A propósito de
la agresión a lo bestia sufrida en San isidro la semana pasada por el señor moticlicista
Miguel Urrutia, a quien los fiscalizadores municipales rompieron el tabique de
la nariz, dislocaron la mano izquierda y dejaron sordo de un oído, hay algunas
cosas que deberíamos pensar.
Los
fiscalizadores municipales de San isidro, achorados ellos, al ser preguntados por su actuación,
manifiestan que el agredido los agredió verbalmente. Las imágenes los
desmienten. El agredido detiene su motocicleta y al ver que los fiscalizadores
han arrojado al suelo la mercancía de una señora, pan con huevo, les dice
“abusivos”. Al segundo siguiente los fiscalizadores lo muelen a golpes. ¿Qué
desean los fiscalizadores? Se desea la indiferencia total. Que veamos en
silencio el abuso, la agresión, que miremos al costado. Es la dislocación
social lo que se quiere imponer. El “Ya ves, te lo advertí, no te metas en
problema ajeno”. El egoísmo, la insolidaridad. La ciudadanía está cansada,
harta de ver estos abusos.
Si así son los "serenos"...¿Cómo son los violentos?
Las
municipalidades son dueñas del serenazgo y son parte del estado, pero generan violencia.
¿Cómo seleccionan al serenazgo y fiscalizadores? ¿Con torneos de lucha entre violentos combatientes? ¿En
algún saqueo? Los elegidos parecen ser expertos en uso de violencia contra los
ciudadanos. Mientras más violento es el sereno, más aplausos por su “trabajo”.
Parece que el “sereno” (nombrecito que se gastan) pusiera toda la energía en el
abuso y los palazos, para demostrar que él es la persona adecuada para el
puesto. Hay un romance entre la municipalidad y sus serenos pegalones. Tanta
cháchara y tanto rollo (necesario) para evitar la violencia contra la mujer,
pero somos ciegos ante la violencia contra los que menos tienen, los más
humildes, contra los que tienen que inventarse un trabajo. Porque, seamos
claros, una cosa es hacer cumplir una norma, y otra muy diferente, robarse las
cosas de la gente y además apalearla.
En San Miguel,
alguna vez he visto a una camioneta del serenazgo llevarse no sólo la
mercadería de un vendedor (cosa que nadie fiscaliza), sino llevarse también
detenido al vendedor. Es lo de siempre. El comerciante no puede ser detenido,
pero lo es, piña; porque no conoce sus derechos y por lo tanto no los exige ni
defiende. Y nadie lo defenderá. El papá estado hace la vista gorda, sabe que
estas cosas pasan, que es violatorio de los derechos más elementales de un
ciudadano, pero mira al cielo y silba y se rasca la panza. ¿Hasta cuándo?
Nadie defiende
a un heladero de D’onofrio agredido, nadie a una vendedora cuya mercancía es
decomisada o tirada al suelo sin más. No sabemos si su carrito con productos, o
su bicicleta o triciclo le son devueltos. Golpes, cachiporrazos, insultos,
puñetes. De todo como en botica y nadie vela por el cuidadano. Como el señor
motociclista al que luego de masacrarle, los fiscalizadores trataron de
quitarle la moto.
La policía pintada en la pared validando el delito
Y todo ese
circo violento producido frente a la mirada cómplice de un policía que actuaba
como validador de las acciones de los funcionarios municipales. Esto último
debería preocuparnos. ¿Cuánto más veremos a la policía actuar validando
actitudes y conductas delincuenciales de los privados que les pagan el día de trabajo?
¿Hasta cuándo meterse en las pistas para dirigir el tránsito en beneficio de
las constructoras que los contratan? ¿O de los casinos? Esto hay que cambiarlo.
La defensoría
del pueblo, las fiscalías, las ONG, los grupos defensores de los derechos
humanos, los grupos feministas, y tanta gente que parece vivir llenándose la
boca en otros casos (defensores de los animales por ejemplo) podrían empezar a
visibilizar todos estos abusos de “baja intensidad” cometidos desde las
municipalidades peruanas contra indefensos ciudadanos que no pueden hacer valer
sus derechos
¿Qué hacer?
Pero
sobretodo, tenemos que dejar de ser una sociedad tan violenta, en donde los
ciudadanos vivimos expuestos ya no sólo a una violencia que se levanta
amenazante contra nosotros desde la criminalidad, sino desde el aparato del
estado que debería estar para
protegernos. Es necesario replantearse la forma de trabajar de nuestras
municipalidades y de sus funcionarios, pero sobretodo, replantearse el espíritu
de esa forma de trabajar. ¿Se trabaja para servir? ¿Se trabaja para golpear?
¿Para extorsionar desde el estado a la gente? Debería trabajarse con valores en
donde la persona humana sea el principio y fin de todas las cosas. Y educar al
servidor público en esa dirección. Porque a fin de cuentas, estamos convencidos de que hasta esos fiscalizadores violentos, pueden cambiar.
San Isidro, 24 de noviembre del
2015
Y como hacemos los ciudadanos comunes y silvestres para denunciar a tanto delincuente enquistado dentro del aparato de los gobiernos locales.Encima de que nos roban y extorsionan los delincuentes comunes tambien nos extorsionan las autoridades y empleados de las municipalidades.Que hacemos,a quien recurrimos,como nos podemos defender?Si tienes esa informacion por favor compartela porque hay mucha gente que esta harta de tanta porqueria pero simplemente no reclama o se queda callada o esta esperando que sus respectivos alcaldes terminen su periodo y se larguen pero mientras tienen que soportar todas sus tropelias que indignan.Gracias
ResponderEliminarY como hacemos los ciudadanos comunes y silvestres para denunciar a tanto delincuente enquistado dentro del aparato de los gobiernos locales.Encima de que nos roban y extorsionan los delincuentes comunes tambien nos extorsionan las autoridades y empleados de las municipalidades.Que hacemos,a quien recurrimos,como nos podemos defender?Si tienes esa informacion por favor compartela porque hay mucha gente que esta harta de tanta porqueria pero simplemente no reclama o se queda callada o esta esperando que sus respectivos alcaldes terminen su periodo y se larguen pero mientras tienen que soportar todas sus tropelias que indignan.Gracias
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