viernes, 19 de febrero de 2016

Acuña ya ganó

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César Acuña y Keiko Fujimori

Es posible que el tío Acuña pierda las elecciones del 2016. El carga montón que con razón le han armado ha sido grande y él ha contribuido metiendo la pata como cancha. Pero a la larga, estemos seguros de que un Acuña ganará las elecciones. No César Acuña o su hijo, sino un doble del político cajamarquino. Sea un Rodríguez, un Mamani o un Pardo, la persona que triunfe en las elecciones venideras tendrá el nivel cultural del César Acuña de hoy.

La educación, cada vez peor


Seamos claros, la educación en el Perú está en nada. Basta darse una vuelta por el centro de Lima para comprobar que entre los huevos duros de codorniz, el ceviche con bacteria, y los alcaldes que borran murales artísticos, lo único en común es la educación nivel subsuelo de hoy en día. Y ojito que San Isidro o Miraflores no son la excepción, sino el promedio. Y si la educación está así, obvio que la gente que vota en elecciones está igual. Luego, si la educación de la gente exige regalos en lugar de propuestas, música en lugar de programas, un día no muy lejano, otro Acuña, acaso con más labia y menos plata, pero igual de mal educado y peor preparado que César Acuña, terminará por gobernarnos.

Alan García 1985 vs Alan García 2006: mimetizándose con el elector


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Alan García en campaña en 2011

El Alan García de 1985 hacía de las plazas un ágora de educación política. Oírlo era un gusto y un aprendizaje. El Alan García del 2006 copió a Alberto Fujimori para convertir sus mítines en celebraciones reguetoneras donde siempre culminaba los mítines empujándose visiblemente un vaso de cerveza. ¿Por qué el cambio? Porque la educación de la gente ya no exige ideas, sino emociones. Había que hacerse el “achorado”. Elegir entre Adán Smith o Lenin es un ejercicio mental que se rechaza. Mejor es bailar o beber cerveza, y si hay bailarinas con poca ropa, mejor que mejor.


Fujimori, inventó la calatería.


Después del Alan García de los 90, nuestros gobernantes han sido Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Ollanta Humala. Fujimori tenía una cultura tan pobre que no hacía mítines políticos sino shows en los que hacía bailar a cumbianberas y candidatos, al ritmo de su propia canción: el baile del chino. Los discursos los reemplazaba con arengas que exacerbaban el odio contra lo que él llamaba “políticos tradicionales”. Intercalaba esas arengas con canciones y bailarinas semidesnudas. Música y calatas como cancha. Rosy War inauguró esa nefasta época. Sus acólitos repartían bolsas de arroz o menestras y calendarios. Fujimori apuntaba a los instintos más básicos de la gente, para convertirla en público cautivo, gente que viviera comiendo de su mano. Lo que el bueno de Alex Kouri llamó “público cautivo”.

Alberto Fujimori
Alberto Fujimori en campaña
Aceptémoslo, el chino hizo escuela, el estilo lo han copiado los que han venido detrás, Cesar Acuña el que más, pero no el único. Alejandro Toledo tenía los mismos problemas de Fujimori con el idioma y sabía más de bebidas espirituosas que de pintura, literatura, educación, o siquiera de cine. Ollanta Humala tampoco resuelve el problema de una educación con muchas lagunas y es casi lo mismo que los mencionados previamente.


Acuña, a la larga ganará.


De seguir como vamos lo seguro es que algún día, alguien del nivel cero cultural de César Acuña, nos gobernará. La gente cada vez exige menos, porque su educación es peor. Acuña, este o el que lo reemplace, no es culpable del nivel cultural que tiene, es lo que recibió del sistema. Educado en una familia campesina y probablemente estudiando apenas la primaria, ha llegado más lejos que otros que tienen educación universitaria. Acuña es el clásico emprendedor que tiene ahorros por miles o cientos de miles de dólares en los bancos, pero tiene a sus hijos durmiendo en un cochecito debajo de sus mercancías, o debajo del mostrador de la tienda: la plata por sí sola no compra criterio ni educa.

¿Se puede evitar esto?


Sólo con mayor y mejor educación se puede evitar el despelote que será el futuro. Y cuando decimos despelote, decimos que nos gobernarán turbas con palos. Pero entendamos algo, esto no significa torturar a los estudiantes con más horas estudio ni con tareas interminables que deben resolver los padres. Mejor educación debe pasar por aprender de los países que mejor lo hacen. Necesariamente pagar mejor a los docentes o nadie de algún nivel querrá enseñar nada. Los docentes, tienen que vivir bien y no trepados en combis y con los zapatos rotos. Lo contrario es seguir como estamos: una educación al final de la cola en américa Latina.  Y enseñar valores o todo estará perdido.

Nos hemos nivelado todos hacia abajo y la educación de nuestros presidentes es paupérrima, están en nada. Su nivel cultural es de pena y su manejo del idioma lamentable. Los candidatos en las elecciones 2016 no solucionan esta deficiencia, salvo Alfredo Barnechea y Alan García, los demás presidenciables son de una pobreza intelectual que da vergüenza. ¿Y cómo entonces son candidatos presidenciales? Porque la valla de la exigencia ciudadana a los candidatos ha sido bajada.

A peor educación de los peruanos, más baja  la exigencia ciudadana a los candidatos y peor presidente para gobernarnos. Esa es la cuestión que hay que cambiar.

Pueblo Libre, 17 de febrero del 2016


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