jueves, 20 de diciembre de 2012

El fin del Mundo, el Pastor y Fujimori



El problema con el fin del mundo es que nadie cree en él. Está tan devaluado que hay gente que se chancea burlándose del fin y de los pocos que sí creen. Es como el diablo, que hace ya años cayó en tanto descrédito que le empezaron a llamar “pobre diablo”. Y es que hasta las profecías, por muy Mayas y terribles que parezcan, se gastan de tanto usarlas y terminan por no asustar a nadie.  Ahora, no sería raro que cuando Noé construía su barco anunciando el fin de los tiempos, nadie le creyera y lo tacharan de loco. El buen Noé, supongo, en tanto martillaba las maderas habrá soportado tremendas chanzas y hasta su familia debe haberle obedecido en silencio girando un dedo a la altura de la cien, cuando el caballero no los veía: al final el anciano rió último y los incrédulos perecieron como moscas ahogados más que en agua, en soberbia. Digo, a menos que chanzudos como estamos tampoco creamos en el diluvio universal; pero vamos, son tiempos de no creer más que en smartphones, tarjetas de crédito, regalos  y cosas tangibles. ¿O no? Por cierto, los Mayas no profetizaron el fin del mundo; sólo le limitaron a acotar su calendario, le pusieron un principio y un fin. No hay que calumniarlos. El 21 de diciembre se resetea el calendario y punto. 

¿Le chuntarán al planeta?

Volviendo a esto de cosas, profecías y de historias que se gastan con el uso, todos recordaremos la fábula del Pastor y el lobo. Aquel joven cuidador de ovejas que aburrido como estaba de no tener novia, internet ni smartphones, y de pasarse la vida contando ovejas; no para dormir como hacemos nosotros, sino porque para eso le pagaban unas monedas; decidió jugarles una buena broma a los amigos fingiendo que lo atacaba el lobo. Cuando los amigos llegaban corriendo para socorrerlo encontraban al bromista revolcándose de risa porque todo era mentira. Usó tanto la broma que entró en descrédito y nunca más los amigos fueron en su ayuda. 


Algo así pasa con el ex dictador Fujimori. Ha usado tanto el cuento de la depresión que ha gastado su mejor recurso. Inicialmente surtió efecto hacerse el triste, pero entusiasmado con las encuestas que hacían sus amigos se puso eufórico, pintó cuadros, escribió cartas, exigió dar conferencias y hasta se consiguió una amiguita para que le dé asistencia espiritual a toda hora. Tan emocionado andaba que no se percató que la gente es suspicaz y no tan caída del palto como él la juzga. Y las encuestas lo abandonaron. El presidente Humala, que se había metido solito en camisa de once varas y ya no sabía qué hacer, ahora respira más tranquilo; ya el reo de cárcel dorada ha dejado de ser noticia en los medios y es que ha usado tanto el cuento de la depresión que lo ha gastado hasta acabarlo. Y vamos, ningún deprimido exige dar conferencias en RPP. ¿Es otro pastor al que se come el lobo?

 Sin embargo en cuanto al fin del mundo, Fujimori y el Pastor, nos conviene estar alertas. Cualquiera que fuera Dios no programaría el fin de los tiempos en fecha que todos conocieran. Habría que tomar por sorpresa al planeta. Además, los escépticos que se chancean burlándose del fin del mundo, no han respondido porqué la tierra tiembla tanto, ni han podido explicar cosas como la construcción de las pirámides, la cual sería prueba de la existencia de un civilización superior que se destruyó, como nos pasará a nosotros según las profecías. 


Yo creo por ahora en las tormentas solares, tema sobre el que ya escribí algunas líneas antes, y en que un proceso de destrucción y fin de la era está ocurriendo ya mismo ante nosotros. No lo veremos mañana ni pasado como un cataclismo, pero en poco tiempo sentiremos sus efectos en nosotros. 


No olvidemos por otra parte que en la fábula del pastor y el lobo, si bien los anuncios del pastor nunca se cumplieron, un buen día llegó el lobo y se lo almorzó, cuando ya nadie creía en anuncios ni profecías. Como dijo don Lázaro Florida “No temer, pero respetar”.


Pueblo Libre, 20 de diciembre del 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario