De Última Rueda a Vendedor Exitoso
Hará como 8 años conocí a Luis.
Entonces él era una especie de secretario en una empresa comercializadora de
equipos electrónicos. Cuando me tocó tratarlo lo encontré siempre malhumorado,
dispuesto a la burla, prepotente y hasta vulgar. Era hermano de la esposa del
dueño de la empresa y ese era su seguro personal contra los despidos, pero
probablemente era también la causa de su enfado. Ganaba poco, vestía mal, y
compartía su trabajo con otros dos muchachos con los que en la empresa era
considerado la última rueda del coche.
Dejé de verlo un tiempo y cuando
hube de regresar lo encontré cambiado. Su trato había mejorado ostensiblemente.
Aunque debí someterlo a situaciones algo frustrantes, se mantuvo firme en
conservar una serenidad aliviadora. En ese tiempo había pasado de tercer
secretario a vendedor de la empresa. No vendía aún nada, pero oficialmente
estaba habilitado para hacerlo.
Lo vi hace poco. Lo puse a prueba
para ver hasta que punto su conversión era duradera. Terminó por convencerme de
que no perdería la calma. Ahora ya no levanta la voz, no se queja por todo, y
no anda envidiando lo de otros.
Continúa como vendedor de la
empresa, pero ahora vende, es un vendedor exitoso. Con el fruto de sus comisiones de venta ha comprado
una bonita camioneta que lo lleva y trae al trabajo, y su situación general ha
mejorado. Conversar con él no supone ningún sacrificio. Ha olvidado burlarse,
es mucho más amable y colaborador.
Decidir Cambiar
Ignoro las razones de su cambio,
pero es obvio que él decidió cambiar; sobretodo decidió controlarse mejor. Y le
funcionó. Ambas cosas son fundamentales. Muchas veces deseamos cambiar pero no lo decidimos. Pensamos que el cambio viene de las lecturas, o de oír al gurú de moda, o de mirar videos. Ese es un gran error. El cambio debe ser transversal a nuestrasa vidas. Y el control de nosotros mismos no tiene que ser agotador. Cuando empieza es difícil, pero con un poco de práctica, el control de uno mismo se vuelve automático.
Hay situaciones en las cuales
indignarse es necesario y levantar la voz, una necesidad; pero son las menos de
las ocasiones. Sin embargo vamos por la vida llenos de un ego innecesario que
sólo logra cegarnos y enfrentarnos a todos. Nuestro ego dispara el ego de los
otros y convierte las relaciones en concurso de egos. Las relaciones sociales
se vuelven sufrimiento y antipatía.
El Cambio empieza con la decisión de cambiar |
Puede parecer trillado, pero si
el cambio no empieza por nosotros mismos es muy difícil que veamos mejorar el
entorno. Así como sería imposible ver una ciudad limpia si arrojamos basura en
ella; si permitimos que emociones como el odio, la envidia, el resentimiento o el rencor, dominen nuestras acciones, será imposible que veamos en derredor
nuestro un entorno más propicio a nuestro desarrollo personal.
Respirar profundo no funciona si
nuestra voluntad de cambio no es real. Cuando esa voluntad sea real, no será
necesario respirar profundo. A la larga, el cambio implica vivir en una ciudad
más amable con nosotros mismos, en la que la gente no se ataque en las pistas o
veredas, no se meta en las colas que no hizo, ni se desentienda de su ciudad y
de los otros.
Luis eres tú, yo, todos.
Pronto: Cambiar Uno Primero (II)
San Isidro, 13 de agosto del 2015
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