domingo, 29 de junio de 2014

¿Que fue de Buenos aires - Trujillo? : Adios playa, adios mar

Uno viene porque Buenos aires es la playa de uno, la playa que uno caminó, que anduvo, la que nos vio y vimos desde niños. En las incontables tardes de la niñez mirábamos desde las puertas de la casa el ocaso, cuando no existía aún tantas construcciones atravesadas que nos cubrieran la visión como ocurre ahora. Veíamos como el sol se iba tasajeando mientras se ponía anaranjado y rojo y enorme y cercano; lucía como un queso acuchillado con chavetas de colores; y el mar se cubría de una coloración rojiza como si hubiera enfermado de algo o como si fogones inmensos lo incendiaran desde abajo. Mientras, las últimas gaviotas apuraban unos vuelos alocados y nosotros nos envolvíamos en un trozo de toalla, fríos, con los labios arrugados por el agua y las ganas de comer algo caliente; y la prima grande nos arropaba, tan grande y bonita era que tenía ya como ocho o diez años, y se hacía cargo de los 6 o 7 chiquillos que hacíamos del verano una fiesta insondable en ese Buenos aires que uno viene a ver ahora.

Hace dos años estuve aquí, cuando Buenos aires parecía el principio del fin del mundo. Escribimos acerca de eso. Las arenas huían a cada instante devoradas por un mar pertinaz que ganaba metros al litoral; bloques de cemento levantados y clavados en la arena para oponerse al mar, habían caído como soldados muertos en las arenas húmedas de una limpia Normandía trujillana. Otros bloques más resistentes parecían desafiar a la gravedad. Era la desolación, la angustia, el acabóse. Aún quedaban restos de las antiguas construcciones de playa, del malecón que fue, de los ranchos de comidas que se armaban en el verano. Todo estaba en riesgo de ser devorado por las aguas desde siempre peligrosas de Buenos aires.  En ese estado, aún llegaba mucha gente a presenciar como testigos fatídicos la destrucción, las últimas horas o días del Buenos aires conocido.

Hoy es la seguridad. Una amplísima barrera de rocas se ha formado para impedir al mar su avance hacia las viviendas de la gente. La barrera debe tener algunos kilómetros de longitud y varios metros de ancho. Son unas rocas grandes y sólidas montadas unas encima de otras, limitando una franja de tierra basta y definitiva, de un lado; y el mar, del otro. Un mar más basto pero no definitivo, porque nunca se sabe si una noche decidirá saltar la barrera y decirnos que fuimos ingenuos. Sin embargo lo que ésta barrera de piedras significa es una sola cosa: la playa no volverá nunca más, Adios playa, Adios mar. Los niños y los adultos no volverán a nadar en esas aguas. Se cerró la temporada veraniega para siempre. Alguna vez aquí se celebró la vida y los ranchos de comida hacían suyas las arenas en el verano y se jugaba el fulbito o la paleta pelota o lo que fuere. Hoy apenas si alguna persona en una mesa pequeña pretende ganarse la vida atendiendo a los nostálgicos que viene a ver, como yo, lo que queda de Buenos Aires. Somos gente que tiene algún vínculo, vivieron aquí, se enamoraron aquí, nadaron, o solamente venían por las tardes a mirar el caer del sol.



Las enormes rocas sirven para sentarse y mirar el horizonte en el que navegan los barcos. Pero la desolación, la sensación de pérdida, de luto por esas arenas que ya no están es tan fuerte que ni los pensamientos quieren venir. La gente se sienta, mira el horizonte se levanta y se va. No se puede soportar. Yo saco algunas fotos, hago una breve filmación, lo justo para recordar este momento doloroso y triste y me voy. Allí se queda esa playa nuestra, mía, esa playa no existe más.









Pueblo Libre, 29 de junio del 2014

2 comentarios:

  1. hace poco estuve por buenos aires estaba yo llegando por la noche y tan bravo es el mar que me puse a pensar como vive puede vivir las personas por acá con la incertidumbre de que tan bravo mar pueda sobrepasar la barrera de rocas y pueda pasar lo que nadies quieres ese accidente fatal que esta a la vuelta de la esquina

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  2. Es verdad que es un mar bastante bravo. En los años pasados la gente vivió con mucho temor por la bravura de las aguas que iban consumiendo las arenas y cercando las viviendas. Si bien las rocas han disipado un poco el peligro, la solución está lejos de haberse alcanzado.

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