El
policía viste uniforme y botas militares. Trae casco, además de su arma de
reglamento. La mujer humilde no viste ropa de marca, pregunta con la ingenuidad
del que no sabe y quiere saber ¿Por qué nos tratan así? El policía es del
color de la mujer, voltea el rostro transformado en un odio y responde
"Porque son perros pues conche....". En otro extremo de la plaza en
que este policia insulta a la mujer, una turba de 15 policias arroja al piso a
un hombre sentado en una banca. Le tuercen los brazos y lo patean. Algunos
uniformados se entregan a la golpiza contra el hombre mientras otros ocultan
con sus escudos los hechos que las cámaras tratan de registrar.
Nada
de lo anterior es nuevo. Ha ocurrido desde siempre en un país en el que más
allá de Lima la vida de la gente para el estado no vale nada si los hechos se
pueden encapsular; y encapsular es silenciar, cercar un hecho en una geografía
determinada para que de allí no trascienda.
Las
imágenes de Youtube que nos permiten ver el comportamiento violento del policía
que insulta a la mujer y el ataque cobarde y desproporcionado contra el padre
Marco Arana, son lo que realmente ha cambiado. Ya no es necesario tener un
canal de TV para difundir una noticia, ahora basta una cámara.
Hace
algunos años, casi 20, cuando el dictador Fujimori metió a los soldados en las
universidades nacionales, hubo un día en que cansados de soportar abusos y
manoseos de los soldados a las estudiantes, los universitarios sanmarquinos
realizaron una gigantesca movilización al interior de la universidad. Allí
estuvo toda la prensa y fotografiaron y filmaron todo. Esa noche en los
noticieros la noticia no existió, fue encapsulada en la ciudad universitaria a
pesar de ser primera vez que se producía una protesta masiva contra el ejercito
de Fujimori. Así ha actuado la prensa capitalina desde siempre. En el caso de
Marco Arana, a pesar de las imagenes narradas y recogidas por la prensa y TV, aún
hay quienes desde los medios pretenden sindicarlo como agresor y cabecilla de
una turba. Alguien intenta ganar a la opinión pública limeña, aunque el resto
del país les dé la espalda. He allí el peligro. La tecnología actual de las
redes sociales ayuda a difundir, pero no enriquece los reflejos morales de los
torcidos.
Brutalidad Policial |
Que
ninguna autoridad oficial, parlamentaria, regional, o partidaria haya condenado
energicamente ni los insultos a la mujer que pregunta ni la golpiza al padre
Arena son una buena señal de nada. Habla de que nos hemos acostumbrado a una
realidad de golpizas, gases, palos y balas que siempre se ensañan con las
poblaciones de las provincias del país.
Pero
sobre todo habla de un solapado racismo que es incapaz de indignarse frente al
abuso y más bien lo alienta con el cuento de la "Mano Dura". Mientras
el respeto por el otro y su inclusión preventiva en el diálogo, y el respeto a
sus posiciones no se alcancen, los conflictos seguirán produciéndose sin pausa.
En la génesis de este problema tienen protagonismo los partidos políticos,
devenidos en aunténticos clubes o partidos Frankenstein que se arman
electoreramente, pero que carecen de auténtica vida partidaria y viven de
espaldas a las reivindicaciones de los pueblos, motivando la aparición de los
frentes regionales a los que luego quieren criminalizar. Es decir, quieren
dejar a las regiones sin representación en el legislativo y sin representación
en las calles. Peor, imposible.
Las
cámaras filmadoras, la internet, y el Youtube pueden ser una buena noticia para
desnudar abusos, pero no son eficaces cuando el abuso viene desde lo más alto.
A menos de que tengamos una plaza Tahrir.
Lima,
11 de julio del 2012
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