Es casi un secreto a voces que en el tema de los virus
informáticos, los fabricantes de antivirus llevan la partida perdida, o ganada,
según se le mire; porque a cada medida que las cosas de software implementan,
los escritores de código de virus responden con una contramedida que burla a la
anterior. Sin llegar a tal grado de sofisticación, la delincuencia limeña
parece cerca de dar al traste con todas las medidas que los ciudadanos y la
tecnología crean para librase de ellos. Es una guerra perdida en tanto no se
ataque la raíz del problema. Veamos
algunos casos:
Las rejas
No me gustan pero allí están y
cada vez son más. Están omnipresentes. Todos los distritos de Lima tienen las
suyas. Lo que insinúe la ley prohibiéndolas ya no cuenta. Cuenta el miedo y éste
manda sembrar rejas. La sensación de seguridad que brindan es más importante
que la que da un patrullero.
Rejas: peor que la enfermedad |
Mi percepción es que las rejas
solo han desplazado el lugar del conflicto y vuelto más avezada a la delincuencia.
Es verdad. Impedidos de ingresar a los conjuntos residenciales para robar
enseres o electrodomésticos, los delincuentes han perseguido a las víctimas a
los cajeros de bancos y a los centros comerciales, sometiéndolas a reglajes. A
la delincuencia no le importa el lugar ni la hora del día. Personas encañonadas
y obligadas a entregar pertenencias y dinero es moneda corriente hoy día. UN
conocido mío fue encañonado hace poco luego de realizar un cobro o intentar un
pago en la municipalidad del Callao, “Perdiste tío”, fueron las palabras que
escuchó antes de sentir una pistola que le apuntaba al pecho en un espacio
público del puerto. Otra amiga, regresaba a casa acompañada por un amigo a las
dos de la madrugada. Doscientos metros antes de trasponer la reja salvadora,
ambos fueron encañonados y obligados a entregar celulares, llaves, dinero y una
mochila de laptop que gritaba “róbame”. El trauma que
sucede a un robo de este tipo es una secuela lamentable. En resumen, las rejas
no han terminado con la delincuencia, sólo la han sofisticado y mudado de lugar.
Los GPS
Presentados en su momento como el
no va más de la tecnología, los GPS
amenazaron con terminar el robo de vehículos. Un sistema de satélites a 20,000
kilómetros en el espacio cuidaría de nuestros objetos de valor: autos o
personas. Craso error. Una tecnología se combate con otra tecnología. La
policía limeña ha dado cuenta recientemente de que en Lima se roban diariamente
12 autos. Los sistemas GPS de los
vehículos son neutralizados por los delincuentes desde una distancia de 20
metros. Es decir, la delincuencia no necesita estar en el vehículo ni ubicar el
equipo GPS para desactivarlo, simplemente actúan con otro equipo que emite frecuencias
de radio que inhiben, atenúan o interfieren con las ondas de radio del sistema
GPS, para dejarlo fuera de acción ¿Solución? Sí, existe. 700 dólares adicionales
para añadir en un sistema anti bloqueador de GPS: GPS, Antibloqueador de GPS,
Alarma, traba gas, etc. Una pequeña fortuna para dar (in)seguridad al auto.
Tanta tecnología por nada |
Controles remotos de puertas levadizas
La delincuencia aprovecha los
momentos en que los propietarios descienden de sus vehículos a abrir los
portones de sus cocheras, para atacarlos. Los limeños optaron por comprar
puertas levadizas, accionadas por control remoto. La medida ha funcionado dando
esa sensación de seguridad a sus poseedores así como una nada despreciable
sensación de poder, de estatus, de solvencia económica. Los delincuentes, ajenos
a status y esas cosas, han respondido con contra medidas tecnológicas. Usan
controles remoto al azahar para probar a abrir puertas en casas vacías.
Igualmente están usando llaveros-alarma para desactivar las alarmas de los
autos. Como vemos, los delincuentes peruanos están altamente sofisticados y
hacen uso de los avances tecnológicos para burlar los intentos de los
ciudadanos por evitarlos.
La pregunta es hasta cuando. La
política de esconder la cabeza y construir fortalezas tecnológicas para evitar
al crimen no está funcionando. En lugar de amurallarnos hay que ir a la raíz
del crimen. Esto pasa por temas educativos e inclusivos. Para eso es necesario
tener autoridades y ciudadanos comprometidos en la solución. Nada fácil, pero
imprescindible si se quiere construir una sociedad más segura.
Puertas abiertas al delito |
19 de noviembre del 2012
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