sábado, 16 de febrero de 2013

Destruyendo el poco APRA que queda



Cuando por la radio escucho a Mauricio Mulder o Velásquez Quesquén o Nidia Vilchez, hablar de la revocatoria de la alcaldesa de Lima Susana Villarán, siento lo mismo que cuando oía a Marta Chávez o Carlos Raffo en la campaña electoral del 2011. Siento no sólo una profunda aversión y desencanto, sino que deseo  también que sigan hablando, que hablen tanto como puedan y más, porque sus voces transparentan su odio, porque finalmente la gente los conoce y siente la misma aversión mía y les dará la espalda. 


Construir el APRA a Haya de la Torre le costó mucho esfuerzo. Debió sufrir vituperio, persecución, cárcel, destierro y correr riesgo de su vida múltiplemente. A Mauricio Mulder y su grupo de compañeros que en nombre del APRA atacan a la alcaldesa de Lima, les está costando muy poco destruir al partido de Haya. Porque si las sombras de la enorme corrupción del primer gobierno, y las sombras de la corrupción del segundo gobierno, no lograron acabar; si lograron disminuir al APRA. Y estas andanzas con el castañedismo y el fujimorismo, si que acabarán de una vez y para siempre, con el partido del martirologio, de los obreros y campesinos, de los trabajadores manuales e intelectuales. 

1978 Austera campaña aprista a la asamblea consituyente
En 1978, alguna mañana en alguna calle peruana, apareció una pinta que dentro de dos recuadros indicaba C-1. Ese recuadro se multiplicó en todo el Perú. Era la identificación de Haya de la Torre en la elección constituyente. Fue la única propaganda permitida en ese partido. No hubieron spots televisivos. Acaso algo de afiches y banderolas. El APRA, partido de economía franciscana, más que publicidad fue una religión, un estado del espíritu. En la avenida Larco de Trujillo, la ciudad cuna de Haya y el APRA, un largo muro de ladrillos rezó durante décadas “El APRA es el partido del pueblo y su causa vencerá”. Hace ya muchos años ese muro desapareció, por el mismo tiempo en que el APRA se olvidaba de mencionar a los pobres en sus discursos y sus líderes empezaban a disfrutar unas súbitas y seguramente bien ganadas bonanzas económicas, cambiando por la moda el franciscanismo de su vestir.

Militantes de base reunidos con Haya de la Torre
Se me hace difícil ahora entender que el APRA, partido de campañas políticas austeras y del cual Haya de La Torre dijo “Nos hemos mantenido fuertes, porque hemos estado limpios”, vaya ahora de las manos del Castañedismo y del Fujimorismo. Del fujimorismo de los millones sobre la mesa del SIN, y del castañedismo de COMUNICORE y la empresa fantasma que desaparece con millones de soles en bolsas negras recogidas por indigentes misteriosos. Se me hace difícil ver a un partido cuyo líder marcó la vida política peruana, convertido en cola de ratón de un personaje tan impresentable y de tercera como Marco Tulio Gutierrez. 

Mauricio Mulder: los años de bonanza aprista
Mauricio Mulder, el lenguaraz; el presidente García que todo lo sabe;  Velásquez Quesquén y su incipiente léxico; Nidia Vílchez y todos los demás; deben creer que son muy listos y que toda su verborragia convence a alguien. Que las falacias con que pretenden justificar lo injustificable serán tomadas como una gracia y que la gente olvidará todo, que la política es el arte de los avivatos. En 1987, cuando la derecha peruana fustigaba a García por la estatización de la banca, él dijo “Se equivocan gravemente”. Así está ahora el presidente García si piensa que la gente tomará este ataque a la moral y a la ética, a la necesidad de refundar la política desde la decencia, como una travesura más. Así están García y su grupo, destruyendo el poco APRA que queda, equivocados gravemente.


Pueblo Libre, 16 de febrero del 2013

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