domingo, 22 de marzo de 2015

Castañedismo: La Fiebre Amarilla

El alcalde Luis Castañeda ha iniciado quizás sin saberlo, una práctica peligrosa. Al borrado de pinturas en el centro de la ciudad ¿Qué seguirá? Yo creo que sería bueno leer los libros escritos por Vargas Llosa en su época comunista, para ver qué se encuentra. Qué ideas subversivas afloraban en esa mente pérfida de Varguitas. Después habría que revisar extensamente todas las pinturas del territorio nacional. Está claro que en las pinturas borradas habían muchos cerros y que estos evocaban a sendero luminoso. Pues a buscar se ha dicho. Yo, patrióticamente cumplo con informar que en Trujillo, en el famoso mural de la UNT compuesto por millones de cerámicos, en el sector correspondiente a Rafael Hastings, (ver aquí el mural) existen unos cuantos cerros. Hay que ir allí y tumbar esos subversivos mensajes. De paso, interrogar a Hastings, ¿Qué es eso de andar pintando cerros? No se nos olviden las esculturas de Víctor Delfin y algunos otros. De seguro que allí también la caviarada internacional he plasmado sus mensajes terroristas. Hay que revisarlo todo. ¡Que viva la cacería de brujas! Larga vida al macartismo más rancio, vergonzoso  y anti histórico.

Antes y Después de Castañeda
Que el alcalde de Lima no es un hombre de letras no es un secreto. Que su cultura cabe en la cabeza de un alfiler, tampoco. Al final es un hombre que se ha forjado la imagen de constructor eficiente, aunque de eso no estamos seguros. En su periodo anterior los obras no las hizo él, sino organismos internacionales a los que encargaba las obras para no ser auditadas por Contraloría. De todos modos se puede decir que era un buen encargador de obras. Hay escaleras y bypases que lo acreditan como hombre de trabajo. ¿Qué necesidad de aparecer como moderno Torquemada? Castañeda es un alcalde que ha sido elegido con uno de los porcentajes más elevados en la historia de Lima. Eso le confería un consenso para llevar adelante reformas y obras con el apoyo mayoritario de la gente. 

Amarillo Absurdo


Por eso es incomprensible esta fiebre amarilla que empieza a cubrir toda Lima y donde el alcalde luce sin ideas, sin iniciativas que no sean borrar todo lo hecho por su antecesora. Es una cosa pequeñita, de niño trancisionero; no de estadista que entiende su rol de líder que rema hacia el futuro. Castañeda está anclado en el retrovisor, pero además funge no de ingeniero constructor, sino de capataz de demolición. Lo de los murales es cosa de niños si nos fijamos en las mega obras iniciadas por Susana Villarán, a las que Castañeda trata de detener. La reforma del transporte es una de las reformas más esperadas por la ciudadanía, y aunque con deficiencias, había sido iniciada por Villarán. Había que mejorar, dar continuidad, sembrar el buen ejemplo para las generaciones futuras. El corredor azul es ejemplo de solución económica al problema del transporte. Son empresas de verdad, no se arranchan los pasajeros, no compiten entre sí, no existe la guerra del centavo, hay una frecuencia, un orden, son buses higiénicos, hay un trato respetuoso. ¿Exigía alguna mejora? Claro que sí. Jamás su destrucción y Castañeda se encamina hacia ello además de petardear la operatividad de los otros corredores.

Hermoso mural borrado por alcalde Castañeda
Castañeda aún está a tiempo de reconocer sus errores y quedar como caballero. El ejemplo que reciben nuestros jóvenes del odio entre líderes no es bueno para la ciudad. Haría bien Castañeda si mañana reconociera un “exceso de entusiasmo” y que estuvo mal borrar la cultura urbana. Después convocara a los artistas a pintar nuevamente sus murales y reconociera que falló al parar los corredores viales. Si reconociera que su antecesora, con todas sus deficiencias, hizo algunas cosas buenas y la llamara a conversar y juntos presentarse a los medios sellando una paz, no por ellos, sino por la ciudad y sobre todo por sus niños y jóvenes. Pero pedir a Castañeda una cosa tan pequeña y sensata es pedir peras al olmo. Sus intereses son otros, la ciudad poco le interesa. Como decía Valle Riestra, hay gente a la que no le interesa la historia, sino la quincena. A Castañeda no le interesa la historia ni la quincena. Lo que le interesa sólo él lo sabe aunque todos lo imaginan.

La fiebre amarilla pasa por tres etapas en sus víctimas. En la tercera, luego de haber pasado por la primera, que es la de la ictericia, el paciente sufre convulsiones, coma y delirio. Este último parece ser el que más afecta a Castañeda, convencido de que es, no el alcalde y primer servidor de la ciudad, sino el dueño, el mandón o mandamás de una ciudad que lo ha honrado eligiéndolo alcalde por tercera oportunidad. Es triste decirlo, pero todo parece indicar que Castañeda no saldrá bien de éste mandato. 


Pueblo Libre, 22 de marzo del 2015


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