La noticia esta semana vino desde provincias. El capitalino diario El Comercio ha titulado así en su edición digital: “Defensoría del Pueblo criticó a arquero del club Manucci por denigrar a mujeres”. Desde la ciudad involucrada, el diario La Industria informó de este modo: Portero del Mannucci: “Las mujeres están para cocinar, para servir al hombre”. ¿Qué cosa? Claro, no es como para felicitar al susodicho portero, el que además ha rematado su intervención acerca de la dama que hizo de lineman (o será linewoman) en el partido que su equipo perdió: “La señorita que se vaya a cocinar, que no se dedique al fútbol”.
Sin embargo las cosas hay que tomarlas en su contexto. Este muchacho que no ha cumplido aún los 20, declara en medio de su furia, en un lugar olvidado del planeta: la sierra cajamarquina. La Defensoría del Pueblo ya en la ciudad, no se ha quedado corta de adjetivos y ha dicho que los dichos en cuestión son sexistas, denigrantes y violentos. Además han exigido al club sanción para el portero. El club no ha demorado en hablar de separación.
Lo que no se dijo es que esto ocurrió el mismo día que cierta prensa criticó que el presidente haya llevado a su esposa al viaje que hizo a los EEUU. O yendo un poco más allá, tampoco la Defensoría del Pueblo, ni la prensa que hoy se espanta, han dicho nada de los desnudos cada vez más obvios que se muestran en nuestras pantallas de TV en horario de protección al menor, presentando a las mujeres como objetos desnudos, incapaces de pensar. O por decir más, tampoco esa misma Defensoría del Pueblo a la que ha faltado serenidad para responder al arquero, ha dicho nada del hecho de que se utilice la imagen de una señora andina y campesina, en el personaje de “Paisana Jacinta”, para mostrar a la mujer serrana como sucia, fea, ignorante y tonta.
Se puede estar de acuerdo o no con lo dicho por el arquero, pero es su opinión, buena o mala. Lo contrario es aplicar mordaza a las opiniones de la gente. Víctor Ulloa, el portero, sólo ha manifestado lo que muchos pensamos cuando encontramos una persona que no hace su trabajo correctamente. Me pasa cuando debo recorrer la avenida Javier Prado y me debo tragar atracos de tránsito y laberintos borgianos generados no por los conductores, sino por los criterios (o falta de ellos) desquiciados de las señoritas policías que deberían aligerarlo y hacerlo sencillo. O como cuando encontramos una persona mayor que ya no hilvana con acierto su labor, solemos decir con algo de sorna y hasta crueldad, “ya debería estar jugando con los nietos”. Ni la prensa ni la Defensoría del Pueblo se han quejado jamás ante esto. Sería tonto. Pretender guillotinar a un muchacho que expresa su opinión acerca de la labor de una señorita resulta un machismo al revés: si criticas a un hombre estamos bien, si criticas a una dama vas preso o te caemos a golpes.
Que la Defensoría del Pueblo se encargue de lo importante, por ejemplo de ese espectáculo denigrante y mamarrachento que es “La Paisana Jacinta” que envenena de machismo y racismo a cientos de miles de jóvenes y niños; que se ocupe de la igualdad de genero en las poblaciones rurales, donde la mujer es lastimada desde la educación que recibe en la escuela y el hogar; que se ocupe de defender mujeres en las comisarías donde también son maltratadas y en todos los lugares conocidos en donde su condición de mujeres las hace víctimas de abuso, estafa, ostracismo, vejámen. Como las parlamentarias vejadas por LAN durante un vuelo comercial hace algún tiempo. Y que la prensa se sacuda la babosería que la tiene emborrachada. Hay que dejar al arquero de Manucci pensar como le venga en gana, porque finalmente, su pecado ha sido decir en público lo que otros dicen en privado.
Pueblo Libre, 25 de setiembre del 2011
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