lunes, 26 de octubre de 2015

El Principio de la Piedra Pulidora: adios enemigos

En la novela El Alquimista, Paulo Coelho dice que las dificultades por las que atraviesa su protagonista, son el fuego que lo transmuta, que lo convierte en algo mejor. En la novela (que se ha vendido por millones en todo el mundo) el pastor Santiago, debe superar las dificultades que le pone la vida, antes de hallar un tesoro enterrado al pie de las pirámides anunciado por una adivina. Un patrón que lo deja limpiar cristales por un plato de comida, un chico de su edad que le roba todo su dinero, un inglés que aspira a ser alquimista y que le dice que el desierto no le enseña nada, son sólo algunos ejemplos de las dificultades que Santiago encuentra en el camino de su tesoro. Ese tesoro se convierte en su leyenda personal.

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El Principio de la Piedra Pulidora


Una piedra pulidora es la que usan los afiladores de cuchillos. La fricción del hierro contra ésta piedra bota de los cuchillos u otros utensilios, alguna formas que les impiden cumplir con su función de la mejor manera. Es un proceso en el que perder es ganar, mejorar, superarse. 

En el día a día afrontamos diversas dificultades. Hay personas y situaciones que se presentan para ponernos a prueba. A menudo respondemos con emociones como la ira, el rencor, la sospecha. De allí, al odio o la violencia hay un paso. Identificamos a esa o esas personas como enemigo y cada vez que los tenemos cerca, replicamos la respuesta o el sentimiento: ira, rencor, rechazo, sarcasmo.

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Adios a los Enemigos 


Las personas no son siempre nuestros enemigos. La persona que nos irrita, que nos hace sentir mal, es nuestra piedra pulidora. El universo lo ha puesto en nuestro camino para mejorar. Para aprender a oír a quienes nos disgustan,  a dialogar con las personas difíciles, a concordar con el problemático, a entender al envidioso, al arrogante, al venenoso; porque lo más probable es que el envidioso, el arrogante, el venenoso, sean reflejo de nosotros mismos, sean espejos que nos permiten mirarnos para rectificar, para corregir, para ser mejores.

Mirar a las personas “difíciles” como socios que nos ayudan a mejorar y a pulirnos botando lo que nos impide cumplir de mejor manera, nos alivia la existencia. Además es gratis. Son la piedra pulidora que nos hace superarnos. Como para el Santiago de Coelho, son el obstáculo a vencer en la tarea de crecer, de hallar el tesoro escondido que muchas veces somos nosotros mismos.

El tipo que nos incomoda en el ómnibus, el vecino que nos saca de quicio, el compañero de trabajo que nos serrucha, la suegra, la nuera, el novio, la novia, todos ellos son personas que están allí para que nosotros aprendamos una lección. De la voluntad que tengamos de aprender y del esfuerzo por controlar nuestras emociones depende que esa lección no deba repetirse.


San Isidro, 26 de octubre del 2015

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