Del consenso antilima de levitsky,
al consenso sin Lima, hay un mundo de distancia y trataré de explicarlo en el
pequeño espacio de esta discusión.
Conversando meses atrás con un
amigo ingeniero, él confesaba haber tenido una discusión (en el buen término)
con una señora arequipeña, que le reprochaba que los limeños se llevaban sus
riquezas. El amigo no sólo desechó aquella tesis, sino que sostuvo que Lima
daba dinero a las provincias. Yo le dije que la señora tenía toda la razón y él
me miró con sorpresa.
Cuando uno revisa las cuentas del
estado encuentra que las provincias reciben menos de lo que aportan. Sólo las
provincias muy pobres reciben algo más de lo que entregan. La ciudad que
desde hace siglos recibe más de lo que aporta es Lima, invariablemente,
cuando los conquistadores españoles empezaron a recoger el oro de las
provincias, para construir sus palacetes en la capital o enviarla a la
metrópoli española.
Y hay falacias que por supuesto
inflan las cifras limeñas. Por ejemplo, la producción de una minera limeña
(todas las grandes mineras son limeñas) aparece aportando al PBI de la región Lima; lo que no se dice es que la
explotación de esas mineras se lleva a cabo en provincias. Los puristas
alegarán “pero se les entrega el canon”. Sí, es cierto, el 30% en impuestos
para la región. Yo pregunto “¿Por qué no el 100% para la región?”. Lo mismo
ocurre con el petróleo, el gas, y hasta con los dineros por ingresos a los restos arqueológicos de
provincias; que van a engrosar las arcas del ministerio respectivo, el cual raciona
luego con gotero, lo que esa región recibe por ese mismo concepto, siempre poco,
tarde o nunca.
Esto que el amigo ingeniero
desconocía, está, como decían en X-files, allá afuera, para quien lo quiera ver;
pero jamás se dice, nunca se menciona ni se discute. La intelectualidad limeña
calla y la provinciana resigna. Pero cuando los limeños liberados por algún
feriado largo, se desplazan por el país y miran la pobreza, la achacan a una
supuesta “ignorancia” o “haraganería” o “socialismo” o “ideas de izquierda” de
los provincianos. Es admirable la forma en que los comunicadores limeños desde
los medios han pronunciado la frase “es que no saben gastar” o “no tienen
capacidad de gasto”, para referirse a las autoridades regionales que
aparentemente no poseen los conocimientos para formular proyectos que aprobados
por Lima, les permitan gastar los dineros que poseen. Señalan el mal pero jamás
mencionan una solución, a menos que ésta sea como parecen desear, volver al
centralismo de antaño, del que no se dan cuenta (o no quieren darse cuenta)
estamos no tan lejanos.
Pero entonces estamos claros que
Lima expolia a las provincias su oro, gas, petróleo, agro y cada vez más productos
que va encontrando a su paso. La pobreza provinciana es la gordura limeña. Las
inversiones de los últimos tiempos, sólo generan empleo de mala calidad para
los provincianos; y gerencias y supervisiones para los limeños, que llegan a las
provincias como comisarios que reparten la sal de la salud a sus felpudos y el
desprecio al resto. Llegan como golondrinas que no acamparan y por tanto no
estarán el siguiente verano. Como aves carroñeras arrancan lo que pueden al
moribundo -al que ayudan a matar- y luego emprenden la retirada para ser
reemplazados por otro igual o peor. Ha sido la historia de la relación de Lima
y provincias por cinco siglos y es eso lo que debemos cambiar. O somos un país
o Lima es un país con sus colonias a las que explota y difama cuando es
conveniente. O aprendemos a mirarnos a la cara y a tratarnos con respeto, o las
provincias seguirán languideciendo y recibiendo el chorreo, que se nos vende
como la panacea. Mientras seguimos viviendo de propinas y a media vida, la
capital, engulle, engorda, dilapida, y se enriquece con nuestros recursos. Eso
es lo que debemos terminar.
Pueblo Libre, 29 de junio del 2013
Pueblo Libre, 29 de junio del 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario