jueves, 22 de noviembre de 2012

La Parada: Si atacaran en Masa



Más asombrosa que la cara de la delincuencia limeña, es la pasividad de la población ante esta, como si una secreta  esperanza los sustentara ante lo inevitable. Lima es  una ciudad que parece tener un pacto en el que los trapos sucios se lavan en casa,  y cuando no, se esconden rápidamente bajo la alfombra. Pero la delincuencia no entiende de pactos, ni de trapos o alfombras. La pregunta es, y si esos cientos, quizás miles de lumpenes que vimos por las pantallas de TV gritando y destruyendo, como si las cloacas del infierno se hubieran abierto en La Parada, se pusieran de acuerdo para atacarnos en masa, ¿Entonces qué?

¿Arma de largo alcance o juguete? No hubo respuesta
  Los hechos de la parada involucraron a una pequeña zona de Lima. Las imágenes mostraron jaurías delincuenciales, no sólo desafiando, sino haciendo replegarse y retroceder a una policía nacional mal equipada, peor preparada, y sin autoridad ante una turba que actuando como tal, impuso su ley, como si aquella fuera una zona liberada. La pregunta es ¿Qué pasaría si aquella turba se organizara? Atacar la zona comercial de Gamarra horas después de enfrentar a la policía en La Parada, fue producto de alguna organización mínima. ¿Y si llegaran a una organización mayor?  ¿Y si fuera un ataque coordinado y simultáneo en varios distritos de Lima? ¿Si se sumara la delincuencia del Callao y las pandillas que existen en cada distrito?


 El sábado siguiente a ese jueves negro de saqueos, cuando la policía pudo retomar La Parada, un oficial policial ante los rumores de nuevos saqueos, dijo que no había que preocuparse pues 17,000 policías cuidaban Lima. Si para ordenar sólo la parada se usaron 3000, entonces más bien hay que preocuparse. La policía parece incapaz de contener una asonada mayor. 

Pasados los días Lima ha vuelto a sus celebraciones y al sempiterno negacionismo.  Aquí no ha pasado nada. Viene el verano, la diversión, la juerga, la tierrita bajo la alfombra y los malos recuerdos también. Pero la delincuencia no descansa, ni se jubila, ni se averguenza. ¿Cuando y donde volverá a atacar coordinadamente?

 Es simbólico que el gobierno del presidente que dijo que encabezaría la lucha contra la delincuencia parezca no estar haciendo nada contra ella y que la población se sienta cada vez más indefensa. El ataque a la niña Romina, el asesinato de una joven por una turba de seudo barristas en las inmediaciones del Jockey Plaza, el ataque a la hija del congresista Reggiardo, nada de eso activó ninguna respuesta gubernativa. Ni proactiva, ni preventina, ni reactiva. No se oye padre, al presidente ni a la presidenta, tan dada ella al twiter y tan callada ahora.

Policá masacrado por hampa limeña
 Desde la sociedad civil tampoco hay respuesta acerca de qué debería hacerse con toda esa gente que vive al margen de la ley. Es el autismo limeño en su impenetrable piel de elefante. Los profesionales guardan silencio con la esperanza de que nada ocurra como si del fin del mundo Maya se tratara: los sicólogos, los sociólogos, los antropólogos y demás, todos hicieron mutis. También los comunicadores que usaron los hechos para llenar minutos y carillas de papel, pero no para buscar soluciones. Los hombres de prensa son los únicos que medraron, en contubernio con algunos políticos que buscaron réditos dando declaraciones para los primeros.



Finalmente la ciudadanía, tan presta a llenar de insultos al otro, y más cuando más lejano, ha enterrado la cabeza en la tierra como si todo hubiera sido una pesadilla irreal. Nos está faltando ciudadanía para organizarnos y reclamar más acción de las autoridades en todo nivel; pero también nos está faltando organización ciudadana, para decirle al delito que no nos tomará con los brazos cruzados. En diciembre del año 2009, la ciudadanía trujillana marchó en las calles de aquella ciudad para hacerle ver al crimen organizado su repudio. El reclamo que allá hacen a la policía nacional para que combata a los delincuentes es constante y va dando frutos. Quizás ya es tiempo de que Lima rompa con su silencio y se organicen las primeras marchas que sensibilicen a nuestras autoridades y hagan saber a los criminales que no nos tomaran con los brazos caídos. Organización, es la tarea de la hora.

Pueblo Libre, 18 de noviembre del 2012

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