martes, 24 de noviembre de 2015

Fiscalizadores Municipales ¿Quién los fiscaliza?

A propósito de la agresión a lo bestia sufrida en San isidro la semana pasada por el señor moticlicista Miguel Urrutia, a quien los fiscalizadores municipales rompieron el tabique de la nariz, dislocaron la mano izquierda y dejaron sordo de un oído, hay algunas cosas que deberíamos pensar.

Los fiscalizadores municipales de San isidro, achorados ellos, al ser preguntados por su actuación, manifiestan que el agredido los agredió verbalmente. Las imágenes los desmienten. El agredido detiene su motocicleta y al ver que los fiscalizadores han arrojado al suelo la mercancía de una señora, pan con huevo, les dice “abusivos”. Al segundo siguiente los fiscalizadores lo muelen a golpes. ¿Qué desean los fiscalizadores? Se desea la indiferencia total. Que veamos en silencio el abuso, la agresión, que miremos al costado. Es la dislocación social lo que se quiere imponer. El “Ya ves, te lo advertí, no te metas en problema ajeno”. El egoísmo, la insolidaridad. La ciudadanía está cansada, harta de ver estos abusos.

fiscalizadores municipales agreden motociclistas

Si así son los "serenos"...¿Cómo son los violentos? 


Las municipalidades son dueñas del serenazgo y son parte del estado, pero generan violencia. ¿Cómo seleccionan al serenazgo y fiscalizadores? ¿Con torneos de lucha entre violentos combatientes? ¿En algún saqueo? Los elegidos parecen ser expertos en uso de violencia contra los ciudadanos. Mientras más violento es el sereno, más aplausos por su “trabajo”. Parece que el “sereno” (nombrecito que se gastan) pusiera toda la energía en el abuso y los palazos, para demostrar que él es la persona adecuada para el puesto. Hay un romance entre la municipalidad y sus serenos pegalones. Tanta cháchara y tanto rollo (necesario) para evitar la violencia contra la mujer, pero somos ciegos ante la violencia contra los que menos tienen, los más humildes, contra los que tienen que inventarse un trabajo. Porque, seamos claros, una cosa es hacer cumplir una norma, y otra muy diferente, robarse las cosas de la gente y además apalearla.

En San Miguel, alguna vez he visto a una camioneta del serenazgo llevarse no sólo la mercadería de un vendedor (cosa que nadie fiscaliza), sino llevarse también detenido al vendedor. Es lo de siempre. El comerciante no puede ser detenido, pero lo es, piña; porque no conoce sus derechos y por lo tanto no los exige ni defiende. Y nadie lo defenderá. El papá estado hace la vista gorda, sabe que estas cosas pasan, que es violatorio de los derechos más elementales de un ciudadano, pero mira al cielo y silba y se rasca la panza. ¿Hasta cuándo?

Nadie defiende a un heladero de D’onofrio agredido, nadie a una vendedora cuya mercancía es decomisada o tirada al suelo sin más. No sabemos si su carrito con productos, o su bicicleta o triciclo le son devueltos. Golpes, cachiporrazos, insultos, puñetes. De todo como en botica y nadie vela por el cuidadano. Como el señor motociclista al que luego de masacrarle, los fiscalizadores trataron de quitarle la moto.


La policía pintada en la pared validando el delito 


Y todo ese circo violento producido frente a la mirada cómplice de un policía que actuaba como validador de las acciones de los funcionarios municipales. Esto último debería preocuparnos. ¿Cuánto más veremos a la policía actuar validando actitudes y conductas delincuenciales de los privados que les pagan el día de trabajo? ¿Hasta cuándo meterse en las pistas para dirigir el tránsito en beneficio de las constructoras que los contratan? ¿O de los casinos? Esto hay que cambiarlo.

La defensoría del pueblo, las fiscalías, las ONG, los grupos defensores de los derechos humanos, los grupos feministas, y tanta gente que parece vivir llenándose la boca en otros casos (defensores de los animales por ejemplo) podrían empezar a visibilizar todos estos abusos de “baja intensidad” cometidos desde las municipalidades peruanas contra indefensos ciudadanos que no pueden hacer valer sus derechos


¿Qué hacer? 


Pero sobretodo, tenemos que dejar de ser una sociedad tan violenta, en donde los ciudadanos vivimos expuestos ya no sólo a una violencia que se levanta amenazante contra nosotros desde la criminalidad, sino desde el aparato del estado que debería estar  para protegernos. Es necesario replantearse la forma de trabajar de nuestras municipalidades y de sus funcionarios, pero sobretodo, replantearse el espíritu de esa forma de trabajar. ¿Se trabaja para servir? ¿Se trabaja para golpear? ¿Para extorsionar desde el estado a la gente? Debería trabajarse con valores en donde la persona humana sea el principio y fin de todas las cosas. Y educar al servidor público en esa dirección. Porque a fin de cuentas, estamos convencidos de que hasta esos fiscalizadores violentos, pueden cambiar. 

San Isidro, 24 de noviembre del 2015


2 comentarios:

  1. Y como hacemos los ciudadanos comunes y silvestres para denunciar a tanto delincuente enquistado dentro del aparato de los gobiernos locales.Encima de que nos roban y extorsionan los delincuentes comunes tambien nos extorsionan las autoridades y empleados de las municipalidades.Que hacemos,a quien recurrimos,como nos podemos defender?Si tienes esa informacion por favor compartela porque hay mucha gente que esta harta de tanta porqueria pero simplemente no reclama o se queda callada o esta esperando que sus respectivos alcaldes terminen su periodo y se larguen pero mientras tienen que soportar todas sus tropelias que indignan.Gracias

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  2. Y como hacemos los ciudadanos comunes y silvestres para denunciar a tanto delincuente enquistado dentro del aparato de los gobiernos locales.Encima de que nos roban y extorsionan los delincuentes comunes tambien nos extorsionan las autoridades y empleados de las municipalidades.Que hacemos,a quien recurrimos,como nos podemos defender?Si tienes esa informacion por favor compartela porque hay mucha gente que esta harta de tanta porqueria pero simplemente no reclama o se queda callada o esta esperando que sus respectivos alcaldes terminen su periodo y se larguen pero mientras tienen que soportar todas sus tropelias que indignan.Gracias

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