viernes, 24 de mayo de 2013

Quremos una Sociedad Hipócrita



A propósito de todo el embrollo quese armó en torno al pleito entre un embajador y dos señoras en un supermercadolimeño, han salido casi sin querer, algunos aspectos que no deberíamos pasar por alto tan alegremente. Lo más importante quizás, es comprobar que andamos ahítos de hipocresía al grado de exigirla en los demás y cuando no, pues vaya, a capazos contra el rebelde; pero hay que decirlo también, es un mal harto difundido en las “grandes ciudades”.

Enmascararnos para sobrevivir
 Es impactante observar que mucha gente reconocía que la señora en cuestión y su violenta hija, son sólo un caso de miles que se producen diariamente de irrespeto en el turno de atención o en la cola de un supermercado, panadería o bodega. Pero no obstante ese reconocimiento, la gente señala que “es mejor no reclamar” “te ahorras un problema”. Sabiduría popular, que le llaman. Eso es hipocresía con uno mismo. Sabes que tienes la razón, que normas de conducta civilizada te la otorgan, que si hay un derecho que te asiste debes hacerlo valer; pero prefieres el silencio para evitar los insultos del agresor de la cola; o peor aún, evitar el dedo acusador de la demás gente que sabe que te asiste la razón, pero que te acusará de “pleitista” por haber reclamado tu derecho, por “no ser tolerante”. Entonces optamos hipócritamente por el silencio. En eso estamos convertidos. En una sociedad hipócrita que renuncia a lo elemental, que sabe que las señoras agredieron primero; pero que no lo dice, porque más importancia se le da al hecho de que el otro involucrado es hombre, es extranjero y es diplomático. Como si todo ello otorgara derechos sobre ese individuo. Le hubiera valido más ser peruano, mujer e ignorante, para evitar el cargamontón.


Sociedad hipócrita porque consintió en dedicar dos semanas a un tema de pleito del supermercado, de los que abundan diariamente; pero que guarda silencio frente a los temas importantes, como que en esos quince días cientos, quizás miles de mujeres, han sido agredidas, golpeadas y hasta muertas por sus parejas; pero allí la sociedad calla, la TV calla y hasta las asociaciones de mujeres que protestaron contra el embajador, callan y guardan silencio; son parte del mismo yugo que denuncian, son sus defensoras y sostenedoras, porque les gusta la peliculina para las cámaras, el escándalo mediático; pero bostezan ante problemas reales o los confrontan en tés de tías.


Hipocresía, cuando guardamos silencio frente al tema del empleo que todos los meses se nos dice que crece, pero no se dice cómo, y ya ni se menciona el tema de las services que se apropian de buena parte del sueldo del empleado, como si esta moderna esclavitud, oleada y bendecida desde los órganos de gobierno, para convertir en mercancía ya no la fuerza de trabajo que denunciaba Marx; sino la posibilidad del trabajo; el “acceso” al trabajo convertido en mercancía por la cual debes pagar, o lo que es lo mismo, el trabajo convertido en “utopía” que se compra con un por ciento del salario que recibes. Porque si no lo haces bajo el esquema de la tercerización o el service, no tienes posibilidad de venderte. Y de esto no se habla ni bien ni mal, como si no existiera.


Hipocresía porque cuando frente a la voluntad de normar el expendio de comidas chatarra en los colegios, se invoca la libertad y se protesta desde los medios, pero no se dice que los niños a los que busca proteger la norma, no tienen ni los conocimientos ni capacidad de discernir entre un alimento que lleva sustancias adictivas que le hacen daño; y un alimento sano, como una fruta, pero que por natural no lleva las sustancias adictivas ni los químicos que atosigan al otro. Y por eso el estado debe defenderlos normativamente.


Hipocresía porque cuando las exportaciones bajan se sigue hablando de nuestro “éxito” y hasta se nos dice que ahora somos la “octava economía de América latina”, pero cuando se habla de sueldos de maestros, médicos, policías y de la gente en general, se responde que no hay recursos, que la caja fiscal, que la crisis que se viene, que el pan para mayo y un etc. Una sociedad hipocrita.

Pueblo Libre, 22 de mayo del 2013

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