lunes, 19 de diciembre de 2011

Al sexto dia, Prusia

Arco de acceso a Prusia-Pozuzo

Sábado, ocho y treinta de la mañana. Me voy hasta Prusia. Es posible que no vea nada. Las agencias de viajes y toda la literatura hablan de Pozuzo. Prusia es mencionado como un lugar de paso. La verdad es que ésta tiene la misma antigüedad que Pozuzo y distan 5 kilómetros una del otro. La historia dice que cuando los colonos austro-alemanes llegan a Pozuzo en 1859, luego de un viaje de poco más de dos años a través de los andes, una de las primeras tareas que emprendieron fue la demarcación de los límites y el reparto de las tierras. Para ello acordaron que los naturales de Prusia ocuparían la parte sur del rio Huancabamba, en lo que hoy es Prusia,  y los naturales del Tirol la parte norte, en lo que hoy es Pozuzo. Fijaron como límite la quebrada de Piedras Oscuras, conocida ahora como Rio Límite.
Vivienda prusiana
                He decidido hacer el camino a pie. ¿Por qué? Una de las cosas fascinantes de la selva (alta o baja) es su vegetación. Podría hacer el viaje en una moto pero llegaría en cinco minutos y no gozaría de los paisajes contemplándolos por todo el tiempo que deseo y aprehendiéndolos si lo quiero. Sería una pérdida. Por otra parte aquí no tengo las urgencias de la gran ciudad, los tiempos son distintos; allá todo urge, aquí somos dueños del tiempo. La distancia entre Pozuzo y Prusia es la que existe entre el centro de Lima (av. 28 de julio) y Miraflores. O si se desea, entre el centro de Trujillo (av. España) y Buenos Aires.

El camino estalla en vegetación
Lo dicho, el camino es todo verdor. A estas alturas el rio es un apenas un accidente domesticado por la naturaleza y apenas si se escucha su lamento. Está del lado izquierdo. A medida que avanzo voy descubriendo que todo lo aparentemente abandonado en el camino, es en realidad parte de algún rancho que existe alejado de la carretera. Lo digo porque a medida que avanzo descubro invisibles senderos en lugares insospechados y entre la vegetación entreveo viviendas ocultas por ésta a ojos desprevenidos. Por esos senderos acceden los propietarios. En mi camino a menudo veo motos que se desplazan a regular velocidad y de vez en cuando algún auto lo   hace sonoramente. 

                Otra constatación es la ausencia casi total de perros. Es un fenómeno que ya había observado en Pozuzo y ahora comprobaba en el camino. ¿Por qué hay tan pocos perros? La respuesta parece obvia pero no lo es tanto. Los caminos en Pozuzo y aún en las poblaciones son transitados a menudo por turistas o gente foránea, ajena a la zona. Los propietarios por precaución no tienen canes  o cuando los tienen los amarran con largas sogas para no privarlos de la movilidad, pero a la vez, para proteger a los peatones del posible ataque de sus animales. Y otra vez pienso, que diferencia con la gran ciudad, en donde los perros son usados más bien para atacar a las personas y esa conducta merece premio y alabanzas insólitas. La ciudad podría aprender más de una lección del campo. No soy enemigo de los perros, pero tampoco es que sea amigo de estos. Hay que saber lo que es el mordisco de un perro para comprender de lo que estoy hablando.

Vista trasera de la iglesia de Prusia

Vista frontal de la iglesia
                Y bien, llego a Prusia tras casi 45 minutos de caminata. Si Pozuzo es un pueblo tranquilo en el que se puede pasar un buen rato alejados del mundanal ruido, Prusia es un paraíso de silencio y quietud. Podría decirse que las construcciones están mejor conservadas o son más modernas que las del propio Pozuzo, y que compiten con ventaja con las de éste. El pueblo es ligeramente más pequeño que Pozuzo y se puede recorrer en pocos minutos. En la construcción de las casas observo el mismo trabajo detallista y creativo con la madera que en Pozuzo,  y las mismas ansias de ser un pueblo completo en el mejor sentido del término. Es decir, Prusia cuenta con un parque muy bonito con zona de juegos infantiles, una iglesia que de pura hermosa ya desearían tener lugares con más población, un colegio Humboldt al que me cuentan que algunos pozucinos envían a sus hijos a estudiar y del que algunos prusianos retiran a los suyos para enviarlos a lo mismo en pozuzo, y por si fuera poco también cuenta con hospedajes para turistas y una discoteca. 

Colegio Humboldt
                A lo mío. Ya no estoy para preguntas y hay sólo unas pocas personas en las calles, así que me dedico a tomar fotos, que a ello he venido. El camino de regreso lo haré del mismo modo, caminando. Pero antes tomo unas fotos de la portada que da acceso a Pozuzo, en la que se lee “Bienvenidos a la única colonia austro-alemana en el mundo”

Calle de Prusia
                 En la tarde habrá una velada gallística en la fábrica de cerveza de Pozuzo. Eso es todo lo narrable en el sexto día de mi estancia por la zona.


Sexto día. Pozuzo 29 de octubre del 2011.


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