Tenía 25 años y el absurdo se ha cobrado su vida. Su imagen es la de tantos jóvenes que deciden apostar por su país. Una barba de rebelde, una mirada inteligente, el rostro delgado del que no ha sucumbido al hechizo del pancismo que nuestra TV incita, mientras convivimos con lo prohibido por la razón y llevamos la vida como una gota de rocío a punto de estallar. Ivo apostó por su país envilecido por los de siempre, y como todas las veces el país no apostó por él.
Fallecido al cruzar un crucero peatonal |
En febrero del año pasado, el escritor peruano Sergio Galarza, comparando Lima y Madrid, decía “En Lima, los cruceros peatonales están hechos para atropellar a la gente, y las normas mínimas de convivencia no se respetan”. Pocos meses después el ministro de transportes, de apellido Cornejo, implantaba leyes que obligan a los peatones a usar los cruceros peatonales bajo pena de multa y hasta de cárcel. Lo aplaudió el periodismo sobón y ligero, lo aplaudió la novísima alcaldesa Villarán y los mismos especialistas de toda la vida. Hasta Marisa Glave, la joven y brillante regidora de Villarán, exigía hace poco multar a más peatones. Como si no supieran lo que señalaba hace un año Galarza. Como si desconocieran lo que ninguna madre en su sano juicio permitiría: que su niño use un crucero peatonal. Como si ignorarán lo que cualquiera que habita Lima sabe: que el lugar más inseguro de una pista para el peatón es el crucero que no respetan los conductores, ni la policía, ni nadie.
Ivo Dutra olvidó esa precaución, acaso convencido del discurso de las autoridades las obedeció y fue atropellado por un loco que se pasó la luz roja y lo hizo volar más de diez metros. Ha muerto joven después de agonizar durante seis días, dejando a un niño de tres años. Asesinado por otro joven de la misma edad, que conduce desenfrenado un vehículo de propiedad de una empresa que se hace de la vista gorda, normado el vehículo por un ministerio que se hace de la vista gorda, controlado por una policía que también hace la vista gorda, ajusticiado por un poder judicial que hace lo mismo y autoridades que también hace lo mismo. En una ciudad cuyos ciudadanos también hacen la vista gorda. Como dice César Hildebrant, a Ivo Dutra lo matamos todos, unos más, unos menos.
El joven periodista fallecido absurdamente |
Porque como mencioné en un post anterior “los sospechosos somos los muchos más que vivimos cruzados de brazos mirando cómo pasan las cosas que pasan, mientras nos respingamos la nariz “. Nuestro silencio y conformidad es cómplice cada vez que se comete un crimen; o como en este caso se viola una luz roja que acaba en muerte; o cuando callamos frente a una autoridad que no cumple su función sancionadora, previsora, fiscalizadora, o se somete a la coima, al arreglo, al chantaje de los votos que se pueden perder.
Que el fallecimiento de Ivo Dutra nos sirva para reflexionar y preguntarnos si podemos seguir cruzados de brazos esperando a que no nos toque la desgracia, o si ha llegado la hora de decir basta ya y actuar en consecuencia.
Pueblo Libre, 24 de agosto del 2011
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