Hace algunos
dias pedí de algunos chicos, ocho para ser precisos, que visionaran algunos
videos de Steve Jobs. No les mencioné un video en particular, simplemente pedí que
buscaran alguno y lo vieran, de modo que se hicieran una idea del personaje,
que tuvieran una impresión del mismo. Cuando días después debieron contarme lo que
vieron, han dicho lo siguiente: que Jobs es un tirano, un abusivo, un ladrón
que se roba los inventos de otros, que le metió cabeza a Steve Bozniak (su
socio) con unos dineros, que lo investigaba la CIA, que no hacía caridad, que
era marihuanero. En resumen, Steve Jobs, el genio creador de Apple era el
anticristo. Curiosamente, los chicos que afirmaban estas cosas confesaron no
haber visto ningún video de Jobs, que los hay por miles; sino que vieron videos
de terceros que afirman esas cosas o lo hacían en algún escrito.
Desde
hace cuatro años he enviado a mis alumnos a visionar el discurso de Jobs en
Standfor. Hasta el 2011, cuando les preguntaba si sabían quién era Jobs, me
respondían que no. Ahora en cambio con su fallecimiento, responden que sí. ¡Pero
hay que ver (y oír) lo que responden! Después de escuchar pacientemente todas
las cosas malas que decían de Jobs, les he preguntado lo siguiente: “Si
tuvieran un hipotético video de la llegada de Cristóbal Colón, el verdadero
Colón; o de Francisco Pizarro en su llegada a Perú en 1532, ustedes ¿verían ese
video o preguntarían a alguien que nunca los vio acerca de ambos personajes? Respuesta
unánime: “veríamos los hipotéticos videos de los personajes”. Nada les costaba
a estos chicos ver los videos de Jobs, pero no lo hicieron.
Steves Jobs y Bozniak en los inicios de Apple |
Dos cosas me impresionan de la
historia anterior: primero, la absoluta ligereza con que repetimos algunas
cosas, como si nos constaran, como si fuéramos testigos de parte, y cómo las
propagamos en una especie de campeonato por ver quien habla peor de personas a las
que no conocemos ni de a raspas. Lo segundo, la falta de pasión por aprender o
conocer, el deseo de hacer el mínimo esfuerzo, de tomar el atajo que me conduce
a nada diferente de poder decir “Hice mi tarea” ¿Bien hecha estudiante?... ¿Qué profesor,
además había que hacerla bien?
Porque como les dije a mis
estudiantes, he visto videos de Steve Bozniak y jamás habla de ningún dinero
birlado por Jobs, sino de su admiración
por él; y la CIA investiga a todo mundo así que no es novedad que hubiera
investigado a Jobs; y todo gerente es exigente con su personal y Jobs era
gerente; y no se robó ningún invento, etc. Es decir, los acusadores de Jobs,
normalmente gente que no ha logrado la centésima cosa que él si logró, lo
acusan de naderías por envidia. Conclusión primera: no podemos darnos el lujo de
repetir cosas que leemos u oímos, sin contrastar con fuentes creíbles; pero lo
hacemos, o lo hace esa generación de post adolescentes limeños de hoy, con una
frecuencia y liviandad que escarapelaría a nuestros abuelos. Abajo, Steve Jobs y Bill Gates en rara entrevista conjunta. Hay admiración mutua.
Lo segundo es más grave aún. Esta
generación de jóvenes que circula nuestras calles del tercer mundo ha
renunciado a todo. En un post anterior hablábamos de Entregar la Carta García: un hombre que sin medios y sin formular una
pregunta se interna en un país para entregar una carta a un personaje al que
nadie ha podido hallar. Nuestros jóvenes en cambio, no pueden visionar un video
de 7 minutos de un personaje que ha contribuido a cambiar el mundo actual y a
tenernos comunicados de un modo que nadie hubiera imaginado hace 15 años; un
personaje adorado en otras latitudes y cuya vida ya viene siendo estudiada y
enseñada en las principales escuelas de negocios y tecnologías del mundo
entero. Un personaje que en suma, nace una vez cada 500 años. Nuestros jóvenes,
es triste decirlo, han renunciado a toda pasión. Vegetan frente a pantallas que
les hacen dispensable el desarrollo de pensamientos propios, la crítica o el
cuestionamiento. Son víctimas de conductas monocordes, que rayan los inframuros
de la medianía. Es el efecto mouse, el mínimo esfuerzo, apenas mover un dedo y
tener, o creer que se tiene, todo. ¿Qué nos espera? ¿El vacío total? Hablamos
de jóvenes de clase media, no de chicos a los que la educación ha negado toda
apertura, sino de muchachos que han estudiado en colegios privados, en los que
según se dice, se da buena educación. ¿Será que como decía hace casi un siglo
Gonzales Prada a Haya de la Torre “Ya no tenemos juventud”?
Pueblo Libre, 14 de octubre del
2011
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