Iván Thays ha cometido pecado. Ha tenido razón pero irá preso cuando retorne a Perú. Escribió unas cosas en una columna poca leída en un diario español que nadie en Perú conoce y al que no se sabe como ha ido a dar el escritor. Razón de más para la envidia y el chancamiento. Ha dicho que la comida peruana no le gusta. Así, a boca de jarro. Que es un petardo, que indigesta, imagínense lo que es eso. Ha rematado golpeando contra la bebida de sabor nacional, que no la recomendaría a los extranjeros. El cocinero peruano más famoso y mundial ha salido rápidamente a responder diciendo que él no conoce a Iván Thays, que no le hace caso. El público ha aplaudido a Gastón Acurio, el cocinero peruano más conocido y millonario de la exclusiva élite de chef peruanos de apellidos extraños y billeteras muy gordas: ha cortado oreja y rabo.
Iván Thays: encendió la polémica |
Iván Thays ha tenido un programa cultural en la televisión peruana por 7 años y ha entrevistado en él desde escritores nacionales noveles que agradecen la oportunidad, hasta ganadores del Nobel como MVLL y ha conversado con todos los miembros vivos del Boom de la literatura latinoamericana. Y no, no ha entrevistado a ningún cocinero. Gastón Acurio no sabe quién es Iván Thays y se jacta de ello. No parece buena cosa, no. Que el cocinero más influyente de Perú no conozca a un escritor limeño, como el mismo Gastón (se entendería no conocer a un escritor provinciano), con programa de TV propio y entrevistador de ganadores del Nobel, le hace un flaco favor a la gastronomía nacional. ¿Quién está al frente de lo gastronómico en el Perú? ¿Habrá leído Gastón algún libro que no sea sobre pancita y papas fritas? Espero que sí, por el bien del Perú. Creo que sí, apuesto a que sí.
Acurio. Conocido cocinero, no sabe quién es Thays |
Pero Acurio es un buen tipo así que no diré más sobre él. Hasta se ha arrepentido y ha ordenado a sus huestes, que arremetieron contra el autor de El Viaje Interior, que dejen en paz a Thays. Es bueno Gastón. Sólo digo que nos hemos enterado que la cultura, y la literatura menos, no es su fuerte. Pero es un buen tipo. Un patriota, un idealista. Queremos tanto a Gastón, aunque nos trate mal.
A los que no queremos es a todos aquellos que quieren silenciar a Iván Thays. Desde ciertos medios hace algún tiempo se pretender acallar toda voz discrepante con el discurso oficial y el oficioso. Y la gastronomía es hoy por hoy, parte del discurso oficial y oficioso. Este linchamiento en vivo, este despellejamiento sangriento que se pretende hacer con Thays habla de las heridas aún abiertas en el ser nacional. Si no se tolera que una persona confiese que no le gusta nuestra comida, entonces, ¿qué se tolera? ¿Y si no me gustara la Marinera, arderé en el infierno limeño? ¿Y si no considero importantes para el país los triunfos de Sofía Mulanovic (como considera Aldo Miyashiro), perderé la nacionalidad? ¿Y si no me siento hincha de la selección de futbol actual de Perú, entonces qué? ¿Es que debo comulgar con las argollas, con la frivolidad y la tontería? Ese discurso oficial vacuo y pancista es más peligroso que los gustos culinarios o disgustos de Iván Thays. Más peligroso es que nuestro mejor cocinero muestre sin rubor su poquísima cultura a que el otro guste más de las pastas que del ceviche. Más peligroso es este país de mudos de cerviz inclinada que nos quieren vender como el único posible.
El Rocoto, unificador nacional ¿tendrá su día? |
Todos esos que desde la prensa, radio y TV y ministerios han salido a atacar a Thays por decir lo que dijo, no han dicho esta boca es mía por el hecho constatable de que el mejor periodista del país no tenga hace varios años un programa de TV, ¡Qué va, qué importa¡. Tampoco han dicho esta boca es mía acerca de la delincuencia desatada que vivimos día a día y la crisis de valores en una ciudad que mira como sus hijas asesinan a sus madres para quedarse con la herencia. Tampoco han movido un pulgar para pedir una TV más plural y culta, o han levantado una ceja para indignarse de que nuestros niños y jóvenes no entiendan lo que leen y peor aún, no entiendan lo que escuchan. Ni han protestado por el hecho de que la edición digital del diario más prestigioso de nuestro país, el linajudo El Comercio, tenga noticias de 10 líneas en promedio, un periodismo fastfood para lectores de cerebro fastfood. Nada de eso nos indigna…Pero si habla Thays…Allí irá una jauría de cobardes a atacarlo, a calumniarlo, a decirle enemigo de la patria. Esto que se quiere hacer con Thays, ¿no es como lo de Ilave con el alcalde que lincharon? ¿Alguien dijo salvajes? ¿No es esto una salvajada en la gran ciudad? ¿Alguien dijo cobardes? ¿No es una cobardía este patriotismo de cantina que se parece a Fuenteovejuna todos a una? ¿Este es el país del que algunos quieren sentir orgullo?
La reacción hepática y de pandilla frente a lo expresado por Iván Thays sólo habla de (como él mismo dice) un país (o una ciudad) necesitado de la aprobación de los extranjeros para sentirse vivos. César Hildebrant ha sido igualmente crítico y se ha desmarcado del boom gastronómico peruano, pero lo ha hecho en el Perú, por eso no importó. Thays lo ha hecho en el extranjero, por eso importa mucho. El escritor que en su programa dió cabida a cientos de colegas suyos apartándose de la envidia tan nuestra, ha apuntado al que algunos miran como el único elemento del que sienten orgullo: la comida. Los ha dejado sin nada y lo ha hecho ante quienes esos mismos miran como la fuente válida de aprobación para sus existencias: los extranjeros. Así mirado, Thays es un enemigo, un vendepatria, un acomplejado, un aguafiestas que destruye lo único que tenemos. Personalmente lo felicito y le agradezco haber puesto –quizás involuntariamente- el dedo en la llaga del Frankenstein pancista, de cebolla y rocoto, que nos quieren imponer como motivo vital en un país que en verdad tiene mayores y mejores razones de satisfacción y orgullo.
Pueblo Libre, 04 de febrero del 2012
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