domingo, 10 de julio de 2011

No Soy de Aquí ni Soy de Allá


Ha habido una guerra atroz la madrugada del sábado 09 de julio. Ha muerto un hombre y han resultado heridos algunas decenas de millones. El hombre tenía por nombre Mahatma Gandhi. También se le conocía por reverendo King, Martin Luther King. Al fallecer la mañana del 09 se le conocía como Facundo Cabral. Bajo las diversas identidades habló de libertad, paz y amor. Se sospecha que lo mataron por ello. Si bien los heridos son decenas de millones que ahora se preguntan qué está pasando en el mundo, los sospechosos somos los muchos más que vivimos cruzados de brazos mirando cómo pasan las cosas que pasan, mientras nos respingamos la nariz. 



Porque es cierto que Guatemala está convertido en uno de los países más violentos del planeta. Pero de allí a perseguir a este trovador baleando su auto con más de 30 proyectiles, sólo se explica en la gran inacción de todos los que seguimos callando cuando vemos lo que pasa en Siria, en la franja de Gaza, en el cuerno de África; como si aquello no nos pasara a nosotros. Como si no fuera verdad que cada vez que un hombre muere violentamente, morimos un poco todos los hombres violentamente.

                Hipótesis hay varias. Una de ellas es que a Facundo Cabral lo asesinaron los Zetas, el sanguinario cartel mexicano enseñoreado en el norte guatemalteco. El blanco del ataque habría sido el empresario que contrató a Cabral y que viajaba en el mismo vehículo. Otra hipótesis apunta a una acción armada de la ultraderecha continental. Con esta acción -el asesinato de un argentino conocidísimo- golpean a la presidenta Cristina Fernández en el día de la independencia argentina. El mensaje iría dirigido además a otros estadistas latinoamericanos. (Abajo, la primera parte de dos, de entrevista realizada por César Hildebrant hace algunos años)

   
             Como fuere, lo cierto es que ha muerto un hombre extraordinario que nos hacía mejores a todos y no dejaba de sorprendernos nunca. Mi anécdota favorita acerca de él es aquella de que estando un día en una cafetería de Buenos Aires, vio ingresar a la que sería su esposa. El tenía 40 años y ella 17 ó 18. Ella ingresó, una niña aún, acompañada de sus padres y tomó asiento con ellos. Cabral tan luego la vio supo que era la mujer de su vida. Se puso en pie y dirigiéndose a la mesa y a los padres de ella, les dijo, “señores ustedes pensarán que estoy loco, pero quiero casarme con su hija”. Se casaron. El matrimonio duró cinco años porque la muerte se la arrancó de al lado. Ahora la muerte vino por Facundo Cabral cuando él pensaba retirarse a descansar para cuidar de su salud. Se lo ha llevado de la peor de las formas, de una manera que invita a preguntarnos qué estamos haciendo para que el mundo sea mejor.   

                Como Gandhi y el reverendo Luther King, Facundo Cabral ha muerto por balas asesinas no habiéndose cansado él de hablar de paz y de amor. Cabral dijo que cuando murió Edith Piaf los franceses se volvieron un poco más pobres, y cuando Chabuca murió los peruanos se volvieron un poco más pobres.  Cuando Gandhi y King murieron al mundo le ocurrió lo mismo. Como ahora, que ha muerto Facundo Cabral y todos nos hemos vuelto pobres; y  la música y el arte y la inteligencia y el humor, también. 

"Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor". Facundo Cabral.
“Si  amas al dinero a lo sumo llegarás a un banco, pero si amas a la vida, seguramente llegarás a Dios”. Facundo Cabral.

Pueblo Libre, 09 de julio del 2,011

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