sábado, 12 de julio de 2014

La Derrota de Brasil ante Alemania: Una explicación

El partido Alemania - Brasil se ha jugado varias veces en los últimos tiempos, podría decirse en los últimos años. Ha sido como la lucha entre el bien y el mal. Ha estado en boca de todos con revanchas y contra revanchas. Han ganado unos y otros. Hasta esta semana en que ha terminado por romperse el molde, por destrozar al más pintado pero desprevenido grupo de jugadores.
La mente no soporta: es el descalabro
Al término del partido entre Brasil y Alemania, ha sido singular la actitud de los alemanes dando sentidos abrazos y apretones de manos a los vencidos. De ellos ha sido Klose, el más respetuoso, el que quizá con más afán busco ese contacto con los derrotados, los esperaba mirándolos casi con pena, con culpa. Les tocaba el hombro o les apretaba la mano. Es el lado humano que saca el deporte, el lado más hermoso del mundial de fútbol, el de la respetuosa solidaridad con el caído. Y cuando esto viene de los alemanes a los que consideramos fríos, impasibles, inhumanos, es doblemente aleccionador.

Ahora tratemos de explicar la derrota de Brasil ante Alemania. Para mí la explicación es simple. Prescindiré del análisis futbolístico por dos razones. Primero, porque sé poco o nada de fútbol; segundo, porque no creo necesario ese análisis. No esta vez. Ninguna teoría futbolística puede explicar que la Alemania que sufre para ganar a Argelia 2-1, luego vapulee como críos a una selección brasileña y gane 7-1. El problema es la mente.

Para explicarnos lo ocurrido debemos retroceder, a  por ejemplo el partido Bayern-Real Madrid de la Champions 2013-2014. En ese partido los alemanes inician a todo tren buscando el gol, pero recién patean al arco a los 26 minutos. Para entonces el Madrid ya ha puesto un gol, por cabezazo de Ramos, a los 15 minutos. A los 16 el alemán Dante, ofuscado, se ha ganado una tarjeta amarilla, y a los 19 el Madrid ha puesto el 2-0, también por Ramos. Es la debacle. De allí en más el equipo germano luce desconcertado, extraviado. Perderá 4-0 en la humillación más grande que jamás haya sufrido el equipo teutón en su estadio. El primer gol del Madrid, a los 15, define todo, disloca a los alemanes. El Bayern de aquella noche se parece tanto al Brasil víctima de Alemania. Las mentes están destrozadas, han sufrido el bloqueo, no dan pie en bola, la responsabilidad los ha matado. Se mentalizaron para golear y están perdiendo. No hay alternativas en esas mentes. Allí está el punto desestabilizador.

El partido Barcelona Real-Madrid decopa del Rey 2011-2012, es parejo hasta que Di María expulsa del fútbol para siempre a Puyol, le rompe la cintura como a un cristal y lo riega por el piso como un guiñapo. Su disparo bloqueado por Pinto es convertido en gol por Cristiano. Fue un contragolpe con el sello del Madrid: 7 segundos; cuando más dominaba el Barcelona.  Antes de eso Cristiano ha construido en 10 segundos un penal que convertirá en gol. Fue el primer mazazo. Varane pone el tercero en un corner. Al Barcelona le tomaba 90 minutos hacer un gol; el MADRID  hacía uno en 7 segundos. Ese gol es fundamental, rompe el esquema, la tan mentada “posesión” no sirve de nada. Valen los goles. Abajo, el Madrid y el contragolpe perfecto.


Y ese es el punto. Es muy difícil de aceptar para los jugadores, ser dominador de un partido,  controlar el esférico, y que el adversario en un contragolpe de segundos o con pelota parada, logre el gol que a ti te es esquivo, trabajas en balde. Eso pulveriza las defensas mentales de cualquiera. Le pasó a Brasil. En los primeros minutos dominaba a Alemania,  encimaba, pero recibió el gol de pelota parada y se desmoronó como castillo de arena. Las celebraciones alemanas ayudan, sin ser burla son denuncia, por lo menos de debilidad. Viene la rabia, la envidia, la impotencia, el famoso ¿Por qué a mí?  que debió sentir también España ante Holanda, que explica bien la derrota de Brasil ante Alemania.

Si un equipo X puede hacer ese gol que rompe los esquemas mentales del adversario, ganará a cualquiera. Hay que tener eso sí, un equipo como el Madrid. Lo tenía Alemania el miércoles, y apisonó a Brasil, se metió en la final convertido en favorito.

Lima, 11 de julio del 2014

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