La noche del 5 de abril del 2016 será recordada por mucho
tiempo. NO A KEIKO Fue una marcha multitudinaria, a la que en última hora trataron de subirse
algunos políticos como PPK con declaraciones innecesarias de apoyo en esa altura del partido.
Los intentos que desde el fujimorismo y fuerzas afines se hicieron desde días
antes por meter miedo y agitar el terror, naufragaron redondamente. Fue una
marcha pacífica, colorida, rítmica, musical, ingeniosa. Fue una auténtica
fiesta en las calles liberadas.
Marcha NO A KEIKO fue multitudinaria |
Por la mañana un candidato al
congreso por el fujimorismo, había dicho en el programa de Juan Carlos Tafur, que
se estaba ofreciendo 100 soles a quienes asistían a la marcha. Una auténtica
infamia que siempre practica el fujimorismo. Personas que como yo miraban la
marcha con algunos metros de distancia, hubieron miles a lo largo de todo el
camino (aplaudiendo, filmando, sonriendo) sin contar a los auténticos marchantes, y no estábamos allí por ningún
dinero; estábamos allí por convicción, porque lo mandaba nuestra conciencia.
Porque sabemos que la inacción puede hacer que se pierdan la libertad y la
democracia en un abrir y cerrar de ojos, y que recuperarlas cuesta demasiado
tiempo, cuesta demasiadas vidas.
Fueron pasando escalones
universitarios de San Marcos, Católica, Villarreal, Cantuta y otras universidades
que, empezando por la de San Marcos, la más antigua, rebelde e identificada desde
siempre con las protestas, traían un aire de invencibilidad que llenaba de
entusiasmo a los demás. Es también como si las marchas de 1,997 y 1,998 que
estas universidades protagonizaron para derrotar a Fujimori, se hubieran
transmitido en saltos generacionales hasta llegar a este 2016 renovados,
jóvenes, lozanos, victoriosos como entonces. Pero metidos entre las filas de
los jóvenes universitarios, estaban también adultos, hombres y mujeres, algunos
acompañados de sus hijos, o acompañándolos; que sólo querían sumar sus figuras
para decir, Fujimori Nunca más.
En Argentina como en otros países se marchó contra la Fujimori (foto Jessica Vicente) |
En los días anteriores arreció la
campaña del terror desde el fujimorismo. Intentaron pintar a la marcha como una
de “terrucos”, de “caviares”, y toda esa tontería adjetivacional que el
fujimorismo usa tan bien. El mismo día de la marcha, ayer, intentaron el último
sicosocial desesperado: habría un golpe de estado humalista y los militares
tomarían las calles. Nadie les creyó. Es como si de tanto usar sus gastadas
artimañas, la gente respondiera al contrario de lo que el fujimorismo quiere:
con coraje, con valor, con alegría, con conciencia de que si el fujimorismo dice
que no, la única respuesta posible y correcta, es decir que SI, un sí grande,
muy grande como fue la dimensión de la marcha.
Porque fueron decenas de miles.
Yo computé entre 50,000 a 100,000 personas. Ya digo, fueron 50 minutos mirando
gente pasar y pasar, es cosa de agarrar una calculadora y son decenas de miles.
Juan Carlos Tafur, conocido periodista que de caviar tiene nada, ha cifrado la
gente entre 30,000 a 50 000, vale. Pongamos por caso 30,000, es la movilización
más grande que se ha visto en lo que va de campaña y aún, de muchas campañas. No digo mítines, eso es otra cosa. Porque a
diferencia de los mítines, a donde el fujimorismo y otros partidos llevan gente
a la que ofrecen dádivas, en ómnibus contratados (la famosa portátil), vestidos
con polos regalados; en la marcha de ayer cada persona llegó con la suya, auto
convocados o convocados por las redes sociales; con sus zapatillas mayormente,
pero también con sandalias, zapatos del trabajo, con ojotas, con lo que había.
Porque había de todo, blancos y
mestizos, rubios y negros, izquierdistas y derechistas, pobres y ricos, hombres
y mujeres, hubo de todas las razas, de todos los credos. Es particularmente
esperanzador que se ve una participación creciente de una masa de jóvenes blanquitos
(pitucos por llamarlos de algún modo), de miradas inteligentes, sin complejos,
que marchan porque saben que es lo correcto, no son indiferentes y quieren
manifestarlo, tienen valores superiores que defienden. Como querían también
manifestarlo esas decenas de chicas de todos los colores que volvieron a corear
la frase más emblemática de estas marchas “Somos las hijas de las campesinasque no pudiste esterilizar”. Entre esos chicas y chicos blanquitos y esas
chicas mestizas, acaso esté el germen de los acuerdos necesarios que integren
cada vez más a éste país y nos reconcilien con nosotros mismos.
NO faltó el humor: carro policial con afiche Keiko no va |
La impresión que tengo es que esa
masa compacta de gente, 50,000 o 100,000, volverán a salir a las calles antes
de la segunda vuelta y como dice el refrán “seremos millones”. Es la gente que
marchó contra la repartija en el congreso, y contra la ley pulpín, no tienen
partido ni lo quieren tener; no tienen banderías. Y por lo mismo volverán a
salir cuando sea necesario contra Keiko, Verónica, PPK o Barnechea. No importa
quién sea. Ahora hay una ciudadanía con conciencia, que no existía en abril del
1992, esa fecha nefasta que no se debe repetir jamás.
Lima, 06 de abril del 2016
MGM Grand to reopen casino on Thursday - CBSDetroit.com
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