"Soy
lo que dejaron, soy todas las sobras de lo que se robaron.”
Conversando con una amiga (o ex
amiga) peruana radicada en Europa ella me dice “sudamericano”. Dice que los
sudamericanos somos machistas, que nos incomodamos cuando una mujer nos
argumenta; que los europeos son diversos, que prefieren a las mujeres
inteligentes. Casi dice que ella ama Europa y que Sudamérica es poca cosa. Y yo la leo y pienso.
Es raro, me he sentido insultado
inicialmente. Primero, ella ha metido en un saco a decenas de millones. Me he dicho
yo mismo que los sudamericanos somos muy diversos. Es más, sólo los peruanos,
para no ir muy lejos, somos absolutamente diversos. Con esfuerzo podríamos
agregarnos en los del centro, el norte, el sur. Al norte somos sonrientes,
lúdicos; al centro, son serios, circunspectos; al sur, son malgeniados,
endurecidos de carácter. Y sin embargo, es una clasificación abusiva, hay mucha
diversidad en cada región. Y así en cada ciudad o pueblo. ¿Con cuales sudamericanos o peruanos está comparando está
amiga?
Por otro lado, cuando mi amiga
presenta a los europeos como mejores, como lindos, yo digo, ¿de qué europeos está hablando? ¿Habla
acaso de los romanos que echaban cristianos a los leones? ¿O de los que vivaban
a Mussolini hasta poco antes de colgarlo de cabeza en una viga? ¿O de los que
soportaron 20 años a Berlusconi con sus robos y pederastías? ¿Habla de los
españoles matando indios conquistados en América? ¿O de los españoles matando
con balas de goma a los africanos que llegan a sus costas, ayer apenas? ¿Habla
de los ingleses y franceses yendo de guerra de conquista como comparsa de los
gringos a cortar como un queso Yugoslavia y matar civiles en Irak y Afganistán?
¿Habla de los europeos que llevan dos guerras mundiales en sus anales? Ah, que
no, que habla sólo de los de Milán; de los que hacen cine, de los que visten a
la moda; esos que se robaron la mejor cultura de otras sociedades. Vaya, es
como juzgar y clasificar a los europeos mirando a Alain Delon, y a los
sudamericanos mirando a un cantante de chicha, tal vez tongo. Y a los africanos
con Idi Amin como referente.
Los europeos clavaron sus espadas
en norteamérica, en Mexico, en Perú y toda sudamérica. ¿De qué pueden acusarnos
a los sudamericanos si siempre pusimos la sangre y los muertos desde que Colón
y los suyos gritaron “Tierra”? Es increíble cómo podemos olvidarnos nosotros
mismos de la historia que vivimos y recibimos en herencia, y decir cosas que trastocan
o niegan los horrores. Todos los pueblos y continentes tienen sus guiones
macabros escritos desde hace siglos en la historia y ninguno al día de hoy
parece libre de repetirlos, de escandalizarnos con sus decisiones sangrientas,
con sus cobardías, con sus guerras de
conquista y sus intereses subalternos que los desnudan hipócritas, necios,
dementes.
¿Estamos los sudamericanos, o
centroamericanos, o africanos, o asiáticos, atados al pasado? Es posible que
algunos, que grandes o pequeños sectores. Pero más bien hace mucho comprendimos
que avanzar requiere dejar al pasado en donde está. Nosotros vamos a Europa, y
los europeos vienen a nuestro continente a trabajar. Muy paso a paso avanzamos
el proceso de integración, de mestizaje. Que la diáspora latinoamericana
pretenda dar lecciones desde allá, como ocurre muchas veces, millones de veces,
es sólo una muestra de nuestros complejos no superados, no digeridos, no
trabajados. Nos falta madurez, como a todos. Hay que dejar la américa latina
cuando nos vamos; o la Europa, cuando venimos; no hay que vivir atados al
complejo, hay que superar nuestras propias pequeñeces.
En Sudamérica, esa Sudamérica que
muchas veces se juzga sin conocer, a veces, cuando se abre los ojos, basta un
campesino con su esfuerzo arando la tierra, para saber que ese esfuerzo,
heroico y solo, vale la pena. Que el niño caminando kilómetros desde el
amanecer para llegar a la escuela, es un buen motivo. Que la mujer, madre o no,
joven o vieja, transita desde que empieza la mañana por dificultades sin cuento
y de admirar. Somos un continente joven, plagado de esperanzas y errores.
Tengamos respeto por nosotros mismos.
Yo la leo a esta amiga (o ex
amiga) y pienso, Sudamericano sí, a mucha honra, más que nunca. Como siempre.
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