En las clases con el maestro
Enrique Valdez en INICTEL, hubo algo
que jamás olvidaremos quienes lo escuchamos. A parte de esa atmósfera especial
que él sabía crear y que nos hacía
pensar que nada de lo que ocurriera afuera de esa aula importaba, porque
nosotros lo podíamos cambiar; ni si éramos de izquierda o de derecha, porque
esas eran sólo palabras para diferenciarnos. Lo cierto era que en el país había
más luz que la que parecía haber. Recuérdese que estas anécdotas son de fines
de los 90s. Los años de la subversión y el caos estaban muy cercanos para ignorarlos; por otro lado la
dictadura de Fujimori había metido al Perú en una recesión espantosa y la
esperanza en días mejores había desaparecido de la mente de los peruanos. Los
nacionales se iban al extranjero en oleadas en busca de un futuro mejor, sin
importar a donde: Japón, para los más pudientes; EEUU, para los clásicos;
Argentina o Chile, para los de menores recursos; todos se iban, o eso parecía.
Nadie reprochaba a aquel que hablaba de irse. En ese contexto Valdez nos cambió
el chip.
Demostrando que el Perú es Tierra de Oportunidades (de negocio)
Desembarazado del saco de lanilla con que vestía y del sombrero que
arrojaba por algún lugar, Valdez nos decía ¿Buscar oportunidades en el extranjero? ¡¡¡Si
los extranjeros vienen a buscar oportunidades al Perú!!! “El
Perú es tierra de oportunidades”. Era difícil creer eso a la primera
vez, pero él empezó a ejemplificar. Primero con San Fernando, la buena familia. Originalmente, nos dijo, el
propietario de San Fernando fue un japonés que vino al Perú y trabajó
inicialmente como peluquero, y en sus ratos libres empezó a criar aves y a
venderlas. El negocio le fue bien, creció. Con altibajos, pero creció. Dejó la
peluquería para dedicarse íntegramente a la avicultura. Así se origina una de
las empresas peruanas más grandes y reconocidas.
Después nos contó el caso de D’onofrio. La historia de Pedro D’Onofrio
es la del migrante italiano que llega al Perú procedente de Argentina, con una
carreta de madera, una esposa y un sueño; y construye un imperio colosal de
productos que, empezando por los helados, se convierten en los preferidos de
los peruanos. No sólo son helados en
carretillas amarillas, sino muchos productos como el chocolate Sublime o los
famosos panetones. Un imperio del dulce que décadas después fue comprado por la
multinacional Nestlé, por su gran aceptación.
Luego don Enrique Valdez, con sus
oyentes en el bolsillo, disciplinados como chiquillos, nos mencionó el caso de Wong (fijarse que esta anécdota ocurrió
antes del crecimiento espectacular que Wong tuvo en la década siguiente). El
primer Wong era lo que él llamó, un “auténtico chino de la esquina”. Había
empezado con una bodega en San Isidro en la cual atendían el propietario y sus
hijos, hasta convertirse en lo que en ese momento (año 97) ya era una auténtica
corporación con muchos locales en toda Lima y envidia del empresariado tradicional.
¿No eran acaso migrantes chinos? ¿No era entonces cierto que el Perú era tierra
de oportunidades y que los extranjeros lo demostraban? Claro que sí. Ese fue el
cambio de chip. Esos rudos funcionarios que lo oían, estaban de verdad
cambiando tal como Enrique Valdez había prometido.
Fábrica de D'onofrio en 1,910 |
Otros Casos de Éxito
Desde entonces, y ya han pasado
como 15 años, cada vez que alguien me habla de irse o de irme he respondido,
no, gracias. A los ejemplos del maestro Enrique Valdez pueden sumarse muchos
otros. El caso del Banco de Crédito tiene una génesis similar, extranjeros
buscando fortuna en Perú. Lo más importante que ha ocurrido en años recientes
es que algunos peruanos han demostrado desde dimensiones diferentes como es
cierto que el Perú es tierra de oportunidades.
El caso de los Añaños es emblemático. Una modesta
familia ayacuchana que en los 80’s ve una oportunidad en la retirada de las
gaseosas más clásicas del mercado ayacuchano y la aprovechan para lanzar su
propia bebida gaseosa, con un éxito tal que se han convertido en la
transnacional peruana de mayor éxito mundial. No hablamos de un grupo
tradicional de criollos limeños, sino de una familia salida de los andes del
Perú. Eso es lo grandioso. Pensar un poco el Perú y sus problemas desde el más
nimio al más complejo es abrir puertas a oportunidades que están esperando por
uno.
Epílogo
Muchas veces los peruanos pensamos que no hay
más salida que ir al extranjero para tener la vida soñada, o corromperse en
Perú con el mismo fin. No está en nuestra genética apostar por nuestro país.
Décadas, quizás cientos de años de un discurso extranjerizante han logrado ese
resultado. Pues es hora de cambiar ese discurso y cambiar la historia. El Perú
es en verdad tierra de oportunidades. Nuestros recursos y nuestra gente son riquísimos y al parecer
inagotables. Faltan dos cosas. La voluntad de apostar por el país por parte de
la gente. La voluntad y recursos para apostar por la educación de la gente, por
parte de las clases dirigentes. Eso es todo, con eso este país nuestro será uno
completamente diferente y mejor.
01 de diciembre del 20014
No hay comentarios:
Publicar un comentario