Donal Trump ha traído algo de
frescura al debate electoral norteamericano. No se me mal entienda. No es que
sus ideas racistas sean una novedad; lo novedoso está en poner de manifiesto el
problema del racismo que se creía derrotado, por un lado; por otro lado, un problema
mayor: el descalabro moral de los EE.UU., en donde los ricos ya
creen que los millones les dan patente de corso para atropellar los avances de
la humanidad en materia de igualdad, pero además, para comprar la presidencia
de los EE.UU. si lo desean.
Donald Trump |
RACISMO
En el primer problema, el del racismo, sorprende y asusta que Trump
se haya erigido en el número uno de los candidatos presidenciales republicanos
y que su propuesta más conocida sea hasta ahora expulsar a los mexicanos de
EEUU culpándolos de la delincuencia y de las drogas. Sorprende porque se
pensaba los republicanos rechazarían por inmorales y racistas las propuestas de
Trump, cuyos modales no sólo lo llevan por el camino fácil del racismo sino
también el de atacar a las mujeres cuando no le caen bien. Su “sinceridad” ha
tenido rápida respuesta en un personaje mediático como Hulk Hogan a quien le han recordado frases racistas de hace
algún tiempo. Él no sólo no las ha negado, las ha subrayado. Curiosamente la
compañía que lo hizo famoso, la WWE, ha decidido borrar a Hogan de su
historia. Irónico que Vince Mcmahon conocido como soberbio y patán, se
muestre decidido a no apoyar los exabruptos racistas de su empleado y amigo.
Dicho sea de paso, La Roca, el “Campeón del Pueblo”, también se ha mostrado
extrañado por los dichos de Hogan.
COMPRO PRESIDENCIA
En el segundo problema, el de los
ricos que compran presidencias, la cosa es más grave. Desde Ross Perot , los
EEUU no veían a nadie lanzarse para presidente con el dinero como único
atributo. Es que hay algo más que dinero. Es creer que la lógica del mercado es
aplicable a todo. Quiero un auto, voy y lo compro; quiero una presidencia, voy
y la compro. No hay una trayectoria partidaria, no hay trayectoria política
visible y conocida, no hay valores reconocibles ni una hoja de servicio
público. Nada. No sería muy importante si fuera candidato en Islas Malvinas,
pero siendo EEUU la cosa es muy diferente. Los aprestos bélicos para enfrentar
a los mexicanos o a las mujeres, usados contra los chinos o rusos, serían una
guerra militar segura, capitaneada por un ricachón inculto y sin frenos.
Ross Perot |
Afortunadamente algunos
empresarios hispanos y otros norteamericanos han tenido el coraje, la valentía,
de cortar sus relaciones con Trump. El partido demócrata no ha dicho esta boca
es mía, probablemente esperando a que Trump triunfe en las primarias republicanas,
lo que llevaría a los demócratas a una posible victoria presidencial.
RACISMO EN PERU
La pregunta es, y en el Perú, de
racismo, ¿Cómo vamos? La campaña electoral del 2011 tuvo un marcado acento
racista. Eran los blancos contra el cholo Humala y sus cholos. Nuestro racismo
es solapa, se manifiesta en un uniforme celeste para la sirvienta, en el
ostracismo de esconder a la gente “fea” o mostrarla en el programa de la Bozo, en
mirar para otro lado. Aquí nadie dirá en público “soy racista”. Pero el racismo
se practica desde los primeros años en los “colegios de prestigio” limeños.
Gastón Acurio lo señalaba durante la campaña del año 2011: los que más
insultaban a Humala eran los jóvenes de esos colegios. Pero también se
manifiesta en la TV nacional. Es increíble lo terriblemente difícil que es
hacer ver a la gente que programas como la Paisana
Jacinta o secuencias como El Negro
mama, son de un racismo terrible. La respuesta que se da siempre es que “es
una ficción”. Como si la ficción no sirviera para denigrar, insultar,
vilipendiar. Pues eso, vamos mal. El racismo en el Perú goza de buena salud. Quizá si cuando algunos actores limeños se
burlaron de Magaly Solier en modo muy racista en un programa de TV que
conducían (ver video), la defensoría del pueblo y algún fiscal los hubieran denunciado, el
racismo solapa no estuviera hoy tan bien visto en nuestro país.
Lo triste de todo esto es que seguimos
siendo un país muy dividido, muy fragmentado, muy distante de sí mismo. Es un
problema complejo, y siempre habrá gente que decida que el racismo es su
bandera. Pero la educación desde la casa y el colegio, sumada al uso de
mensajes inteligentes y comportamientos inclusivos, podrían hacernos avanzar en
el combate de una lacra tan vergonzosa: el racismo.
San isidro, 18 de agosto del
2015.
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