domingo, 15 de junio de 2014

Mundial Brasil 2014. Casillas 1 – Holanda 5: La ira de Dios

El puesto de arquero en el fútbol es un puesto solitario. Mientras los 10 jugadores de un equipo deben coordinarse y hablar entre ellos, el arquero vive desconectado y decide sus acciones en fracción de segundos. Pero peor que esa soledad de espectador privilegiado, es un portero goleado, digamos por más de tres goles. Y peor que ello es que ni los compañeros te arropen. Que luego del gol todos se volteen y te dejen recoger la pelota en solitario desde el fondo de las redes. Peor aún se vuelve la experiencia si ese trajín es acompañado por unas inclementes cámaras de TV mostrando la soledad del hombre que recoge ese balón una y otra vez, cubriéndose con el reproche del silencio, del que nada tiene que decir porque todos lo han abandonado a su suerte, o a su no saber hacer las cosas. Así se ha visto Iker Casillas. El muchacho simpático del beso a la novia reportera que levantara la copa del mundo hace 4 años, se ha visto como un autentico bufón, un tipo acabado (al menos por ahora), un hombre de paja que se llevaba el viento de un Robben que lo hacía añicos y se iba corriendo detrás del arco como a paseo en el parque. Tremenda lección para todos.

Porque en la derrota colectiva de España por 5 -1 frente a Holanda, hay también una derrota individual, una justicia universal o la expresión de una "Ira de Dios", que se operaba en cada gol holandés. Casillas demostró este jueves de manera casi científica que no está para el puesto, que lo suyo es ya una estafa, que es un peligro para cualquier equipo que lo considere arquero. Hay una ira de Dios en cada gol a Casillas, porque durante más de un año, otro hombre debió soportar un ataque insano, obstinado, machacón, insultante, de la prensa española que no le perdonaba y le cuestionaba haber enviado a la banca a Iker Casillas. Tratado como asunto de honor nacional, la prensa española cuestionaba que “A Casillas se le hiciera aquello”. No importaba que por los partidos de liga se supiera que Iker estaba bajo de forma y que su lugar natural fuera la banca; lo importante era que el “seleccionador Portugues”, así lo aclaraban xenófobamente, Portugués, “estaba faltando el respeto al campeón mundial Iker Casillas”. Fue una campaña nauseabunda en que una maquinaria de demolición trituraba todos los días a José Mourhino hiciera lo que hiciera, callara o hablara, lo mismo daba, Mourhino el demonio, el impresentable, el atacante de casillas. Y Casillas callaba, consentía, confabulaba aún en contra de su propio equipo con un silencio que alimentaba la polémica. Siendo capitán, y siendo que el entrenador de su equipo era zarandeado por la prensa por la decisión de darle banca, Casillas optó por hacer mutis, un silencio aprovechado por el periodismo para atizar la hoguera de la crítica.


Ni siquiera por Diego López, colega de Iker, el otro hombre zarandeado por la prensa española, y que estaba haciendo un trabajo de quitarse el sombrero para el club, ni siquiera por él, Iker dijo esta boca es mía. Por el contrario se producían filtraciones misteriosas a la prensa desde el vestuario del Madrid, o peor aún, declaraciones de Sara Carbonero revelando detalles del vestuario blanco como aquel de “Mourinho tiene muchos frentes abiertos en el Madrid”. O la reunión con Florentino, nunca desmentida por Casillas ni Ramos, para exigirle que echara a Mou.

Es que es la soberbia. Todo indica que Iker llegó a pensar que realmente el entrenador no tenía autoridad para hacerlo calentar banca. Hasta allí todo bien, uno puede pensar lo que desee. Pero el papel de topo, de infiltrado en su propio club, de desleal que filtra información para socavar la autoridad del entrenador y permite una campaña innoble de meses de duración contra otro hombre, es lo imperdonable. Mourhino renunció a entrenar al Madrid asqueado por una atmósfera de guerra en la que se le insultaba en las calles y su familia corría peligros. Se fue sin poder demostrar que Casillas merecía la banca, no tenia cómo demostrarlo. Se fue como sospechoso, como Satanás. Casillas era “el que nos dio un mundial”, el “santo”.

Hasta este jueves 12 de junio en que todo eso se ha venido abajo con claridad pasmosa cuando Iker Casillas a dado una clase magistral de lo que ningún arquero debe hacer jamás. Ante un planeta entero que lo observaba, casi como siguiendo un descarnado guión de Steven Spielberg para evidenciar la verdad, el esposo de la Carbonero ha salido a comprar pan y se ha quedado petrificado a mitad de camino en el primer gol; se ha lanzado al lado derecho de su arco cuando pudo quedarse quieto y no entraba ese segundo gol; en el tercero ha perdido una pelota que cualquiera sabe es “de arquero”, puesto que éste al saltar y jugar con las manos es el dueño natural de esos balones aéreos. El cuarto gol ha sido un regalo pleno de generosidad, y en el quinto se ha dejado llevar por Robben a paseo, pero de rodillas, en uno de los goles más hermosos, conceptualmente hablando, que se haya visto en los mundiales.

Y eso es todo, se ha hecho justicia ante un planeta. Con ese España 1 - Holanda 5, nadie debería dudar en adelante que Jose Mourhino tenía absoluta razón al mandar a la banca a Casillas. Nadie en todo el planeta, sin atenuantes. La pregunta que flota es ¿Pondrá Del Bosque a Casillas frente a Chile?


Pueblo Libre, 15 de junio del 2014

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