lunes, 16 de abril de 2012

Fútbol peruano: Pena Máxima


     En el mundial de España 1,982, Perú jugó un partido de fútbol de aquellos que parecen definir una final. Fue contra Italia, que a la postre sería campeón mundial con el resucitar de un Paolo Rossi con el que nadie contaba. En ese partido, un joven Jaime Duarte, jugó con la cabeza sostenida apenas por una venda que impedía que la testa se le rompiera en 20 trozos;  José Velasquez,  en su ímpetu, barrió el suelo con el colegiado que arbitró el encuentro dejándolo en incómoda posición; y Diaz hizo un gol de empate mientras se iba al suelo de tanto pundonor que le puso al tiro. Un encuentro épico en el que Perú demostró lo mejor de su histórico futbolístico antes de que empezará a faltarle el aire.

César Cueto: fútbol de oro
       Treinta años después el inventario es de lloro. En resultados oficiales, se perdió frente a Ecuador por 2-0 el último partido de las eliminatorias Brasil 2014, afincándonos en el penúltimo lugar de la tabla clasificatoria. Hace algunos días, en amistoso, Chile nos venció por 3-1 en Arica y 3-0 en Tacna. Al retornar a Lima un educado hincha limeño increpó al coach de Perú por esos resultados diciéndole “Habla mago…tu eres el que se lleva el billete”. Markarian, tocado en su amor propio le respondió: “Miserable”. El uruguayo es un tipo que sabe y entiende de fútbol. Hay personas que en una mirada sintetizan lo que a otros toma años ver. Markarian es de una mirada. Eso le permitió decir hace algunas semanas atrás que el futbol peruano estaba herido de muerte: “Lo digo por su incapacidad de formar. El fútbol peruano no forma, no produce, se los he dicho de mil maneras desde que llegué”. Lo ha dicho y nadie le hace caso. El fútbol peruano es rentista, como nuestros empresarios, quiere cobrar lo que no ha invertido; cosechar lo que no ha sembrado.

       Los equipos de fútbol de Perú son el mejor exponente de la crisis. Los otrora candidatos indiscutibles a llevarse las copas anuales, Universitario de deportes y Alianza Lima, son la sombra del drama y de sí mismos. Deben millones de millones de impuestos al estado, que tomará el control de ambos más temprano que tarde. Cada semana se anuncian los puntos de campeonato que pierden ambos equipos por deudas, no por fútbol. Con todo, luchan por evitar el descenso. El puntero del campeonato, el César Vallejo, juega los partidos alentado apenas por algunos cientos de hinchas y la situación de los otros equipos no es distinta. Las tribunas son la mejor constancia de la carencia de fe de los hinchas, o el divorcio definitivo entre los deseos que los animan y la realidad de derrota que ya conocen. Los diarios capitalinos, que nunca pierden; aún los más serios, han trocado los resultados del balompié nacional por las fotos de Ronaldo y Messi y las noticias de la liga española. ¡Así, qué fácil!


      En estas circunstancias pretender que Perú puede clasificar a un mundial o culpar al seleccionador Markarian como el educado hincha limeño pretende hacer, es cosa de locos. Perú no irá al mundial 2014 ni al 2018 si las cosas siguen como están. Creer que la solución mágica son los “extranjeros” que ya han defeccionado decenas de veces, pasando por los “4 Fantásticos” de Europa a los que Chile ya goleó en partido oficial, es sencillamente ingenuo. Pero también es nuestra “Marca País”: Cero planificación y procesos serios; mucha bulla patriotera (“no nos ganan…Perú Campeón”) y solicitud de milagros.

      ¿Qué hacer? Identificar los males y extirparlos. Empezando por la prensa deportiva capitalina que optó por cerrar los ojos y vender humo todos estos últimos años, en que veían como se caía la casa y seguían culpando al entrenador anterior, Del Solar; exigiendo la vuelta de Farfán y Pizarro como salvadores del despelote que es nuestro fútbol y que ahora que están no hacen nada; dedicando primeras planas y exigiendo selección para peloteritos de un partido que terminaron apareciendo en las noticias de farándula o policiales.

Manuel Burga: un fracaso tras otro dirigiendo el fútbol
                 Y lo otro, lo más difícil pero necesario de hacer. Mandar a su casa a Burga. Entre él y su antecesor Nicolás Delfino, han convertido la primera división del fútbol en hazmerreir continental; con equipos como San Martin que anuncian su retiro del fútbol y luego regresan, huelga de futbolistas, deudas astronómicas al estado y futbolistas. Si Manuel Burga no se quiere ir, hay que irlo. ¿Que la FIFA nos desafiliará? En buena hora. Se opondrán los que comen de este despelote; pero la desafiliación de una organización que actúa como una mafia, nos permitirá limpiar el futbol y retornar en 20 años. Después de todo, nuestras posibilidades de ganar algo son más bien nulas en las actuales circunstancias. No sacar a Burga de la presidencia de la federación de fútbol es aferrarse a la destrucción de un deporte que en nuestro país tiene practicantes con auténticos dones para su práctica, pero que carecen de una estructura deportiva seria y voluntad para sacarlo adelante.

Pueblo Libre. 15 de abril del 2012

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