en fines de semana y días festivos en los restaurantes de comida rápida, la
doctora Aguirre está acertada. La doctora continúa diciendo “Hoy hay gordos de
escasez, no de abundancia. Madre pobre y gorda, es anémica. Comer adecuadamente
es caro. En la pobreza se valoriza la sensación de saciedad”. Es verdad, una
dieta saludable de frutas y verduras es incompatible con los hábitos
alimenticios de los pobres, que deben luchar más que otras clases sociales con
el miedo ancestral del hombre a no poder saciar el hambre.
La próxima vez que llevemos a los
niños a comer a la calle, preguntémonos si no los estaremos envenenando de
chatarra y poniéndolos en manos de las enfermedades junto a los 42 millones de
niños menores de 5 años con obesidad, que la OMS denunciaba hacia el 2010. Y
nosotros, ¿estamos dentro de los 1,000 millones de gordos? Sólo usted lo sabe.
Pueblo Libre, 2 de febrero del
2013
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