Estos días nos traen un mensaje
de lo que somos. Ha bastado que Paolo Guerrero alcance el campeonato mundial de
clubes de fútbol junto al Corinthians de Brasil para que la prensa peruana
alardee en primera página de títulos que no nos corresponden y olvidemos
rápidamente la realidad. Es lo mismo, pero con agravantes, que sucede en el tema de litigio con Chile en la Haya:
mucho triunfalismo y “no nos ganan”, o “nuestra posición es sólida”, pero nada de
análisis serios, desapasionados, prudencia, cautela. Ha bastado que Álvaro Vargas
Llosa se muestre algo escéptico, para que le caiga encima la turba de siempre a
insultarlo y denostarlo. Pero, ¿en verdad nos sentimos ganadores? ¿De qué?
Oportunismo de medios y patriotismo cantinero |
Paolo Guerrero ha tenido el peor
año de su carrera. En Alemania fue suspendido por 8 semanas por un atacar
alevemente a un colega de otro equipo durante un encuentro de fútbol. No era su
primera vez de actitudes agresivas, por lo que el club optó por venderlo. En
Europa no lo reclamó nadie para jugar en ese continente y el depredador recaló
en Brasil. En la selección peruana no le ha podido ir peor, estamos
virtualmente eliminados del mundial y los resultados han sido tropiezo sí, tropiezo
también. Peor aún, la indisciplina y
argolla de ciertos seleccionados ha quedado más evidenciada que nunca jamás. Al
pedido de Paolo Guerrero de apoyar a la selección, sus compañeros en la misma
respondieron con nuevos escándalos y tropelías sin cuento. Finalmente, el
fútbol peruano ha coronado el año con un
campeonato profesional paupérrimo, que se inició con clubes que se negaban a
jugarlo. Repito, ¿De verdad nos sentimos ganadores? ¿De qué? Acaso de la suerte
de Paolo de haber llegado a un club que hace un año ya tenía el pasaje para
disputar ese campeonato mundial; acaso
de ser éste campeonato de clubes lo que Mourinho llamó con acierto “una copa
que se gana en dos partiditos”; acaso de haber hecho un gol en cada partido
siendo que esa es su función.
Periodismo se sube al coche |
Pues bien por Paolo con su título
y la parte que le toca por haber llegado en la hora nona y hacer dos goles. Bien
por él y que siga así. Nada de eso borra el pésimo año futbolístico y negro
futuro que el Perú tiene en esa materia. Lo peor que podría pasarnos es creer
en los cánticos de sirena del periodismo capitalino que quiere vendernos
victorias que no son nuestras, olvidando la triste realidad del presente. O
hacernos olvidar que ellos, el periodismo, es cómplice y artífice del
desgraciado papel futbolístico peruano en el 2012 y anteriores.
Lo que nos queda es buscar
soluciones de largo plazo. Reconstruir nuestro fútbol desde cero. Ese día no
tendremos que celebrar los triunfos de los equipos de otro país, ni el hecho coyuntural de que un compatriota
se cuelgue nuestra bandera en el cuello. Entonces tendremos nuestros propios
campeones y las copas estarán en nuestras vitrinas. Lo demás es cuento o
subirse al coche sin pagar la gasolina.
Pueblo Libre, 18 de diciembre del
2012
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