Hace varios años ya, premunidos
de cuchillos y tenedores, o sin ellos y a mano pelada, los peruanos venimos
celebrando el día del pollo. También el día de Ron, el día del Ceviche y alguno
que otro elemento similar. Lo dicen todos y lo repiten sin pausa: el Pollo a la
brasa es el plato de bandera preferido por los peruanos. También el Ceviche, el
Arroz con pollo, el Tacu tacu, el Seco de
cualquier cosa. Vamos encaminados por una senda triunfal. La gente saca
pecho -y no solo pecho, también barriga-
henchida de orgullo patrio, segura de que este campeonato de la comida
lo vamos a ganar.
Pollo a la Brasa: es innegable que provoca |
Los héroes modernos no son Grau y
Bolognesi, acaso ingenuos que se creyeron un cuento; no, ahora los héroes
poseen restaurantes aquí y en niuyorq, se enojan con los escritores a quienes
mientan la madre y mandan a callar. Desfilan en la TV, declaran para los
medios, dictan línea enarcando las cejas, esparcen la sal de la salud entre sus
fieles y luego a contar, que para eso están más que para cocinar. A quién Dios le dio en buena hora San Pedro
se lo bendiga, decimos.
La víctima: millones moriran en su día |
Pero digo, ¿es tán bueno esto del
día del Pollo y la vida ordenada por los chefs? ¿Acaso este sacrificio de crear
tantos platillos que la mayoría de peruanos nunca probará, es bueno? ¿Será
saludable? ¿Nos conducirá a algo? El ministerio de salud ya ha debido salir a
pedir moderación, porque la epidemia de gordos que transitan las calles limeñas
es cosa de correr. He tenido oportunidad de viajar en el interior del país, en
el asiento trasero de una combi, 4 pasajeros apretujados 4. Pero en Lima es
casi imposible que entren 4 pasajeros en el trasero de una Coaster, no obstante
su mayor tamaño. Así de gordos están.
Quizás el Día del Pollo es un
reflejo de lo que somos. En lugar de un Día de la puntualidad, que tanta falta
nos hace, salimos con un Día del Chicharrón. O en lugar del Día del Esfuerzo,
creamos el Día de Pisco Sour. O (arderán las orejas señor) en lugar del Día de
la DISCIPLINA, crearemos el Día del Rocoto. Digo, ¿no es esa nuestra
vergonzante verdad? NO está mal lo gastronómico, pero ¿Por qué sólo eso? Nos gusta lo fácil, la criollada, la cochinadita. Somos
buenos para meter el diente y empinar el codo, pero no nos gusta el esfuerzo
que forja el carácter y las naciones ganadoras. Y no echemos culpa de esto a los
españoles a quienes siempre cargamos las cuentas. Hay que reconocer que nada
tienen de protagonismo en este genocidio polluno. Esto es creación nuestra.
¿Y por qué no un Día de la Disciplina?
Disciplina es perseverancia, es
orden; es actuar de forma determinada para lograr metas y objetivos grandes y
pequeños. Exige sacrificio, es hacer las
cosas aún cuando no nos guste hacerlas, porque sabemos que nos conduce hacia un
objetivo superior. Es vencer nuestra propia resistencia, correr el kilómetro
adicional. Es autocontrol, es el imperio de nuestra voluntad sobre nuestros instintos
básicos, es no dar más y sin embargo dar más. Es decir, disciplina es todo aquello que a
los peruanos nos duele; es ponerse a tiro de alcanzar una estrella
por lejana que parezca, es levantarse temprano, es decirle adiós al trago o al
cigarro, es vencer para siempre la idea de que no podemos hacer cosas serias.
Es cierto que hay algunas aves raras disciplinadas sobre nuestro territorio,
pero no es una moda, ni una norma, ni un sello distintivo que nos
enaltezca y respalde en situaciones
difíciles. Lo nuestro es lo barato, el patriotismo de camiseta y bubuzela.
Disciplina japonesa:6 meses después Fukushima ya se levantaba |
Ahora que están desarrollándose
las olimpiadas, pienso en qué serían todos esos campeones sin disciplina y si
algún afamado chef los hubiera convencido de hartarse de alguna comida. Pienso
el tiburón Phelps ganando sus 22 medallas de oro a base de disciplina y no de
otra cosa. Y me pregunto en donde anduvieron los deportistas nuestros, acostumbrados a ser convidados de piedra en
estos certámenes. Abajo, el video conmovedor del efecto de una disciplina y voluntad de hierro: Nick Vujicic.
Pero pienso en algo más. Es de
todos conocidos la proverbial disciplina de alemanes y japoneses. Estos últimos
nos han dado un ejemplo práctico del valor de la disciplina. Tras el terremoto,
tsunami y crisis nuclear del año 2011, el territorio devastado por estos
eventos necesitó apenas unos pocos meses para mostrar un rostro diferente al de
la devastación en que se sumió. Pero no sólo eso, todos vimos a esos dolidos
japoneses soportando estoicamente todo el dolor de su tragedia sin exclamar
ayes de dolor ni de nada. Nuestros gobiernos pollunos en cambio, no han podido
reconstruir las zonas afectadas por el terremoto del 2007. La población víctima de la tragedia tampoco fue muy estoica. Así somos. Definitivamente un día de la disciplina, del esfuerzo,
del sacrificio, o de la puntualidad, nos vendría mucho mejor que estos días
gastronómicos que se han creado últimamente.
Pueblo Libre, 04 de agosto del
2012.
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