lunes, 12 de enero de 2015

Ley Pulpin o Canto del Cisne del Sistema

Escuchando algunos debates en torno a la ley Pulpin, sorprende que contertulios como el ministro de Trabajo o Rosa María Palacios, se refieran a los jóvenes que protestan contra la ley como “chicos”, en forma absolutamente peyorativa. No sólo es un truco sucio para etiquetar y disminuir a los jóvenes, sino que desnuda las concepciones terribles de cierto sector que no quiere construir un país de hombres libres, sino un país de menores a los que ellos puedan reprender y decir lo que hacer, condenándolos a ganar miserias. Todo ello en nombre de las empresas y de la libertad.

Jóvenes peruanos protestan contra ley Pulpín
              “Es que”, dicen ellos, “las empresas crean el trabajo; no la ley, ni el gobierno”. Mentiras redondas. Lo que crea el trabajo es la necesidad; si se quiere, la demanda. Pero no la empresa. Cuando aparece la demanda, viene la empresa y oferta soluciones. Esa es la verdad. Luego dice ésta gente (Rosa maría, el ministro, y varios más) que como la empresa crea el trabajo, hay que darle competitividad, y para darle esto, hay que bajar sueldos, quitar derechos y todo lo que atente contra la competitividad.

                Pero claro, decir que las empresas no son competitivas porque los jóvenes ganan mucho y tienen muchos derechos, es como decir que los negros lo son porque no usan Camay: una mentira. Para empezar, los jóvenes no ganan mucho. Son mal pagados por grandes empresas que los exprimen todo lo posible a cambio de “la experiencia” en supermercados, telefónicas, call centers, centros comerciales y similares. En cuanto a derechos, estos les son escamoteados sin piedad.

Competitividad


Incrementar la competitividad bajando sueldos, no es incrementar competitividad, falso; la competitividad se incrementa con empleados (instruidos) que ganan bien, que tienen sus necesidades cubiertas, que comen ellos y sus familias 3 veces al día. Para incrementar la productividad la empresa invierte en Investigación y Desarrollo de sus servicios y productos para hacerlos mejores. La China, convertida hoy día en la gran locomotora mundial, no podría competir en el mundo entero como hace hoy en día bajando los sueldos más, sino hubiera invertido en Investigación y Desarrollo que les permiten crear los productos que el mundo compra. Llama la atención que los liberales peruanos no sepan esto. O no lo saben o son muy cínicos.

Lo otro que no se dice es que si para que las empresas no cierren hay que tirar al piso los sueldos, es que no son competitivas. Y si no lo son, según las leyes del mercado deben cerrar. Y si cierran muchas al punto que el desempleo sube a niveles peligrosos, entonces es que el sistema no puede absorber y dar empleo a los ciudadanos de un país. Luego el sistema no sirve, lo que hay que hacer es cambiar el sistema por uno que de trabajo y un sueldo que garantice la satisfacción de las necesidades de la gente.


¿Existe un límite?


Ante la ley Pulpin una pregunta válida a hacer es ¿Cuál es el límite? Llevamos décadas desde que se nos dijo que había que ajustarse los cinturones. Ayer apenas se nos decía que en los 90s se había tomado el camino correcto y estábamos viviendo una bonanza de padre y señor mío y que por tanto no debíamos alejarnos del “camino correcto”. Pues ahora, cuando hay que redistribuir esa bonanza, se nos dice que ya no, que para que los jóvenes tengan empleo hay que pagarles poco. PPK, el inefable PPK, aconseja hacer eso hasta los 30 años. Jóvenes viviendo de favor junto a sus padres hasta los 30 años es indigno, y hasta los 24 que señala la ley, también es indigno. Acostumbrándose al tutelaje, no serán jamás hombres libres, serán sometidos después como el elefante aquél al que le quitaron la cuerda que lo ataba al árbol y él siguió atado para siempre en su mente.

La derecha peruana no quiere un país competitivo, quiere un país de esclavos en el que mantener sus privilegios y en el cual el reparto de la riqueza de forma más justa se postergue para siempre. Cuando dicen que no están quitando derechos a los jóvenes porque no los tienen, están diciendo falacias. Que los jóvenes (y mayores también) no los ejerzan porque las empresas se los escamotean, no significa que no los tengan, significa que no los ejercen, entre otras cosas porque el estado no hace cumplir la ley. Y como los jóvenes no los ejercen, oh solución inteligente, hay que quitárselos. Pero vamos, es claro, si nuestro país no puede dar derechos a la gente y se paga lo que se paga, una miseria, es que éste país que han gobernado las derechas peruanas, ha fracasado de cabo a rabo y hay que buscar otro modelo; porque ¿Cuando los índices de competitividad digan que seguimos a la cola que harán? Vendrán a cercenar nuevos derechos o nos dirán como dicen las derechas españolas, que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Y nos quitarán todo.

Es claro que esta gente es insaciable. Y también es claro que están tensando la cuerda al punto que ésta va a terminar pillándoles los dedos. Esperemos que nuestro país genere soluciones políticas de altura a éste unipolarismo ideológico nocivo y peligroso que estamos viviendo. Lo único positivo de la ley Pulpin es que nos permite repensar cuestionadoramente el modelo que se ha implementado en nuestro país escamoteando la voluntad popular expresada en las urnas en el 2011.

Pueblo Libre, 12 de enero del 2015


No hay comentarios:

Publicar un comentario