jueves, 29 de diciembre de 2011

Setimo dia. Chau Pozuzo.

Domingo por la mañana. Me despierta la claridad del dia. Tambien el canto de los gallos y el rumor del campo. Afuera hay un sol esplendoroso y un cielo celeste. Las calles tienen un  aspecto de perfección de acuarela y el aire es tan puro que dan ganas de embotellarlo para reserva. En pocas horas terminará el viaje. Han pasado siete días pero la sensación que tengo es que llevo ya como dos meses de viaje. Si tuviera que quedarme a vivir por aquí no extrañaría nada de la gran ciudad. En la selva central peruana es posible vivir en un estado de sorpresa permanente. Hay tanto que aprender que toda tarea queda inconclusa, todo se ramifica y surgen nuevas cosas que preguntar y conocer. 

                A la hora de la misa la iglesia San José rebalsa de gente, hay tanta como la que he visto en todos los días anteriores juntos y las calles también soportan a muchos andantes. Aquí están todas las razas, todas las edades, todas las clases. La iglesia respira fe, hay una actitud tal. En la plaza principal y la pequeña plaza Cívica ubicada en frente, hoy habrá eventos domingueros. En los pisos están dibujadas figuras creadas con flores. En camino de comprar el pasaje de retorno a Oxapampa, doy una última vuelta por el pueblo.  Los ciudadanos están verdaderamente despreocupados y festivos.  
Alumnos del colegio Tupac Amaru de Pozuzo
                 Al terminar la misa la multitud sale a jironear en las ordenadas y limpias callecitas, a comerse unos helados Donofrio, y a mirar el desfile de los alumnos del colegio Tupac Amaru que iniciará unos minutos después. Las bodegas también están atestadas de compradores y afuera de ellas muchas motos pasan llevando gente a sus destinos. También aparecen autos que no se han visto en toda la semana y que vaya a saber de donde salen ahora. Ya casi me siento pozucino, he aprendido la mecánica de funcionamiento del pueblo.
La pequeña plaza cívica espera al desfile
                Casi a las once los alumnos del colegio Tupac Amaru desfilan en la calle principal luciendo sus elegantes uniformes únicos, sí, el de color plomo y blanco, mientras una locutora enfatiza los logros del colegio. El público los aplaude. Luego otros grupos de alumnos bailan ritmos amazónicos y bailes tiroleses. Hay degustación de comidas típicas, bailes, señoras luciendo sus mejores trajes y señoritas que pasean su lindura. 
Fin del desfile
 A la una partiré de regreso. Termina la diversión. A diferencia de otras ciudades que pueden definirse con otros términos, la definición que se ajusta más a Pozuzo es amabilidad. He hablado de los magnificos paisajes, del verdor, del orden, y todo es cierto. Pero la amabilidad de la gente es digna de destacarse. Si lo que se busca en un lugar alejado del mundanal ruido, tranquilo y que tenga todos los servicios básicos, incluyendo telefonía, internet, restaurantes, hospedajes y otros, ese lugar es Pozuzo. La narración de los siete dias de viaje me ha tomado bastante tiempo pero ha valido el esfuerzo. Me queda una crónica casi integra de los hechos y la sensación de la tarea cumplida y la reciprocidad con gente que se portó muy bien conmigo. Próximamente haré una crónica similar desde el norte.

Interior de la Iglesia San José

Setimo dia, Pozuzo 30 de octubre del 2011


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