lunes, 15 de noviembre de 2010

Entre Escila y Caribdis: el porqué.


Escila


En la mitología griega, Escila era un monstruo marino, que había sido una hermosa ninfa, hija favorita de su padre Forcis y Hécate, su madre.
Escila es descrita como un monstruo con torso de mujer y cola de pez, sería un ser con seis largos y serpentinos cuellos con cabezas monstruosas. Se cuenta que portaba en cada cabeza tres apretadas hileras de afilados dientes, así como que emitía un aullido similar al de un perro.


Glauco, un Dios marino de aquellas latitudes, se enamoró perdidamente de la belleza de Escila. Rechazado en sus sentimientos acudió en busca de ayuda con la hechicera Circe quien a su vez se enamoró de Glauco, dándole una pócima que éste debería echar en las aguas en que Escila se bañaría. Al hacerlo, Escila se convirtió en un monstruo y Glauco perdió el interés en ella.

Escila, la hermosa ninfa convertida en monstruo marino
Escila: monstruo marino

Caribdis


Caribdis era una joven diosa, hija de Gea y Poseidón. Desde pequeña sufrió de una voracidad terrible, la cual Zeus, el dios supremo del Olimpo, consideraba impropio de una señorita. Un día Hércules retornaba de realizar uno de sus trabajos con los bueyes del rey Geriones, cuando Caribdis se cruzó en su camino. Llevada por su insaciable apetito devoró varios de los animales sin que el héroe pudiera impedirlo. Zeus se encolerizó por esto, castigando con su rayo a Caribdis, que cayó en el Mediterráneo, cerca de las costas de Italia, convertiéndose en abismo y condenada a absorber tres veces al día una inmensa cantidad de agua que luego debía vomitar, adoptando así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance.

Caribdis, la joven diosa de hambre insaciable
Caribdis: remolino que se traga las embarcaciones

Escila y Caribdis


Ambas, Escila y Caribdis habitaban un estrecho paso marino entre la actual Italia y Sicilia. Los lados del estrecho estaban a la distancia de un lanzamiento de flecha de modo que quienes osaran cruzar el estrecho caían devorados por las fauces sangrientas de Escila o por los no menos mortales remolinos de Caribdis. 


La frase «entre Escila y Caribdis», nos habla de dos alternativas igualmente indeseables, una disyuntiva en que la cual ningún destino es deseado y ambos son difíciles de superar. Equivale a estar “entre la espada y la pared”, como muchas veces nos encontramos hoy en día.

Pueblo Libre, 15 de noviembre del 2010


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