Más asombrosa que la cara de la
delincuencia limeña, es la pasividad de la población ante esta, como si una
secreta esperanza los sustentara ante lo
inevitable. Lima es una ciudad que
parece tener un pacto en el que los trapos sucios se lavan en casa, y cuando no, se esconden rápidamente bajo la
alfombra. Pero la delincuencia no entiende de pactos, ni de trapos o alfombras.
La pregunta es, y si esos cientos, quizás miles de lumpenes que vimos por las
pantallas de TV gritando y destruyendo, como si las cloacas del infierno se
hubieran abierto en La Parada, se pusieran de acuerdo para atacarnos en masa, ¿Entonces qué?
¿Arma de largo alcance o juguete? No hubo respuesta |
Los hechos de la parada
involucraron a una pequeña zona de Lima. Las imágenes mostraron jaurías delincuenciales,
no sólo desafiando, sino haciendo replegarse y retroceder a una policía
nacional mal equipada, peor preparada, y sin autoridad ante una turba que
actuando como tal, impuso su ley, como si aquella fuera una zona liberada. La
pregunta es ¿Qué pasaría si aquella turba se organizara? Atacar la zona
comercial de Gamarra horas después de enfrentar a la policía en La Parada, fue
producto de alguna organización mínima. ¿Y si llegaran a una organización
mayor? ¿Y si fuera un ataque coordinado y
simultáneo en varios distritos de Lima? ¿Si se sumara la delincuencia del
Callao y las pandillas que existen en cada distrito?
El sábado siguiente a ese jueves
negro de saqueos, cuando la policía pudo retomar La Parada, un oficial policial
ante los rumores de nuevos saqueos, dijo que no había que preocuparse pues
17,000 policías cuidaban Lima. Si para ordenar sólo la parada se usaron 3000,
entonces más bien hay que preocuparse. La policía parece incapaz de contener
una asonada mayor.
Pasados los días Lima ha vuelto a
sus celebraciones y al sempiterno negacionismo. Aquí no ha pasado nada. Viene el verano, la
diversión, la juerga, la tierrita bajo la alfombra y los malos recuerdos
también. Pero la delincuencia no descansa, ni se jubila, ni se averguenza. ¿Cuando
y donde volverá a atacar coordinadamente?
Es simbólico que el gobierno del presidente
que dijo que encabezaría la lucha contra la delincuencia parezca no estar
haciendo nada contra ella y que la población se sienta cada vez más indefensa. El
ataque a la niña Romina, el asesinato de una joven por una turba de seudo
barristas en las inmediaciones del Jockey Plaza, el ataque a la hija del
congresista Reggiardo, nada de eso activó ninguna respuesta gubernativa. Ni
proactiva, ni preventina, ni reactiva. No se oye padre, al presidente ni a la
presidenta, tan dada ella al twiter y tan callada ahora.
Policá masacrado por hampa limeña |
Desde la sociedad civil tampoco
hay respuesta acerca de qué debería hacerse con toda esa gente que vive al
margen de la ley. Es el autismo limeño en su impenetrable piel de elefante. Los
profesionales guardan silencio con la esperanza de que nada ocurra como si del
fin del mundo Maya se tratara: los sicólogos, los sociólogos, los antropólogos
y demás, todos hicieron mutis. También los comunicadores que usaron los hechos
para llenar minutos y carillas de papel, pero no para buscar soluciones. Los
hombres de prensa son los únicos que medraron, en contubernio con algunos
políticos que buscaron réditos dando declaraciones para los primeros.
Finalmente la ciudadanía, tan
presta a llenar de insultos al otro, y más cuando más lejano, ha enterrado la
cabeza en la tierra como si todo hubiera sido una pesadilla irreal. Nos está
faltando ciudadanía para organizarnos y reclamar más acción de las autoridades
en todo nivel; pero también nos está faltando organización ciudadana, para
decirle al delito que no nos tomará con los brazos cruzados. En diciembre del
año 2009, la ciudadanía trujillana marchó en las calles de aquella ciudad para
hacerle ver al crimen organizado su repudio. El reclamo que allá hacen a la
policía nacional para que combata a los delincuentes es constante y va dando
frutos. Quizás ya es tiempo de que Lima rompa con su silencio y se organicen
las primeras marchas que sensibilicen a nuestras autoridades y hagan saber a
los criminales que no nos tomaran con los brazos caídos. Organización, es la
tarea de la hora.
Pueblo Libre, 18 de noviembre del
2012
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